Foto de Arturo Mandly con licencia CC |
Todas las portadas de la prensa
de hoy coinciden en dar la bienvenida al resultado electoral en Grecia. “Un
respiro” para el euro y la economía internacional. Los mercados sin embargo
parecen haber reaccionado a la contra de la perspectiva editorial de los
periódicos.
Como nadie explica nada y la
gente apenas usa el caletre para actividades distintas de las de sobrevivir,
los telediarios del mediodía despejan las noticias de forma deslavazada y
confusa. Incluso dedican mas tiempo del previsto al funeral corpore insepulto del
señor Dívar en los fastos de celebración de no se cuantos siglos de nuestro
Tribunal Supremo. El rey marchó a otros funerales algo mas entretenidos y le ha
dejado al Príncipe con la misión de poner cara de susto en la ceremonia
española. Por cierto que lo hace estupendamente.
Hemos estado comiendo en un bar
del barrio. Las mesas que nos rodeaban comentaban sobre la prima de riesgo sin
tener ni remota idea de su significado. Hace meses parecía que la prima de
riesgo era la medida de todas las cosas y ahora es como la rechifla general. Yo
he hecho una encuesta entre mis allegados sobre la famosa prima y obtengo
respuestas que van desde lo atinado hasta lo esperpéntico. A ver como se lo
explico yo. Si a veces doy la sensación de que les trato como a bobos es
simplemente una cuestión de incapacidad mía por lo que pido perdón por
adelantado. Desgraciadamente a todos nos tratan como a bobos nuestros medios de
comunicación y esto del blog no deja de ser eso, un medio de comunicación.
Existe una cosa llamado gasto
público que es lo que las administraciones se gastan pagando sueldos, servicios
e inversiones. Para financiar ese gasto el estado y los entes públicos
inventaron algo llamado impuestos, tasas y otras gabelas. Nada muy distinto a
la economía de cualquier empresa. Para cuadrar el balance del gasto y del
ingreso, pues en la mayoría de las ocasiones los gastos son superiores a los
ingresos y en el mejor de los casos existen necesidades de tesorería,
inventamos una cosa llama Deuda Pública que son unos papelitos que compras al
Tesoro Público a un precio pactado y que si las cosas van bien el estado te
devuelve el principal con sus intereses. Una vez tú, yo o el fondo de inversión
correspondiente, con el papelito en nuestro poder podemos negociarlo en algo
llamado mercado secundario de deuda. En situaciones normales el papel valdrá en
el mercado en función del tiempo que queda para que el tesoro lo rembolse a su
precio facial menos los costes que los nuevos compradores calculen a favor de
su beneficio marginal que estará en función de los tipos de interés de la deuda
que se esté ofreciendo por las nuevas emisiones. Por ejemplo, si tu tienes
deuda al 4% y las nuevas emisiones que lanza el gobierno se pagan al 6% el mercado
te exigirá que seas tu el que pagues la diferencia del 2% haciendo un descuento
sobre el valor facial de tu pagaré, de tu letra o de tu bono. A esa diferencia
se le llama prima de riesgo.
Ya digo yo que eso pasa en situaciones
normales. Pero en situaciones como la presente la fórmula de recargo atiende a
muchas otras razones. Puede que los prestamistas tengan dudas sobre la
solvencia del estado y que calculen la posibilidad de que el gobierno deje de
pagarles. Esas dudas son a veces alimentadas por los rumores y por los
interesados en manejar los mercados secundarios. Hoy en las bolsas de todo el
mundo se ganan, y se pierden, fortunas jugando con los pequeños márgenes del
precio de la deuda. Existen inversores y fondos especializados en comprar a la
baja y vender al alza aprovechando las puntas horarias de las cotizaciones y en
estas situaciones de dudas y de inseguridad encuentran su nicho ecológico
preferido. Las dudas a unos les empujarán a vender y a otros a comprar. Y los
intermediarios a ganar siempre. El miedo guarda la viña ya sabes.
En caso actual además ha sucedido
lo siguiente. Para resolver el drama de la banca española, especialmente el de
las cajas de ahorro, que consiste en que tienen el balance lleno de activos
inmobiliarios tasados a precios de mercado de hace años y engordado con nuevas
adquisiciones de pisos procedentes de promotoras insolventes o de hipotecas no
pagadas a las autoridades europeas no se les ha ocurrido otra cosa que poner a
la disposición de nuestros bancos la bonita cifra de cien mil millones de
euros para que pongan al día mediante amortizaciones aceleradas sus balances.
Pero, y ese es el pero, lo han hecho cargando ese préstamo sobre la cifra de
nuestra deuda pública pues han exigido que sea el estado quien se convierta en
garante de la devolución de ese préstamo. Un rescate, le llaman, que renueva
las dudas sobre la posibilidad de que el estado sea capaz de asumir sus responsabilidades.
A la vista de lo de Grecia yo creo que esas dudas, por muy dramatizadas y
exageradas que sean, no dejan de ser razonables.
Como todo este ciclo de dudas y
de especulación ya lleva unos cuantos meses de recorrido puede que haya llegado
el tiempo de sumar al mejunje algo llamado pánico con lo que ya has hecho un
pan como unas tortas.
En estas circunstancias los
estados pueden sentirse obligados a declararse insolventes y anular el pago de
los intereses de la deuda y de la deuda misma. Antiguamente incluso tenían
ideas como las de mandar a galeras o a la horca a los banqueros prestamistas si
les protestaban. Hoy somos algo mas civilizados y nos vamos a llorar al FMI o a
las instituciones europeas, incluso nos vamos a París a una cosa llamada Club de París- no se
si trabajan en horarios nocturnos- a renegociar a cara de perro con nuestros
acreedores una cosa llamada quita que no es diferente a lo que hacemos entre
nosotros con tal de recuperar parte de lo que nos deben. No se crean que es
plato de buen gusto jugar al jueguecito este del impago. Default le llaman a la
figura y harían bien en aprenderse el nombrecito. Mientras que uno está en ese
juego los mercados- los famosos mercados- le ponen la proa, los gobiernos se
ponen nerviosos y tienen la tentación de echarle la culpa al empedrado. Las gentes
se revuelven contra los intentos de los gobiernos de recortar servicios y subir impuestos y en la
sublevación los ciudadanos solemoscargar la mano contra aquellos a quienes nos de por echar la culpa de
nuestro malestar. Incluso al final nos hacmeos la picha un lio y resulta que votamos a
aquellos gobernantes causantes del estropicio.
Lo que ha pasado en Grecia.
Bueno. Mas tarde hablaremos del
gobierno…alemán por supuesto., que tengo que recoger el coche del taller.
4 comentarios:
Creo que habría que ajustar algo sobre la prima de riesgo tal y como la has descrito, pero, a lo importante: el coche, alemán, no?
Japonés....
... lo que a efectos de descapitalización nacional viene a ser parecido ... Lo malo es saber que juego con ventaja, porque todos los coches en España, fabricados aquí o importados, dejan dinero fuera y habría que buscar como compensar ese dinero que sale de otra manera. Antes era sólo por cuestiones industriales y de servicios. Ahora,cada vez más, por cuestiones también financieras. Y cuanto más engorde la célebre primita, más antipática se pone la mujer. Y estos días se está pegando el atracón después de pasar totalmente de los frugales manjares industriales a los pelotazos de rescates bancarios.
He acabado haciéndome un jaleo. Vaya, igual que otros muchos, aunque no alcance la complicación ni la duración del que debe tener Rajoy.
Rajoy no está haciéndose un jaleo. Es el jaleo mismo.
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