Mapa de la región afectada por el conflicto de Mali. |
El argumento de la lucha contra el terrorismo islamista
concede una legitimidad relativa a la operación militar francesa en Mali. El
restablecimiento del orden constitucional perdido en la gobernación de ese
enorme país añade un plus de justicia o de justificación legal. La
determinación de acabar con el potencial armado de los grupos que se han hecho
fuertes en la región gracias a la ocupación de amplios territorios es un
argumento de peso. Pero la lucha contra el terrorismo yihadista, necesaria y
justa, debe ser encabezada por las propias sociedades civiles y por los estados
en los que se asiente y en el marco de estrategias internacionales de cooperación.
Para eso la ocupación militar francesa no sirve. Mucho menos si el despliegue
armado francés, y de sus aliados africanos, tiende a alargarse en el tiempo.
Una de las preguntas que más nos interesan como españoles es
conocer de que forma esta guerra y sus consecuencias pueden ayudar u
obstaculizar el establecimiento de nuevos equilibrios en el conjunto de la
región norteafricana. De que manera las revoluciones tunecinas y libias puedan
o no fortalecerse o si la eterna enemistad marroquí-argelina puede tener un
punto de arreglo. A nosotros como españoles nos interesa, en particular, el
efecto que el conflicto sahariano pueda tener sobre el dossier del Sáhara
Occidental.
Una posible derivada con un efecto benéfico para el futuro puede
venir dado por la salida que pueda tener el viejo pleito tuareg y la exigencia
de ese pueblo por poder dirigir su destino con la máxima autonomía. El que
podamos asistir al nacimiento de una región autónoma del Azawad que permita
construir un poder civil tuareg dependerá del curso de la guerra. El MNLA,
parece estar colaborando en el esfuerzo de guerra conducente a la neutralización
o destrucción de las diferentes organizaciones salafistas.
Esta circunstancia, ese arreglo de un pleito de tan larga duración
puede contribuir a entender la lucha de los saharauis con nuevas luces por
parte de aquellos, como Francia y EEUU, que más remisos se han mostrado a una
resolución del conflicto saharaui. Hasta ahora la historia ha demostrado que
los saharauis no son precisamente amigos de las causas y los métodos
fundamentalistas y terroristas. ¿Por qué no ellos no pueden convertirse en
grandes aliados en el proyecto de modernización y laicización de la política
norteafricana?
Otro elemento a considerar, en clave regional, es el del fortalecimiento de la influencia y
la preeminencia argelina. Por demografía, por peso económico y militar y por circunstancias
históricas, Argelia es país determinante para dar un buen fin a la operación
francesa, sean cuales sean los objetivos diplomáticos que el gobierno francés
se haya propuesto. Francia así lo ha reconocido al igual que la diplomacia USA.
Eso implica posiblemente que la voz y los postulados diplomáticos argelinos
sobre el Sáhara sean mejor escuchados y atendidos.
EEUU intentó, en el pasado reciente y por todos los medios
que se estableciesen relaciones de cooperación entre Marruecos y Argelia, a
petición de Marruecos, sobre todo. Chocaron con la negativa de Argelia que como
en el conflicto de Mali se niega a cualquier tipo de cooperación sin resolver
el problema del Sáhara. Esta es una de las causas por las que EEUU y Francia
desearían resolver este conflicto.
Marruecos, a su vez, está tratando de situarse
desesperadamente como un polo vital en la región. Si para conseguirlo tiene que
dramatizar y exagerar la presencia de organizaciones salafistas y terroristas
en su territorio, incluido el Sáhara, no lo dudará ni un momento. De todas
formas la credibilidad de la diplomacia marroquí y de sus organismos
antiterroristas está muy desdibujada por los constantes intentos de manipular
el dossier del Sáhara. Tendrá que superar presiones día a día más fuertes de
sus socios occidentales para enfrentar la agenda saharaui.
En ese contexto, el juicio, una y otra vez convocado y
retrasado, para juzgar a los presos de Gdeim Izik y que de nuevas ha sido anunciado para este
viernes, 8 de Febrero, es vital. Recordemos que el grupo de Tamek que fue
detenido en 2009 cuando regresaba de Argelia también fue amenazado por un
juicio militar. Al final, fueron liberados sin ningún tipo de juicio. Lo mismo puede
ocurrir con el numeroso Grupo de Gdeim Izik. Tendremos una prueba de fuego muy
interesante para saber si el majzén marroquí tiene a bien anunciar un periodo
de tregua en el conflicto saharaui como respuesta a las presiones diplomáticas.
Lo veremos en pocos días y en presencia de una comunidad de observadores y
juristas internacionales de alto relieve.
Desde el punto de vista militar el conflicto armado de Mali
pronto entrará en una fase militar distinta que afectará muy directamente a las
regiones noroccidentales y nororientales de
Malí. Eso implica directamente que Mauritania, el Sáhara Occidental,
Argelia y posiblemente Libia se conviertan en teatro de guerra y de operaciones
policiales y de inteligencia. La derivada de este hecho anticipa que durante
seguramente más tiempo del previsto la presencia de occidentales en la región
sea inconveniente y peligrosa. Este factor puede verse atenuado o recrecido en
dependencia de los dos puntos anteriores. Me explico: si las circunstancias
militares y políticas hacen imposible ofrecer seguridad a las poblaciones
árabes y tuaregs del norte de Mali se producirá, se está produciendo ya, un
desplazamiento poblacional de cierta importancia que añada complejidad al logro
de la paz y la seguridad en los territorios afectados.
.
No es una novedad reconocer que el combate fundamental de
los saharauis se está librando en los territorios ocupados. Y es hacia allí
donde se tendrá que dirigir la asistencia política de los amigos españoles.
Esto tiene muchas implicaciones de tipo político, organizativo y
"sentimental" que se me hace difícil evaluar. Desde luego cuanto
superior sea la atención de la dirigencia saharaui hacia ese frente mejor,
siempre será más fácil encontrar huecos y oportunidades. Y ahí parece que las
cosas no marchan bien. Igual que en otras circunstancias históricas parecidas, casos
palestinos o la propia transición española con la compleja relación entra las
fuerzas opositoras en el exilio y en el interior por ejemplo. La vieja guardia
del Polisario teme que la nueva generación revolucionaria que lidera los
territorios ocupados les adelante en la iniciativa. Siempre hay una
desconfianza cuyo fondo es el temor por la causa nacional, las cosas tienden a
complicarse y las formas de lucha y de organización cuando se someten a cambios
profundos deben variar so pena de fosilizarse. A esta desconfianza, a esta
dinámica, responden algunos acontecimientos como las declaraciones del
dirigente saharaui de los territorios ocupados, Tamek.
Si algo positivo puede tener el conflicto de Mali es que nos
ayuda a entender la política regional bajo un nuevo prisma. Entender que todo
empezó por los movimientos por la libertad de los pueblos de los territorios
ocupados del Sáhara Occidental, Túnez y Libia. Que esos movimientos han tratado
de ser anulados, sofocados o instrumentalizados por diferentes poderes y que ha
llegado la hora de consolidar estados democráticos de nueva planta que trabajen
en alianza unos con otros y que no se enreden en pleitos fronterizos,
ideológicos o hegemónicos.
.
RESUMEN. Veo las cosas con un cauteloso optimismo y no sin
ver riesgos colaterales...
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