Arlequín, Pantalone y el Dottore. Personajes de la Comedia del Arte |
Creemos que es posible entendernos, ¡Pero no nos entendemos nunca!
Luigi Pirandello
Bueno, pues estamos igual que al
principio. No se quiso asumir hace cien días que la única solución con más o
menos futuro era la de un acuerdo de base constituyente formado por el mayor
bloque de partidos posibles. Se firmó un pacto del PSOE con Ciudadanos claramente
insuficiente y que representaba alternativas distintas según cada uno de los
firmantes.
Para Ciudadanos el acuerdo era
una pasarela para reforzar el núcleo neoliberal de las políticas de estado y
construir la famosa Gran Coalición. Imaginaba poder ser la levadura que
levantara ese pan. Pero los del PP le han dado una y otra vez calabazas con un
excelente argumento: “para ese viaje no necesitamos las alforjas de Ciudadanos
ni sus habilidades como mamporreros”.
Para el PSOE, que rechazaba de
inicio la construcción de la Gran Coalición, el pacto con los de Rivera era un
anzuelo para medir la capacidad de aguante de Podemos ante un hecho consumado y
provocar su abstención. Por razones evidentes Podemos contestó que ser
convidados de piedra no les hacía ninguna ilusión. Lógico.
Una vez comprobado el escaso
avance de esa estrategia entramos en una fase superior del auto sacramental. El
periodo de descuento que permite el mes de abril antes de que suene el gong de
la convocatoria de nuevas elecciones del 2 de mayo.
El PP sigue firme en su designio,
lógico por otra parte, de que cualquier gobierno debe ser encabezado por ellos.
Se entiende que cualquier gobierno que asuma los principios del consenso socioeconómico
de Bruselas, el entendimiento antiseparatista por la vía de la ley
constitucional sin cesiones ni negociación y un proyecto de reformas de estado
bajo control.
El PSOE estaría en condiciones de
aceptar dos posibles modelos de gobierno, uno el de la gran coalición, pero con
ellos a los mandos, lo que significa la renuncia de Rajoy entre otras cosas. Y
otro el de un gobierno en precario con una oferta de gestión reformista y de
cambio- signifique esto lo que signifique- que cuente con la simpatía de
Ciudadanos y la no obstaculización de Podemos. Lo que el mismo Sánchez ha calificado
de “casi imposible”.
Ciudadanos ya ha dado de sí todo
lo que podía dar. No se puede permitir más audacias ante la posibilidad de una
convocatoria de elecciones. Sus votantes, por mucho que digan sus amigos de los
medios que les cuidan como flor de invierno, tienen un perfil muy centrista
tirando a la derecha y difícilmente van a aprobar que el pacto con el PSOE se
convierta en un pacto con Podemos. Por supuesto mucho menos se lo van a permitir
desde los despachos financieros y mediáticos que les han aupado. Solo una abstención a
regañadientes del partido de Iglesias les puede venir bien y eso siempre que
esa fórmula tenga garantías de salir adelante en la investidura lo que no está
claro, por lo menos a mí no me cuadran los números.
Queda Podemos como el verso
libre. Es un partido menos cristalizado. Aprenden rápido y pueden cambiar de
política, de pactos y de principios como el que cambia de camisa. Ya lo han
demostrado. Por otra parte dominan el arte teatral de la política,
especialmente el modelo guion de serie a lo Juego de Tronos. Han venido aquí a
divertirse, son jóvenes y juguetones. Pueden ser la sorpresa absteniéndose a
última hora con tal de impedir la convocatoria de nuevas elecciones.
En el fondo el escenario de
nuevas elecciones es el que más aterra a todos ellos. Al PP porque seguramente
está en el límite de su capacidad de aguante. Es un milagro lo que está aguantando.
A mí me maravilla la capacidad del gallego para resistir. No es solo un ejemplo
de petrificación. Es toda una demostración de fuerza y liderazgo por parte de
un grupo dirigente que de uno en uno son bastante impresentables pero que como núcleo
están demostrando un aguante digno de mejores causas.
En cuanto al PSOE Pedro Sánchez está
en los límites de su capacidad. Con un partido roto y sin proyecto, en trance
de convertirse en un partido del Sur, una especie de partido nacionalista
andaluz y extremeño, con unas bases desmoralizadas y desmovilizadas y un voto
envejecido. Ya no pueden inventarse más caminos. No quieren ni pueden ensayar
la propuesta de un gobierno de izquierdas ni tampoco entregarse a la gran
coalición. Solo pueden esperar que Ciudadanos les dé margen para ampliar el
contenido del pacto firmado y que ese margen sirva para contentar a Podemos y
conseguir su abstención.
Ciudadanos tiene la sartén por el
mango y es la pieza fundamental del juego. Si acepta entrar en un escenario de
negociaciones a tres bandas corre el riesgo tremendo de perder todo lo que
aparentemente ha ganado en pronósticos de crecimiento de su voto merced a la
previsible campaña en contra que le montarán desde el PP; desde tontos útiles a
rojos enmascarados les pueden llamar. Pero de no entrar también corren el
riesgo de identificarse demasiado con la derecha, de quedar en evidencia como
el policía bueno, siendo el PP el policía malo. Y levantarse de la mesa todavía
es peor. Yo no sé si Rivera está preparado para ese juego de las siete y media.
Y Podemos, pues ya lo he dicho.
En este teatro son artistas consumados. Tiene razón la sultana andalusí cuando
hoy mismo ha definido a Iglesias como un artista. Si la parte del electorado
predispuesta a castigarles por sus excesos previos es capaz de perdonarles
merced a estas operaciones teatrales de última hora y además consiguen llevar a
IU al huerto no será mucho lo que tengan que perder en caso de nuevas
elecciones.
Perdonad si no se me entiende. No
me entiendo ni a mí mismo. No me gusta nada el teatro burgués de bulevar
parisino, el vodevil, en el que la sorpresa está a punto de saltar en cualquier
momento, en el que se abren y se cierran puertas, entran y salen personajes cada
cual más extravagante y los actores cambian de vestuario constantemente.
Que ustedes lo pasen bien y que
el mes de abril les colme de venturas.