28 de septiembre de 2012

Por un futuro sin paraguas y sin clases sociales




Edward Bellamy fue un escritor norteamericano que vivió en la segunda parte del siglo XIX. Era un socialista utópico de los que tanto abundaron en aquellos años. No se extrañe si su nombre no les suena. Apenas su obra es conocida en nuestro tiempo.  Pero uno de sus libros, titulado Looking Backward , fue uno de los títulos mas leidos de la época y de vez en cuando recupera protagonismo  por sus hallazgos proféticos. Cuenta la historia de un hombre que se ve trasladado, por un extraño accidente, al año 2000 desde su Bostón natal de los años 1880. Pertenece por lo tanto a esa literatura que hoy llamamos  cienciaficción.


En el libro se anticipa la tarjeta de crédito por ejemplo o el hilo musical. Mas curioso todavía: al comentar sobre el sistema editorial que rige en los años 2000 el autor nos da cuenta de un sistema que no dudaríamos en llamar crowdfunding pues se basa en la agrupación voluntaria de personas interesadas para lanzar periódicos y revistas. 

El libro en si es un pequeño hallazgo que en algunas ocasiones aburre pero que en muchas otras nos da pistas sobre las posibilidades que una sociedad avanzada presentaría para la felicidad de los seres humanos. Las personas reciben una especie de salario universal. Todos los trabajos tienen el mismo valor para dignificar el hecho de trabajar y todo el mundo tiene que cubrir un periodo de su vida trabajando pero puede acumular ingresos procedentes de su capacidad de trabajo para comprar tiempo. Todo ello a veces se hace algo confuso y detras del libro subyacen todo tipo de teorías utopistas que estaban en boga en su tiempo. Las casas son sencillas pero los lugares comunes, los habitats sociales, tienen todo el confort que el mas sibarita pueda imaginar

El caso es que me he acordado del librito- por cierto que lo puedes descargar libremente pues ya es de dominio público- después de todo un día acarreando el paraguas. Toda la ciudad llena de individuos bajo su paraguas particular. En el libro de Bellamy los paraguas han desaparecido pues las ciudades- por cierto que muy curioso el capítulo en el que señala la forma de trabajar de los arquitectos- se diseñan para abrir por encima de las aceras una especie de protección ante el agua de la lluvia. "Una cubierta continua a prueba de agua había sido tendida de modo que la acera quedaba bajo ella y se transformaba en un corredor iluminado...". "El paraguas privado es la figura favorita de mi padre para ilustrar las viejas costumbres cuando cada cual vivía para si mismo y su familia...". 

Que tiempos aquellos en los que los utópicos aspiraban a una sociedad sin paraguas. Puede que tuvieran toda la razón del mundo. Yo aspiraría a una sociedad sin clases sociales y sin paraguas, sin dudarlo un instante. Con lo que está cayendo. Por cierto la foto de la portada no tiene ningún significado simbólico particular. Nada que ver con las lluvias de palos caidas estos días por Madrid.

POSDATA

Pensándolo bien resulta que lo de las calles protegidas de la lluvia puede que ya estuviese inventado en la edad media europea y, principalmente en España. ¿Que si no significan las plazas mayores porticadas? Madrid, Salamanca, Valladolid, la corredera de Córdoba, la plaza del Rey de Barcelona, la de Gipuzcoa en Donostia, la de...incontables plazas a lo largo y ancho de la geografía española..y portuguesa. Incluso en Europa como las de los Vosgos en Paris o la plaza de Arras. Evidentemente nuestro amigo Bellamy puede que no conociese España y por eso ignora el invento de los soportales. Todavía en muchos proyectos arquitectónicos se reivindica el uso de los soportales pero tienden a menos como me informa un amigo arquitecto. Nuestro clima es menos exigente- aunque deberíamos entender que los soportales también nos libran de la luz del sol- y parece que los soportales crean problemas de habitabilidad, seguridad y de limpieza. Ustedes dirán...

25 de septiembre de 2012

El barón de Münchhausen y los mundos de Yupi





Si uno tuviera tendencia a tomar como verdad revelada los pensamientos y las concepciones que mas coinciden con sus propias creencias o deseos terminaría por vivir en el mundo de Yupi.

En estos momentos, por ejemplo, uno pensaría que estamos a punto de entrar en un proceso constituyente debido a la presión irresistible de un pueblo luchador que llena las calles de las ciudades gritando a favor de cambios transformadores radicales. Incluso las voces y los ecos que hablan de “autogestión generalizada” le sonarían como música celestial. Los ingleses tienen una expresión para definir el síndrome de confundir los deseos con realidades: wishful thinking, literalmente pensamiento ilusorio, que define muy bien la situación en la que las emociones mandan sobre la razón.

En condiciones normales es fácil sustraerse a esa confusión, tenemos tiempo y tranquilidad para resolver los problemas. En situaciones de crisis como las que vivimos tenemos tendencia a ilusionarnos o a inventarnos estrategias fantasiosas, aunque solo sea para huir de la espantosa realidad que nos atenaza o para evitar caer en la depresión y el abandono. Es preferible tomar impulso y utilizar el famoso procedimiento del barón Münchhausen de tirarse de los pelos uno mismo para elevarse sobre las aguas y arenas movedizas del pantano.

