El mago Bepo Grillo. Un héroe a la italiana. |
Las elecciones italianas me han
abierto los ojos. Tenía un bulle-bulle en mi cabeza que no me dejaba dormir-
hablando en metáfora claro. Me preguntaba a mí mismo sobre cuales puedan ser
las demandas más sentidas por la ciudadanía española y como expresarlas en
clave electoral. Como en otras muchas ocasiones, lo que viene de Italia marca
tendencia en nuestro país. El imperio, el cristianismo, el renacimiento, el
cine realista y la pizza.
Me explico. La mayoría de la
gente normal en España protesta por la corrupción. Está en contra de los
sindicatos. Se queja de los funcionarios. Desconfía de los partidos, de la casa
real, de la iglesia, de la justicia y hasta de los clubes de futbol. Piensan
que el estado derrocha y que necesitamos un gobierno fuerte pero en general nos
manifestamos contra los recortes. Al tiempo creemos que nos falta democracia, que las prestaciones
del estado social y las pensiones son bajas o que el derecho laboral favorece a
los patronos. Decimos que las calles están sucias y que las nuevas generaciones
no tienen educación y urbanidad. Pero sin solución de continuidad y al rato de así
manifestarnos, afirmamos que la juventud actual es la mejor preparada de
nuestra historia y que los ayuntamientos están mal administrados y recaudan
mucho dinero.
Nos cabrea la burbuja inmobiliaria
pero bien que disfrutábamos contando a los amiguetes como se había revalorizado
la casa en la playa que compramos en los 80. Si nos reunimos en casa con los
amigos es para arreglar el mundo y para llevarnos las manos a la cabeza por la
torpeza de nuestros dirigentes. Pensamos que todos los políticos son unos
corruptos, incluso aquellos por los que votamos. Y además bobos o tontos de
capirote, torpes, prepotentes y vanidosos. Vamos, que nos caen mal en general.
Más o menos sentimos indignación
por todo y vemos como las cosas se pueden resolver con menos impuestos y más
gastos. O más refinadamente: con más impuestos para los otros y menos para mí y
más gastos a mi favor pero menos en contra. Como urbanitas disfrutamos con
nuestras líneas del AVE y los aeropuertos al lado de casa pero simultáneamente
protestamos con energía por el derroche en obras públicas.
O sea que somos unos cachondos
aunque como españoles tristes y medievales todavía no lo sabemos. Sin embargo
los italianos ya han superado esa fase de la tristeza. Llevan tantos siglos
curándose del desastre de la pérdida del imperio romano que ya se han
acostumbrado. A nosotros todavía nos queda un hervor. Los italianos han
superado la fase de la indignación llenando los mítines de las plazas
protagonizados por personajes de la comedia del arte. No han tenido que pasar
por la dureza de las Asambleas Populares, tan serias, metodológicas y
ordenadas. Ellos se ríen. Nosotros lloramos.
He aquí la gran diferencia. Ha
llegado la hora de votar y los italianos se han librado del peso de sus
conciencias y han votado por lo que les ha salido de los cojones o directamente
no han ido a votar pues tiene mucho mérito que en un país de voto obligatorio
se haya llegado a tasas de abstención superiores al 25%. Que los grandes
triunfadores de las jornadas italianas hayan sido los dos políticos más
populistas de la historia de la península itálica nos indica el camino a
seguir. Han diseñado programas absolutamente absurdos en los que se combinan
las promesas más peregrinas al tiempo que se ofrecen los ajustes de gasto más increíbles.
Se promete el oro y el moro de una forma descarnada. Populismo elevado a la
enésima potencia.
Nosotros, es nuestro sino,
tenemos otro carácter. Somos amigos de las ceremonias fúnebres y de los autos
sacramentales. Aquí votamos a aquel que parece más triste. Al que nos
reconviene más. Al más oscuro, tronante y tremulante. Nos van los líderes
fuertes. Aquellos que nos ofrecen: sangre, sudor y lágrimas.
Y ya no los hay con esa capacidad
de lanzarnos a la conquista de nuevos mundos, ya no nos resultan creíbles. Había
alguno en la izquierda como Anguita o en la derecha como Aznar, pero ahora
están jubilados. Llegados a este punto los españoles miramos al frente y nos encontramos
con reyes inestables, con príncipes sosos y con gobernantes ineptos. Con
oposiciones que no se atreven a salir a la calle porque les da la risa o les dan para el pelo. Con sindicatos
que celebran sus congresos invitando a los dirigentes de la patronal y a los
ministros de trabajo. La casta del político castigador a la española ha
desaparecido
Las elecciones de Italia, sin
embargo, van a marcar tendencia, trendig topic se dice ahora. Nos estamos
empezando a dar cuenta que las elecciones no sirven para nada más que para
embromar a los políticos. El modo italiano se irá imponiendo y dejaremos de
llorar.
Votaremos a nuestros propios
Berlusconis y Grillos. Perdimos al mejor de todos ellos, a Jesús Gil, pero
todavía estamos a tiempo. En nuestras listas de políticos populistas tenemos a
una tal Rosa. Una señora muy pizpireta a quien lo único que le falta todavía es
algún que otro escándalo sensual. Tenemos a actores de segunda tan capaces como
el propio Grillo. Por ejemplo ese que acaba de decir que los hombres estamos
muy maltratados por las leyes que castigan los delitos de sexismo. Creo que es
del mismo partido que la señora Rosa.
Ya sé quién va a ganar las
próximas elecciones. Siempre que aprendamos las lecciones italianas. De allí nos
llega la luz. Solo nos hace falta encontrar un Grillo. Para emular a Berlusconi tenemos ya muchos candidatos.
Esto ya no lo salva ni el papa.
2 comentarios:
Leo y me encuentro al fin con 'esto ya no lo salva ni el papa'. Y, a continuación: 'también te podría interesar:' en corto, por eso de la técnica, te ha quedado al final del artículo un resumen del mismo.
Claro que yo sustituiría 'esto' por 'eso': lo impersonal, separado de la persona, externo y visto con un cierto alejamiento, en perspectiva, en casa Italia o en España ...
paso a demostrar a continuación que no soy un robot reproduciendo las 'dos palabras' que me pide la máquina. Y para ello, sigo interpretando.
jeje...
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