Parece que la reunión
del Consejo Europeo se ha saldado con un precario paso
adelante que anticipa una posible solución federal de los problemas de la
Unión Europea. Eso que llaman la Unión Fiscal y la Unión Bancaria y que no es
otra cosa que la apuesta por diseñar bajo un mando unitario y un gobierno común
las políticas económicas europeas. Habrá que esperar la letra pequeña y sobre
todo conocer la factura que el cambio suponga para las economías periféricas
como la española o la italiana.
Puede que la visión del abismo
haya agudizado las entendederas de los líderes de mercadillo que nos gobiernan.
Posiblemente la reciente reunión del G20 haya sido el detonante del paso
adelante adoptado en Bruselas. El fracaso del euro supone el de la UE y con el
la destrucción del modelo de globalización que enmarca la economía de nuestro
mundo para lo bueno y para lo malo.
La apuesta federal europea es una
de las grandes ilusiones y quereres de los fundadores de la Europa moderna. El
peso de las distintas cultura políticas ha imposibilitado muchas veces dar el
salto al federalismo basado en compartir soberanías. Siempre se ha entendido el
concepto de compartir por el de ceder. Y no es lo mismo.
Yo no se si Europa está en
condiciones de dar ese enorme salto. Me temo que nunca haya sido tan escasa la
unión política entre los diferentes miembros de la UE. Y sin ese cemento de la
unión política tengo tendencia a pensar que todo esto no es más que una
chapuza. Incluso hasta peligrosa pues cuanto mayor sea la “venta” ante las
opiniones públicas de los supuestos avances en línea federal mayor será la
decepción si el proceso descarrila o no llega a culminarse. Si ahora ya sabemos
que el diseño del euro fue un mal diseño cabe dudar sobre el diseño de nuevas
formas de gobernanza económica federal a espaldas de los pueblos y como
consecuencia de acuerdos de élites con intereses distintos a los propios de los
pueblos a los que mal representan. Esta cuestión de la falta de aliento
democrático puede que sea la determinante para anticipar el fracaso.
Por lo que nos jugamos en el
futuro más de uno hará bien en cruzar los dedos. En España me temo que
tendremos que cruzar más que los dedos. La debilidad del gobierno Rajoy es tan
manifiesta que da pavor. A este señor lo único que le interesa es ir a la final
de la Eurocopa y los acuerdos son buenos para él en la medida que le permitan
darse el paseo.
Recuperando papeles que escribí
en su momento para Know
Square encuentro las reflexiones de Dani Rodrik “un profesor de
economía que gusta a los profesores” tal como le define uno de sus colaboradores y que
posiblemente sea uno de los pensadores que mejor ha entendido la
correspondencia entre los conceptos de soberanía, democracia y globalización
que son el marco de la acción política de los grandes bloques económicos que
dan sentido- o sinsentido- a nuestro mundo y que constituyen la base de
nuestros problemas y nuestras oportunidades. Entender bien esto resulta vital
para nuestro futuro y me temo que nuestros políticos apenas sean conscientes de
lo mucho que tienen que ver estos conceptos con las decisiones que adoptan o
que dejan de adoptar.
Catedrático de Política Económica
Internacional de la John F. Kennedy School of Government, Universidad de
Harvard Dani Rodrik es a su vez editor del Review of Economics and Statistics y
del Journal of Globalization and Development.
Autor de libros de cabecera como “Has Globalization Gone Too
Far?" Es muy conocido por el público no especializado (los
macroeconomistas, tan discretos ellos en sus vidas académicas en periodos de
calma, se han convertido en estrellas mediáticas en estos tiempos de
incertidumbre) por el desarrollo del concepto
del “trilema” que viene a sugerir la existencia de incompatibilidades
básicas entre soberanía, democracia y globalización.
Algunas de las notas que me han
servido para escribir este post nacen de una conferencia celebrada en la Fundación Rafael del Pino en la que fue
ponente el profesor Dani Rodrik.
En estos tiempos convulsos en los
que tanto destacan gurús y magos estrafalarios y apocalípticos y los
diagnósticos y pronósticos sobre la situación económica internacional se abren
desde el cero al infinito, es cuando más
necesario resulta escuchar la voz de los expertos como Dani Rodrick.
Puede que DR sea uno de los más
sólidos y expertos académicos en teoría del crecimiento económico y en
globalización. Es un economista neoclásico pero con esa punta de provocación y
de falta de respeto a los grandes principios que le convierten en un portavoz
magnífico de aquellos que apuestan por el
cambio y la reforma de nuestro sistema económico internacional.
Dani Rodrik se interroga
frecuentemente sobre los ganadores y los perdedores de la globalización y su
apuesta sobre el futuro de la situación económica internacional incluye la
puesta en marcha de reformas que cierren la brecha entre las élites y los pueblos
y hagan compatibles la democracia y el orden económico internacional.