Algo de eso creo que nos pasa a muchos de nosotros. Ilusionados por ver la llegada al campo de la lucha política de colectivos muy numerosos-la generación del 15M principalmente- y que aportan una enorme frescura y una nueva visión de las cosas, caemos en la tentación de creer que estamos a punto de asistir a uno de esos raros periodos de la historia antesala de las revoluciones o de cambios transformadores. Como además los tiempos coinciden con un deterioro tan visible de las instituciones que nos gobiernan, nos inclinamos a sumar a la necesidad virtud y establecemos una mirada sobre la realidad cegada por la ilusión y el encantamiento. En el fondo de nuestro cerebro hay una señal de alerta que nos avisa sobre la dificultad del empeño pero incluso con ese despertador puesto nos negamos a ejercer de aguafiestas y nos apuntamos al guateque de la revolución pendiente. Algunos hasta el delirio si fuese necesario.

¿Cómo no va a ser posible el cambio si es necesario? ¿Cómo puede la sociedad renunciar a salvarse? Esas preguntas ingenuas nos conducen al mismo escenario. Decimos que lo ilusorio es no cambiar, que el peor de los escenarios es quedarse quietos y asistir a nuestro funeral. Este es el mayor de los engaños. Confundir el instinto de supervivencia de la especie con el propio de las sociedades. Sin entender que a veces las sociedades pugnan por su propia desaparición como mejor receta para conjurar las grandes crisis. Y que la suma de los intereses privados, la acumulación de demandas de todo tipo tiende a colapsar los sistemas, incapaces de acomodarse a nuevas formas de interés común basadas en la emergencia, la justicia y la supervivencia social. Y de ese colapso nacen convulsiones sociales y políticas que nos hacen retroceder en materia de libertades y caer en tentaciones populistas.

En resumen y para no seguir con estas disquisiciones de pensador de tercera. Creo que a despecho de lo que nos dicta el corazón, no vivimos en medio de una situación prerrevolucionaria. Al contrario, son tiempos de fragmentación, de sálvese quien pueda. Y la política en estos tiempos exige más que nunca tino y tranquilidad. Necesitamos estrategias y partidos políticos capaces de visualizar un proyecto transformador asumible por el conjunto social. Y un clima de debate honesto, de libertad de discurso. Pero sobre todo trazar argumentos comunes, proyectos que abran un tiempo nuevo en el que quepan las inmensas mayorías.

En España vivimos un momento fundacional de esas características, muy parecido al de nuestra transición. Y, desgraciadamente, nos falta un relato de aquellos años que huya de las dos teorías más difundidas y asumidas por las historiografías dominantes sobre ese periodo de nuestra historia. Que se separe de los que ven la transición como un modelo altamente exitoso lleno de inteligencia y diseño cuando no fue así como pasaron las cosas, pues la chapuza, el cálculo y la improvisación fueron a veces los motores del cambio. O que etiquete a la transición como la gran traición al pueblo, como la venta de un pueblo luchador al que se manipuló. Ni una cosa ni la otra.

Hoy estamos viviendo episodios que nos retrotraen a aquellos años. Unas instituciones económicas, empresariales, políticas y de gobierno al borde del desmayo, bunkerizadas e incapaces de acomodarse a los cambios. Unas demandas populares de naturaleza social, política y territorial imposibles de ser satisfechas al mismo tiempo. Una calle en ebullición. Y una mayoría social enormemente insatisfecha, asustada y desvertebrada. Unos pocos pugnando para que nada cambie, otros pocos para que todo se transforme. Y muchos asistiendo al espectáculo con ansiedad, desconfianza y tremendo desengaño, cuando no sumándose a aventuras populistas o propuestas de huir de la quema con salidas particularistas.

En aquellos años hubo que crear nuevas estructuras de representación, desarrollar proyectos de país. Y esa es la diferencia con los años actuales. Aquí no vemos la emergencia de fuerzas que vayan articulando un discurso razonable y apuestas de transformación. No vemos el diálogo de las fuerzas políticas entre si. No vemos una derecha reformista en tensión con capacidad de renovarse. No vemos una izquierda modernizadora y reformista. El PSOE parece arrastrar los pies, con cansancio de fuerza acomodada. Los continuadores del PCE o del PSUC están divididos en fracciones o anulados en su conexión directa con el pueblo. Los sindicatos entonces emergentes, llenos de vigor hoy padecen de la enfermedad senil típica de las organizaciones jerarquizadas. La otra izquierda, la izquierda juvenil radicalizada de aquellos años es posiblemente hoy algo mejor que la de entonces. Está más enraizada en los nuevos movimientos populares. Pero no tiene espacios propios de debate, ni dispone de la fuerza organizativa necesaria para tener presencia en la sociedad.

Termino este rollo patatero. Creo que tenemos mucho trabajo, que la política es nuestra salida y que tenemos que arar con los bueyes- que nadie me malinterprete- de nuestra propia finca.  Se trata de llevar al ánimo de nuestra clase política la demanda de que se muevan. Que superen esa dinámica antipolítica que hoy les mantiene acogotados. Que abran las puertas de las instituciones. Que se mezclen con el pueblo. Todo antes que asistir al triste espectáculo de estos días. De un Congreso asustado, encerrado. Y con los guardias de la porra como su mejor defensa. Que tristeza.

18 de septiembre de 2012

En la muerte de Santiago Carrillo


Intervención de Santiago Carrillo en el mitín del PCE celebrado en Montreuil, Francia, en el año 1971. El corte forma parte de un documental sobre aquel mítico mitin filmado por Pere Portabella.



La juventud madrileña
está alegre y muy contenta
porque Santiago Carrillo
nos dirige y nos orienta…

Allá por los finales de los años 60 del pasado siglo y con la música de La Cucaracha cantábamos esa y alguna otra copla dedicada al camarada Carrillo los chicos y chicas de las Juventudes Comunistas de Madrid. Para nosotros Carrillo era un mito en la distancia. Muchos seguramente ni siquiera podían ponerle cara pues apenas circulaban fotos con su imagen. Teníamos libros, discursos y artículos publicados en la prensa comunista. Poco más.

