Vuelvo a hablar de política. Que pesadez…Pido perdón por anticipado.
Algunos hablan de una catarsis en el PSOE como respuesta a
la debacle electoral en Galicia y País Vasco. Yo huiría de palabras griegas en
este momento no vaya a ser que alguno se acuerde del PASOK.
Ya han salido al escenario de Twitter y levantando la voz ese
pequeño pelotón de las ministras de vivienda de los últimos gobiernos del PSOE y algún que otro exalcalde. Otros más hábiles o menos despistados
hablan de una profunda reflexión con voz engolada. Acabáramos. Yo que creía que
Rubalcaba era el secretario general que el partido había elegido para ese
periodo de transición en el que el PSOE se dedicaría a reflexionar, ahora van y
me dicen que esos deberes no están hechos. ¿Entonces a que se ha dedicado
Rubalcaba en estos meses?
Lo mas chusco de todo sin embargo es la respuesta oficial de la dirección del PSOE.:
"El PSOE promete una “renovación ideológica” tras su desplome electoral". Suena a la recuperación de las señas de identidad marxistas abandonadas en la transición. A aquello de "señora, si no le gustan mis ideas, no se preocupe, tengo otras"
Después de estos pellizcos de monja vayamos a lo importante.
Es una desgracia que el PSOE esté perdiendo peso específico en la política
española cuando todo apunta a la necesidad de una fuerza progresista que pueda
desarrollar un proyecto para salir de la crisis
compatible con la reforma de las instituciones políticas de este país.
Si en estos meses el PSOE no ha estado a la altura de las circunstancias puede deberse al choque emocional provocado por la pérdida del gobierno. Pero ya es demasiado tiempo piensa uno. Había evidencias que que aquello iba a pasar desde meses antes. Las preguntas están hechas y lo que falta son las respuestas:
¿Estamos asisitiendo al final del ciclo político de la transición y el país necesita un nuevo proyecto constitucional?
¿Cómo construir un programa y un proyecto que obtenga un
amplio respaldo electoral a favor del cambio y la modernización económica y social de España?
¿Como hacemos lo anterior en medio de la crisis económica y con una Europa secuestrada por poderes no democráticos y/o por la voluntad de una potencia hegemónica incapaz de asumir sus responsabilidades?
¿En que medida la práctica, tantos años dedicados a gobernar, han alejado al PSOE de los viejos postulados socialdemócratas o en que medida esos postulados deben someterse a revisión?
¿Que cosas, que proyectos se han abandonado por razón de su imposibilidad real o por desidia propia?
¿Que pasó con las ideas referenciales del socialismo español basadas en la escuela pública, en la limpieza de comportamiento y en la transparencia en el ejercicio de la función pública?
¿En que medida se necesita un nuevo partido, mas imbricado con la sociedad y desprovisto de ataduras y compromisos con intereses ajenos?
Está claro que en el interior del PSOE en estos momentos no
existe la fuerza ni la moral para responder a esas preguntas y que hasta les resulta
dudoso que esas sean las preguntas a plantear. Puede entonces que lo
primero sea someterse a la misma sociedad e invitar a las gentes cercanas, a los sectores progresistas a sostener en común ese debate. Abrir el partido
a nuevas voces. Construir una organización transparente y abierta y eliminar todo
aquello que lastre ese propósito. El PSOE debe dejar de ser una agencia de
colocación y una máquina de sustitución de las voces del pueblo por parte de
grupos de interés privado. Parece que es el tiempo de las mil escuelas,
de los debates abiertos y no el de lanzar mensajes en línea con la vieja cultura del "que se mueve no sale en la foto". Huir de la exaltación del valor de la lealtad como el bien mas preciado en una organización. Lealtad si, pero lealtad al pueblo, lealtad a las ideas y a los proyectos democráticos. Nunca miedo a la crítica y al autoanálisis.
No se trata de empezar de cero ni de rehuir de su propia
historia. Pero tampoco la de edulcorar la realidad y negarse a reconocer la
trascendencia del momento. La crisis del PSOE será posiblemente la crisis de la
socialdemocracia europea pero también la crisis del modelo constitucional
nacido de la transición. El PSOE no puede seguir aspirando a representar la
cara bonita y democrática de la España moderna sencillamente por que así lo
mantenga su discurso. Tiene y ha tenido en su seno también la representación de
una España heredera del casticismo jacobino y de las prácticas de la
restauración borbónica de siglos pasados. Tiene como figuras de proa a personas
que en estos momentos encarnan la representación del poder oligárquico y apenas
le quedan enganches con los sectores más críticos de la ciudadanía de los que
se ha distanciado por razones de poder y de intereses. Puede que haya llegado
la hora de reconocer los límites de la transición y abrir una nueva época en la
que establecer el marco de una nueva convivencia.
No es tarea fácil por mucho que la crisis y otros
acontecimientos que vamos a vivir- el descuelgue catalán y vasco por ejemplo-
deterioren y hasta anulen el potencial electoral del PP. De la pérdida de
fuerza del PP, el PSOE no saca fuerzas propias. Al revés, muchos están
dispuestos a inmolarse en los mismos propósitos centralizadores que asume la
derecha española. No es el PP quien debe arrastrar al PSOE hacia la práctica de
una política castiza y jacobina. Es el PSOE quien debe procurar que emerja una
derecha democrática y reformista en contraste con la deriva en la que el PP se está
embarcando hacia posiciones autoritarias.
El PSOE no debe tener miedo a la propuesta de cambio constitucional. Por
supuesto que previamente a ello debe pactar en sus filas la idea, el proyecto
para una nueva constitución. Una idea moderna de pais en el que se puedan asumir distintos proyectos nacionales con la debida garantía de respeto a las minorías. En el que la defensa de la unión de todos sea en positivo y como expresión de la voluntad popular. Oponiendo a los discursos de separación o de unión a la fuerza el temple democrático y el acuerdo. Eso es a lo que aspira la mayoría de los pueblos de España y no a seguir asistiendo a ese ruido de sables, de guardias civiles, de amenazas de cárcel o la de llevar ante el mundo nuestros conflictos.
Y todo eso nos lleva a algo llamado liderazgo. Liderazgo de
una nueva generación de dirigentes socialistas encabezada por una personalidad
que sea capaz de representar ante los ojos de los ciudadanos ese compromiso de
reforma y modernización.
No hace falta una persona que tenga los conocimientos en derecho político
y constitucional de un Peces-Barba. Ni la capacidad de comunicación de Felipe González. Ni el tacticismo de Rubalcaba. Ni siquera es necesario que sea joven. ¿Acaso Beiras es un señor mayor?
Que no haya tenido protagonismo en los gobiernos de Zapatero. Que conozca bien la diversidad de España y no se asuste ante las demandas de los nacionalistas pero que tampoco se pliegue a ellas.
Que no existen los mirlos blancos. Pues que los pinten. Cualquier
cosa antes que seguir con la tontería esa de la oposición responsable y la renovación ideológica.