"La
tendencia general en el mundo es estar en contra de la globalización”. “La
pregunta es ¿Por qué la globalización es tan impopular?"
Contestar a esta pregunta que se
formula DR es vital para entender la salida a la crisis poliédrica que padece
la economía internacional. Nos dice el profesor:
“Si las importaciones amenazan tu trabajo, estás contra la
globalización" y a renglón seguido nos cuenta que esa no puede ser la
causa de la desafección popular a la globalización ya que "el comercio internacional es una causa muy pequeña de la pérdida
de puestos de trabajo". La globalización impone nuevas reglas de juego
para la competencia y eso hace entrar en colisión los intereses de sectores muy
distintos de la población. Las distintas normativas y reglamentaciones en cada
país, las externalidades producidas por el uso de factores productivos como el
trabajo a bajo coste, las opciones arancelarias múltiples y las diferentes fiscalidades producen distorsiones en los
mercados: “costes transaccionales que
niegan las bases y las legitimidades”. Es en ese concepto de negación de
legitimidades, de oposición entre la globalización y las instituciones
democráticas o sociales, en el que el profesor Rodrik sitúa la falta de
aceptación del fenómeno globalizador. Singularmente Rodrik cita el concepto de
la soberanía nacional como el gran y primer afectado por los cambios.
“Es lo que yo llamo trilema fundamental. No se puede tener a la vez
globalización, soberanía nacional y política democrática"
Es en
esa frase en la que se contiene el sentido principal del pensamiento de DR y el
que le inspira a contestar la gran pregunta ¿Cómo hacer compatibles democracia,
soberanía y economía global abierta?
La
primera salida posible, nos cuenta el profesor, sería evidentemente crear un
mecanismo de poder global, un gobierno mundial, en otras palabras, “la
hiperglobalización”. Por lo menos un gobierno económico. Las reuniones
del G20 están evidenciando la
imposibilidad de llegar a ese modelo. No nos dice el profesor que ese modelo
sea imposible. De hecho recuerda como en la historia del capitalismo moderno se
han producido fases de esa gobernanza mundial. Por ejemplo todo el periodo
gobernado por el patrón oro. Pero en la actualidad la evidencia parece negar la
emergencia de un poder mundial unificado en materia monetaria. Vivimos en un
mundo multipolar y con situaciones de partida muy diversas.
Otra
alternativa es la vuelta a la política de bloques o de soberanía nacional
exclusiva, la vuelta al proteccionismo
y al sálvese quien pueda. A nadie se le oculta que sin algún sistema de
gobernanza económica internacional, por precario que sea, el mundo se aboca a
una crisis irresoluble. Recuerda DR que del fracaso del patrón oro se derivó la
crisis de los 30- "el patrón oro
cayó cuando en 1931 Inglaterra hizo lo que pedían los trabajadores y usó
políticas nacionales"- y el posterior corolario de guerras y de
enfrentamientos de los 40. Pero no se puede descartar un escenario así de
crítico, lo que no significa ni mucho menos que los pronósticos agoreros y
apocalípticos tengan sentido en estos momentos por muy profunda que se adivine
la duración del actual periodo de crisis. La memoria histórica de aquel periodo
nos debe acompañar siempre como referencia.
Descartada
esa alternativa por un puro mecanismo de autodefensa solo nos queda "una globalización limitada, un nuevo Bretton Woods".
"Lo que hemos aprendido es que la legislación
basada sólo en el mercado tiene problemas importantes". No puede ser
el mercado la única guía para construir un nuevo acuerdo de gobernanza
económica mundial. Hay que hacer compatibles las instituciones democráticas a
escala de naciones o de bloques económicos actualmente existentes con la
globalización.
"Creo que tenemos que respetar el
derecho de cada país de defender sus propias normas e instituciones".
"Para ello, las normas de la regulación comercial han de dejar espacio
para las particularidades de las reglas nacionales" nos dice DR.
El
profesor Rodrik lanza sus propuestas para “armonizar
normativas”, “coordinar políticas
monetarias”, “control de capitales”, “limitación del comercio internacional”,
etc. Las naciones deben ser capaces de reglamentar el acceso a los mercados de
productos y de mercancías, exigiendo la máxima calidad y seguridad a la vez que
se vaya imponiendo en el mundo una nueva cultura de respeto a los derechos
humanos, verdadero método para oponerse al conocido como “dumping social y laboral”.
Queden
esas reflexiones para ser capaces de entender los acontecimientos que la prensa
nos vende como “salvaciones”. De lo que escuchemos sería bueno que nos
creyésemos la mitad. Al final las cosas saldrán como nadie se lo pueda estar
esperando. Los famosos cisnes
negros que diría Nassim Nicholas Taleb.
No hay comentarios:
Publicar un comentario