Así no es de extrañar que cuando en algún momento del año 70 me tocara asistir en Francia a una reunión clandestina en las cercanías de París apenas pude reconocer a Carrillo si no fuese porque era de las pocas personas mayores asistentes a la reunión y por el protagonismo que asumió en las discusiones. Acompañado del andaluz Ignacio Gallego y del gallego Santiago Álvarez, viejos mitos de la clandestinidad, Santiago Carrillo se empeño en transmitirnos a fondo las posturas del partido en torno a la agenda de una organización comunista menor como era la de la Unión de Juventudes Comunistas de España. Recuerdo en particular la discusión en torno a la presencia de los jóvenes en el ejército. Todavía existía el mito de que los comunistas debían ser buenos soldados y aprender las técnicas militares por si en algún momento pudiera ser útil para la causa del pueblo. Supongo que más de uno se extrañará de que en aquellos años todavía se pudiera tratar del tema bajo esa perspectiva. Cosas de la época y prueba de que los comunistas todavía vivían inmersos en una cultura política propia de la guerra fría.

Se vivieron en aquellos años finales de los sesenta y principios de los 70 una serie de acontecimientos como el Mayo francés, la invasión de Checoslovaquia por las tropas soviéticas o el gobierno de la Unidad Popular en Chile que fracturaron de arriba abajo todo el movimiento comunista internacional. En aquellos años nacieron las líneas de ruptura que llevaron a la mayoría del PCE a adoptar un modelo de organización y un programa político que posteriormente se dio en llamar eurocomunismo. La vida en la clandestinidad en el interior de España no permitió vivir aquellos debates en condiciones adecuadas y la bronca y la fractura se instaló en las filas comunistas del exilio casi en exclusiva. Fueron los años en los que dirigentes como Lister y otros de la misma cuerda crearon formaciones que se fueron arrastrando a lo largo de los años y que apenas incidieron en la vida interna de los comunistas españoles del interior.

Carrillo puede que en aquellos años estuviese a tope en sus facultades políticas como dirigente. Tenía una enorme experiencia y su capacidad de síntesis le hacía brillar en el interior de un partido sólidamente organizado. Recuerdo en particular el mitin del 71 en Montreuil como una de las cumbres de su liderazgo. Y por supuesto los mítines de los años 77 y 78 en las plazas de toros y los estadios de toda España.


Luego ya no tuve más ocasión de ver a SC en persona hasta los años de la transición. El PCE tenía una oficina en la calle Claudio Coello, en pleno barrio de Salamanca. Allí acudía yo casi todas las semanas a algunas reuniones de coordinación del departamento internacional que dirigía Marcos Ana y era ciertamente fácil cruzarse con SC por el interior de la casa. Se trataba en aquellos años de formar una estructura moderna capaz de hacer frente con las debidas garantías al reto de la democratización de España. No es la idea de este escrito la de contar la historia de aquellos años. Solo la de evocar- con mis propios recuerdos- la persona del recientemente fallecido Santiago Carrillo, secretario general del PCE desde los años 50 y personaje ya histórico de la lucha contra el régimen desde los mismos años de la República. Carrillo llegó a Madrid rodeado de un equipo muy veterano procedente del exilio. A aquel equipo se le fueron sumando personas y personalidades de la lucha clandestina como Pilar Brabo, Romero Marín, Sánchez Montero, López Salinas. Pero no hubo forma o tiempo de crear una organización con mayor presencia de unas bases entusiastas reclutadas en los últimos años del franquismo y los primeros de la transición en los ambientes universitarios, profesionales y laborales. Inventos como los de la “territorialización” por los que se pretendía superar la vieja organización basada en células y comités a través de agrupaciones de base territorial tuvo mucho que ver. También la incapacidad de superar el reto de la institucionalización que provocó la emergencia de una nueva clase de dirigentes volcados al trabajo en los ayuntamientos, las nuevas comunidades autónomas, etc.

Si a eso añadimos la labor de zapa del PSOE provocando la fuga de cuadros comunistas que le resultaban necesarios para ocupar las crecientes parcelas de poder que les tocó ocupar, tenemos el dibujo de una organización que pasó en pocos años de la gloria de haber sido la formación mas sólida del antifranquismo a una pequeña formación desmadrada y encabronada en su interior. A los disgustos por la misma forma que adoptó la transición se añadieron las dificultades de integrar generaciones, procedencias e intereses en el seno del partido. Muchos nos despegamos entonces del proyecto. Llegó el momento en el que solo los muy militantes o los más dotados para la intriga se sintieron cómodos en la organización.

En aquellos años, finales de los 70 y principios de los 80, éramos muchos los que considerábamos que Santiago era ya un tapón y que debería haber abierto una transición interna en el PCE. Pero las cosas nunca se hacen a satisfacción de todos. Yo me decía “con lo mayor que es este hombre tendría que estar cuidando de conseguir que la mayor cantidad posible de gente asistan a su entierro”. Si, si, mayor. Treinta años más de vida. La vida es imprevisible igual que la muerte. Santiago en el golpe de estado del 81 firmó la mejor página de su historia personal. Fue como el canto del cisne. Su persona quieta en su escaño ha quedado como la prueba de la dignidad política. Pocos pudieron decir lo mismo de esa generación de políticos.

No es el momento de tratar sobre la transición. Creo que los medios están vinculando en demasía a Carrillo a aquellos años. Para mí que la persona de Carrillo trasciende a esa época. Incluso me atrevo a decir que no fueron precisamente aquellos sus años más fértiles.

Fértiles, ricos y hermosos fueron los años anteriores en los que Carrillo supo formar una organización abierta a las nuevas generaciones de españoles que no habían vivido la guerra. La política de reconciliación nacional, la ocupación de zonas de libertad, la definición a favor de un socialismo humanista y la dureza en mantener viva una organización política a despecho de la dictadura son su mejor tarjeta de presentación ante la historia. Detrás de aquellos tiempos quedaron los de la guerra civil, los de los años de hierro de la guerra fría, etc.

Y por delante, después de los de la transición, quedaron los muchos años dedicados a aportar su lucidez al análisis de la realidad política española desde los medios de comunicación. No se como se apañaba para interpretar los hechos políticos siempre con naturalidad y tino y sin detrimento de sus ideas, sus profundas ideas socialistas.

Ya solo me queda recordar la otra copla que le dedicábamos los chicos de las JJCC en aquellos lejanos años:

Cuchillo, cuchara, que viva Che Guevara
Cuchara, cuchillo, que viva Carrillo

Descanse en paz Santiago Carrillo, un testigo y un protagonista de la historia de España.
 



15 de septiembre de 2012

FOTOS DEL 15S

La marea roja

Los sanitarios

Los mineros muy bien representados

La marea negra

Ideas de bombero.

Un extraño cruce de leninista ugetista

Banderas republicanas por doquier

Descansando de una noche  entera en autobús

Los gallegos

Hay quien nace con estrella

Una del Bierzo

Un vasco con falda de aldeana. Con un par

La calle de Génova cerrada. ¿Estarían de obras?

A la sombra de los recortes.

Los bares haciendo el agosto con las mareas. Como el bar de la playa de las Catedrales.

13 de septiembre de 2012

Política catalana: Encerrados con un nuevo juguete llamado Estado.

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Algo muy grave debe estar pasando para que en Barcelona un millón de catalanes de todas las clases sociales y de todas las ideologías se hayan colgado del brazo para reclamar la creación de un nuevo estado, el estado catalán. Entender cuales hayan sido las razones es lo que trato de hacer con este pequeño ejercicio mental. Mi particular tesis es que los elementos conjurados en una conjunción planetaria extrañísima a favor del éxito de la Diada han sido: el aburrimiento y el desasosiego producidos por la cansina, castiza y casposa política dominante en España, el cambio en la percepción de del separatismo como amenaza inducido por la desaparición y la derrota de ETA, la crisis económica y las respuestas a la misma y, lo último pero no lo menos importante, el manejo sutil y peligroso de las emociones populares practicado por las élites políticas catalanas para librarse de la deslegitimación social que les amenazaba.

Si hasta ahora los nacionalismos independentistas- tanto el vasco como el catalán- habían presentado su peor faceta como práctica dominante, la de la violencia terrorista o antiespañola, ahora las condiciones son distintas. El juego de las emociones se desarrolla en un escenario distinto. La capacidad de movilización sentimental a favor de un nacionalismo de cara humana puede resultar tan extremadamente popular y entendible por tirios y troyanos como las movilizaciones contra el terrorismo. Y en este caso obrar a favor de estrategias políticas completamente distintas. Nota al margen: si en estos momentos aquellos que durante tantos años se empeñaron en mantener o entender la lucha armada siguen sin entender su enorme error histórico es que los dioses no les han dotado de la mínima dotación mental necesaria para practicar el juego de la política.

Desaparecida ETA y las expresiones torvas, malhumoradas y en muchas ocasiones racistas representadas por fuerzas nacionalistas minoritarias y en coincidencia con un periodo de desapego popular español de sus instituciones y de una crisis galopante que hace comprensibles movimientos pendulares de cambio- en lo social y en lo político principalmente-, parecería que ha llegado el momento de dar cauce a procesos de autodeterminación o cuando menos de abrir el debate en unas condiciones diferentes a las tradicionales, y mas en positivo. A ese propósito ayudan circunstancias internacionales como las del proceso de autodeterminación de los escoceses del Reino Unido y otras circunstancias internacionales que aún lejanas en términos geográficos o culturales no dejan de ser relevantes: Sudán del Sur, Kosovo, etc.

En Euskadi mediante una acumulación de fuerzas nacionalistas con amplio respaldo popular y en Cataluña a través de la desestabilización y degradación de las instituciones autonómicas, se abren procesos novedosos de posible construcción de nuevas legalidades políticas territoriales que por primera vez no buscan tener encaje en la literalidad de la Constitución de 1978 y que superan los límites impuestos por la misma, en lógica deriva de las bofetadas recibidas en los últimos años a los intentos, posiblemente bien intencionados pero torpes, de cambio dentro del marco constitucional español.

Ante ese panorama la respuesta del centralismo y del jacobinismo no puede ser la misma que en tiempos anteriores. No es posible levantar una muralla que agrupe a la opinión pública española cuando la misma puede entender como asumibles los movimientos populares nacionalistas ya que se expresan con el fervor de las mayorías y no con las armas o el insulto. Mucho mas cuando en el poder ejecutivo están las derechas ocupadas en arreglar las crisis y con pocas ganas de enfrentarse de forma radical a la “amenaza” separatista. El campo de juego no está preparado para un combate a garrotazos a la manera goyesca, por el momento. Otra cosa sería con un PP en la oposición, que no dudaría un solo instante en sacar en procesión sus peores instintos mediante los expedientes tradicionales del tradicional boicot al cava y a los productos catalanes entre otras muchas excentricidades. Hoy esas campañas serán alimentadas casi en exclusiva por sectores minoritarios de la extrema derecha a poco que los dirigentes catalanes y vascos, en el poder ahora en Cataluña y pronto en Euskadi, sepan embridar y apacentar a sus huestes.

Mucho contribuirá a un manejo tranquilo, cuando no escapista, de la presión, la personalidad de Rajoy, amigo de guardar los expedientes en un cajón. No sería desde el punto de vista de los intereses de la derecha a largo plazo la peor de las estrategias. Parece que siempre es buena respuesta esperar que el adversario se enrede y eso en la política española, desgraciadamente, siempre tiene premio. No está nada claro, por otra parte, que el frente de fuerzas catalanas conserve ese clima de “idilio” popular de la manifestación de la Diada. La agenda social y la propia gestión de las instituciones autonómicas pueden desbordar los marcos emocionales de los que el movimiento se ha dotado en estos primeros compases. Lo mismo puede preverse en cuanto al caso vasco. La lucha por la hegemonía entre las izquierdas y el centro nacionalista vasco puede dar mucho de si. Habrá que esperar y ver, única especialidad en la que brilla el talento del poco talentoso señor Rajoy. Incluso sería un éxito que Rajoy pudiera seguir ejerciendo de Dan Tancredo y resistiese las pulsiones atávicas de la derecha carpetovetónica y sus viejos dichos como el de “antes una España roja que rota”.

En cuanto a los socialistas poca voz propia y poca presencia de ánimo pueden ofrecernos. Enfangados en su propia crisis de identidad lo mas que pueden esperar es que en ese clima enrarecido el PP se queme. Tanto si el PP presenta un perfil sereno que pueda ser entendido por las base populares como entreguismo o pactismo como si se enredan en los viejos juegos de la derecha tribal española y vuelven a destapar el tarro de las esencias puede ofrecer una buena renta a los socialistas en el buen y clásico entendimiento de que las elecciones en España se pierden, no se ganan. La pregunta retórica que lanza Rubalcaba a Mas para que se defina entre “la negociación para seguir juntos o para separarse” es absurda y de ida y vuelta. Un socialista que aspire a gobernar debe dirigirse al pueblo directamente con sus propios postulados y no devolver balones tácticos a ver si escampa. En cualquiera de los casos la pregunta de Rubalcaba tiene escasas respuestas que no vayan acompañadas de exigencias de cambio político en España. Con la sentencia del constitucional quedaron claros los ceñidos límites del marco normativo constitucional. Tendríamos que ir a una reforma de la constitución para abordar de una manera “legal” cualquiera de las dos perspectivas de salida al reto independentista catalán de construir su propio estado. Que Rubalcaba no quiera o no se atreva a liderar una oferta política de cambio político en España no puede ser cargado sobre las espaldas de los catalanes. Es lógico que Rubalcaba y el grupo dirigente actual del PSOE buenos conocedores de las interioridades socialistas eludan a todo trance el compromiso y la definición política en la materia. Ese encaje de bolillos para mantener la estructura heredada de la derrota puede resultar difícil de sostener.

Para el mundo de la izquierda cercana a los postulados de IU y Esquerra Unida y Alternativa parece abrirse, sin embargo, un hueco político que avale su actual oferta de cambio constituyente. Pero la cosa puede tener sus contrapartidas. No sé en que manera la agenda nacional catalana o vasca sea un impedimento para conectar con una base electoral en el conjunto del país mucho mas interesada por la dimensión económica, sindical y social y que normalmente es la que suele hacer incrementar o disminuir el caudal de votos de la formación federal de IU. IU, aunque en proporciones distintas a la de los socialistas, sufre también de la enfermedad o el vicio del jacobinismo. Y a sus bases puede que les resulte insufrible ver como sus compañeros catalanes van del bracete con individuos tan odiados como Mas, Puig etc. Por mucho menos IU ha recibido en su ya larga vida fuertes castigos electorales.

De Esquerra Republicana poco puedo decir. Realmente se les ha perdido el rastro y me imagino que en estas aguas no están acostumbrados a chapotear. Marcar un territorio desde la utopía es distinto a gobernar el día a día de una transición posible.

Me ha llamado la atención, en este caso de una manera negativa, la incomprensión o el despiste que parecen tener las  fuerzas vivas del 15M presentes en las redes sociales y que suelen dar la pauta del comportamiento posterior en las asambleas populares. Se les ve descolocados como celosos de que las masas salgan a la calle al conjuro de otras instancias distintas a las de su tronco. Los sectores ácratas o autónomos no suelen tener mucho cariño a las demostraciones nacionalistas. También es verdad que en el seno del 15M habitan otras fuerzas de orientación marxista que suelen sacar el recetario tradicional leninista- y estalinista- para interpretar los movimientos nacionales a la luz de su propia teoría. Veremos. En cualquiera de los casos me imagino que el movimiento de los indignados tendrá sus particulares fuentes de entendimiento en los sectores catalanes del 15M que nunca han sido muy partidarios de las devociones nacionalistas.

Advierto que todas estas interpretaciones que estoy perpetrando son meras hipótesis. Caben otras muchas. Los designios del señor son inescrutables. Viviendo como vivimos al borde de los abismos financieros y en un punto límite que nos puede llevar como país vaya usted a saber donde, aquí puede pasar cualquier cosa. Incluida aquella que pronosticaba Azaña de “Barcelona pide ser bombardeada cada cincuenta años”. España es un país rico en gañanes y nadie dice que la falta de talento y la caspa desfavorezca la fuerza política. La política de natural y de lógica tiene muy poco; la política es el reino de lo emocional y de las pasiones. Es la fuerza bruta. Las luchas por el cambio social tienen estaciones de tránsito que pasan por el pacto. La lucha por la creación de un estado es en el fondo una lucha que implica ganar o perder. No es un juego de suma cero como quieren hacer entender algunos nacionalistas amigos de las componendas. La cosa de las nacionalidades despierta pasiones. Eso de los divorcios civilizados no deja de ser un buen deseo.

Posiblemente todo quede en agua de borrajas. Posiblemente vuelva a funcionar un nuevo gran pacto, una nueva transición. La clase política española sigue estando muy tutelada por determinados poderes financieros y económicos. Tenemos una UE que no tiene el menor interés en presenciar la degradación del clima político y económico en España. En cualquier caso la botella se ha descorchado y no sabemos la calidad del líquido que lleve dentro ni el precio que habremos de pagar.

Por mi parte solo añadir que sin ser precisamente un nacionalista ni amigo de las identidades yo hubiera ido a la Diada. Aunque solo hubiera sido para manifestar mi asco por la cutrez y la degradación de eso que se llama España y, sobremanera, de la mayoría de sus representantes políticos y minorías dirigentes. Cansancio de aquellos que han llevado a nuestro país  al retorno de la picaresca, en la que incluyo, no vayan ustedes a creer, a los catalanes amigos de las comisiones, a los del Palau, a catalanes amigos de la represión como el tal Felip Puig y a tantos otros que coloco en el mismo panteón de la vergüenza de España. Igual que los catalanes franquistas fueron capaces de negar sus orígenes cuando les convenía, ahora, otro círculo de catalanes están dispuestos a traicionar la transición. Eso se llama política. Chapó.

ACTUALIZACIÓN 14 DE SEPTIEMBRE DE 2012



Con esto de las redes sociales uno coloca el texto del blog en Facebook y es allí donde se levanta el mayor debate en torno al mismo. Pasa como aquello del pájaro que colocaba los huevos en un sitio y pegaba los gritos desde otro. Necesitamos posiblemente tanto como una teoría unificada del universo un espacio común al que vayan tantas aportaciones segmentadas a una u otra red social. Esto es un sinvivir.
El caso es que me ha parecido sumar al principal del blog los textos de ese debate multilocalizado e incluir además, y de manera unificada, un texto de contestación que aparece en los comentarios del blog para formar entro todo ello un cuerpo textual mas significativo. Me llama la atención la forma positiva de todos los interlocutores de abordar el dificil trance de la noticia de la manifestación de la Diada. Un saludo y gracias a todos

TEXTO DE ANTONIO G.
El nuevo juguete ya es viejo, o mejor, ajado... quizás por eso pasan algunas cosas que pasan.

TEXTO DE ÁNGEL MANUEL A.
Lo que nos queda por ver.

TEXTO DE FRANCISCO O.
Como dijo Merkel, si en 2030 con 7.000 millones de habitantes en el planeta, Alemanía sola con 80 millones no será nada o casi nada, imaginemos un país de 6 millones y fuera de la UE. El nacionalismo es incansable, nunca tiene suficiente siempre pide más. Quizás si les decimos bueno pues vayanse, darían marcha atrás inmediatamente. Supongo que se sabe que el 90 % de los libros escritos en español se editan en Cataluña y que el 95 % de los doblajes al español de películas extranjeras se hacen en Cataluña, etc... Cuidado el negoci es el negoci. Por otro lado esta frase que entrecomillo de tu artículo es cuando menos interesada "Otra cosa sería con un PP en la oposición, que no dudaría un solo instante en sacar en procesión sus peores instintos mediante los expedientes tradicionales del tradicional boicot al cava y a los productos catalanes entre otras muchas excentricidades"......Si en el PP reaccionan calmadamente malo y si lo hacen con contundencia tambien malo, ¿en qué quedamos?

TEXTO DE ENRIQUE A.
El hecho identitario es algo que a mi me deja bastante frio. En una sociedad global como la que vivimos, poco se me da que usted venga de Kosovo o de Catalunya. Será una carencia mia, pero yo no me lleno de fervor por ningún nacionalismo español que vaya más allá del hecho ocasional de que la selección de fútbol juegue el mundial. Debe ser una carencia, ya digo, pero no lo hecho en falta. Por eso me parece entender que, folklore aparte, creo que es mas facil echar la culpa de los recortes de esta crisis al estado opresor que asumir la propia responsabilidad de mal gestor. Aqui hay mucho gato encerrado. No me fio. Claro que a lo mejor es lo de mi carencia.

TEXTO DEL AUTOR DEL BLOG EN CONTESTACIÓN
Lo que está pasando en política si fuese interpretado en clave meteorológica recibiría el nombre de tormenta perfecta. Todas las condiciones se dan para estrellarnos. Me repugnan todos los nacionalismos, incluido el español, pero no tengo por menos que aceptarlos como hecho político. Digo yo que siempre será mejor tomarse las cosas con tranquilidad que a la tremenda. Los escoceses quieren elegir entre seguir en el Reino Unido o constituirse en estado independiente y los políticos británicos les dicen que adelante, que convoquen un referemdum para aclarar las cosas. A lo mejor tenemos que probar ese método. Por mi adelante. El problema es que ese paso es imposible de dar en términos constitucionales. Y en cuanto a la aclaración que me pide mi amigo Paco Órtiz con mucho gusto: creo que el PP haga lo que haga siempre tendrá perdidas de simpatía y de votos. Si se queda quieto por la quietud, si se mueve por el sentido del movimiento. Las cosas en política son así. Yo no me las he inventado. Las decisiones políticas no son neutrales. Implican riesgos. Ahora bien, después de haber cosechado tantos enemigos en Cataluña posiblemente, hablo en términos de costes políticos, creo que haría bien en seguir una política serena y tranquila. Que lo vaya a conseguir es otra cosa. La confianza que yo tengo en el PP, no engaño a nadie obviamente, es igual a cero. Y en Rajoy por debajo de cero. Por lo tanto creo que harán las cosas de modo que será lo peor para todos. Ojalá me equivoque. Una cosa si que tengo que decir: no se por que razones el hecho de que Cataluña tenga su propio estado tiene que hacerles perder el peso que tengan en determinadas industrias. No me imagino una Cataluña aislada de España y fuera de la UE. Ni por que ellos quieran ni por que a los demas nos interese. Los tiempos del proteccionismo y del nacionalismo comercial pasaron y mejor que no vuelvan en caulquiera de los casos.

TEXTO DE ALBERT M

Estimado Angel, da gusto leer tus artículos, siempre tan alejados de dogmatismos y fobias sectarias.
Hace dos días que oigo y leo declaraciones y opiniones sobre el deseo de independencia de muchos catalanes. En este caso, por las opiniones (sin saber quienes son) capto instantáneamente de “qué pie cojea” la persona.
Para opinar con fundamento, habría que conocer: la historia de Cataluña, su relación con el resto de España, especialmente en la guerra de Sucesión, cuando ganó el Borbón con el inestimable apoyo de la ya poderosa Francia (por cierto, en Cardona les dieron buen matarile a los gabachos que ayudaban a Felipe V) e impuso el absolutismo, liquidando la instituciones catalanes. Aunque después, el empuje de la burguesía catalana y el propio carácter de los catalanes, hizo que evolucionase prósperamente. Sin embargo, quedó latente el rechazo a la imposición borbónica y castellana. Esto se ha mantenido a través de los años. Con la aparición de la II República y el brevísimo gobierno del Frente Popular, parecía que Cataluña iba a conseguir realizar su sueño, pero con la bota de los militares golpistas con el Generalísimo al frente, volvió la imposición (Barcelona ha sido varias veces cañoneada).
En esta etapa franquista, es de cuando puedo hablar con fundamentos: He comprobado que ha habido mucho más anti catalanismo fuera de Cataluña, que anti españolismo por parte de los catalanes. Estos siempre han sido tolerantes y con espíritu democrático, una cosa era el régimen dictatorial y otra el pueblo de España, pero ¡oh! ironía, los casposos y rancios anti catalanes, desde hace muchas décadas han demonizado a Cataluña, no consentían que se hablase una lengua diferente a la castellana y pretendían castellanizar (por cojones) a los catalanes (de esto he sido testigo y nadie me lo puede negar).
Desde que llegó la democracia, se ha seguido manteniendo latente “el problema” y ahora, agregando razones económicas, ha estallado.

No soy independentista, no quiero que amigos míos y compatriotas pasen a ser vecinos. Deseo que España encuentre el sistema en que todos nos sintamos a gusto. Lo de las autonomías, tal como está hecho, es un bodrio. Teniendo en cuenta nuestra multiculturalidad e idiosincrasia, pienso que la única salida es la confederación.
Espero no dejarme manipular por políticos que arriman el ascua a su sardina, nadie me tiene que decir lo que debo sentir o tengo que ser, pero en última instancia y según cómo evolucionen las cosas, apoyaré a mi patria chica, o sea, Cataluña (Catalunya en catalán).
Angel, de forma condensada y llana, he intentado plasmar lo que pienso. Habría muchos matices a apuntar, pero esto sería larguísimo. Un abrazo.


TEXTO DE CONTESTACIÓN DEL AUTOR DEL POST.
Albert, has prestado un testimonio tranquilo, lúcido, una visión sencilla y sincera que yo te agradezco pues completa muy bien las apreciaciones mias que no dejan de ser las de alguien al que le resultan ajenas, incluso molestas, las ideas patrióticas y nacionalistas del tipo que sean. Las autonomías fueron la salida posible en unas circunstancias determinadas por lo que tampoco creo justo demonizarlas. Seguro que ahora necesitamos un cambio de esquema territorial. Lo malo es que muchos buscan la salida en la centrifugación y otros en la recuperación del centralismo. No se como vamos a ser capaces de encontrar un acomodo y menos en el marco de la UE lo que implica otros condicionantes a tener en cuenta. No se si seré muy palizas si acompaño esta nota con el enlace a una crónica mia sobre el estado de las autonomías que escribí en mayo del 2009 cuando de alguna forma todo esto que está pasando ahora ya se venía incubando. Vuelvo a insistir, a pesar de los errores y de los excesos el estado de las autonomías fue el mejor invento posible para unas circunstancias muy precisas. Gracias a eso ahora resulta posible para los catalanes y para los que no somos catalanes aspirar a una nueva organización del estado e,incluso, a un cambio en el sentido confederal o a la separación, ojala que amistosa. http://elangeldeolavide.blogspot.com.es/2009/05/la-crisis-del-estado-de-las-autonomias.html

TEXTO DE MARTÍ A.- este texto es la agrupación de varios mensajes de contestación que aparecen en el blog y procedentes del mismo autor

"Ángel,

En general me ha gustado el texto. En algunas cosas estoy de acuerdo, en otras no; pero aprecio la distancia y la frialdad en un momento como este.

Una precisión previa: la manipulación de ciertas élites catalanas y el resultado de la manifestación, no funciona como dices, a mi entender. La manifestación la convocaba la “Assemblea Nacional Catalana” un totum revolutum que políticamente sólo se puede describir como movimiento de base. Por otra parte, CiU (como el PSC) estuvo presionando y tergiversando el sentido de la manifestación ("Catalunya, nou estat d'Europa") para convertirla en una muestra de apoyo al "pacto fiscal" o, incluso, a "favor del Estatuto" (PSC). Estas acciones, que llegaron al descaro, posiblemente movilizaron a mucha gente.

Es ahora cuando Mas se propone liderar la enorme inercia de la movilización con un discurso de "estructuras de estado y transición nacional" (su programa electoral) que, sin embargo, no tiene fechas ni hitos en el proceso, ni demasiada concreción; al menos no públicamente. Él se postula a si mismo, implícitamente, como la garantía del proceso.

Hecha esta previa, vamos al tema, que apuntaré brevemente. Los procesos autodeterministas / de secesión son, por definición, interclasistas. Por cierto, buena parte de la izquierda catalana, en sus diferentes tendencias, estaba en la manifestación. También estaban las bases de CiU, la masa social del pujolismo, así como muchos líderes y votantes del PSC... No es mentira que la "independencia" esté adquiriendo propiedades taumatúrgicas en el debate político catalán. Ahora bien, no creo que el eje nacional esté suplantando el eje social; más bien creo que lo determina a través del asunto que trae consigo: la definición del espacio público catalán y, en última instancia del "demos": el debate constituyente por excelencia.

La necesidad de dotar el demos catalán de un espacio público bien definido y que haga viable su expresión democrática en un contexto de crisis y de cambios estructurales acelerados fue, a mi entender, el motor del 11s2012. Los fuelles fueron varios. Algunos evidentes, como el proceso estatutario -torpe, sí- que terminó en una sentencia de contenido directamente insultante ("sub-género de españoles", eliminación del catalán como lengua de uso "preferente"...) -doblemente torpe, creo-; así como otros más difusos y/o inestables (de inteligencia menos democrática): el agravio fiscal...

La cuestión que me parece interesante es, aun cuando lo que atañe al demos y su definición es lógicamente antecedente a lo que atañe a la generación y disfrute de los bienes sociales y la riqueza en un contexto argumentativo democrático-liberal, la propia cuestión social, incluso desde una perspectiva materialista, se desdibuja y pierde capacidad real de articular lo político más allá de la repetición de consignas.

Esto ocurre en mi opinión, porque su terreno de juego, hasta hoy eminentemente "nacional" (de estados-nación), está quedando obsoleto. El 15M me parece, de forma muy clara, tan bienintencionado (en algunos temas, no) como condenado a la inanidad política por este motivo. Lo diré en términos muy simples: si la acumulación de capital y la apropiación de plusvalías se desarrolla a escala global, ¿cómo pueden pretenderse regulaciones (aun menos transformaciones de la base económica) a nivel estatal?.

Ahora mismo, la cuestión de los derechos sociales y del alcance del estado del bienestar se está jugando clara y operativamente en el nivel europeo de nuestra política, con mucha opacidad y una restringidísima capacidad de acción, sí; pero pretender que a España le queda autonomía o margen en esta materia es falso y engañoso.

Ante esto, los movimientos sociales se enfrascan en la recuperación de lo nacional / estatal: tanto el 15M como el 11s2012. Tácticamente no se diferencian demasiado.

La diferencia, que juzgo substantiva es: en contexto actual, reforzar la estatalidad española (lo que incluiría salir del Euro, por ejemplo) no acarrearía ningún avance objetivo en el proceso histórico de integración europea ni, por consiguiente, en la articulación de contrapesos eficaces a un mercado globalizado en gran medida; mientras que una forma estado catalana, que por definición no tendría ni la capacidad formal ni la fuerza de un estado nación al uso, no es incompatible con la definición de un espacio europeo más integrado económica y socialmente. Es más, es casi una "petitio principii” plantear la estatalización de Cataluña en estos términos.

Quiero decir: dejando de lado que lo que pretende el actual Gobierno de España es nacionalizar España (lo cual no es regresivo, es directamente reaccionario) y el hecho, no menor, que gran parte de la izquierda española, tan jacobina ella, no tiene alternativa que oponer, es la forma estado-nación lo que está caducando, lo cual, a mi modo de ver, influye directa y positivamente en la oportunidad y en la recepción de un discurso de estatalidad “light” (dentro de Europa) para Cataluña.

A este discurso, todavía muy impreciso, le falta la mayor, Europa y su evolución; pero encaja en una tendencia que estoy leyendo en Alemania, en Bélgica…: ¿qué federalismo para Europa?

La cuestión social se juega en este nivel y no en otro: la política anti-inflación de Frankfurt influye en el paro en Madrid; la unión fiscal implicará una capacidad de gasto social más harmonizada de la que nadie, ni los sindicatos europeos, todavía hablan…

Ni la izquierda catalana, ni la española, ni la europea parecen haber entendido este cambio de escala ni el cambio táctico que requiere de ellas. Es en la indefinición actual y especialmente en la asimetría entre lo económico y lo político donde se fraguan el nacionalismo y el populismo (NOTA: no opino que lo que se vio en Barcelona el martes fuera una exhibición de nacionalismo; fue una exhibición de nacionalidad).

Le corresponde, pues, a la izquierda, a las izquierdas, leer estos cambios y oponer una agenda política que sitúe sus objetivos estratégicos en el marco de acción adecuado. Desde esta perspectiva, mi lectura de la Diada 2012 es (más allá de lo obvio: Cataluña es una nación que quiere disponer de su futuro político y tiene derecho a ello): un proceso de secesión de Cataluña de España no entorpece en ningún sentido, más bien al contrario, la articulación de un programa de izquierdas a nivel europeo que busque otra estatalidad, fuerte en este caso, de base federal y democrática para la Unión Europea, para que esta actúe como actor, negociador, regulador, redistribuidor... para que actúe como estado, en definitiva, en el contexto global.

No tengo yo tan claro que el 15M, en sus diferentes matices cuando no discursos, y su planteamiento nacional, tenga la misma virtualidad y no se sitúe en una dinámica más regresiva en el plano estratégico; no por mala fe, sino por una lectura excesivamente “nacionalista” de la crisis.


Martí

 
 
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