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Bueno, señoras y señores, las elecciones ya están a la vuelta de la esquina. Las candidaturas prácticamente cerradas con la única sorpresa de la coalición Podemos-IU y pequeñas escaramuzas en los nombres y en el orden de las listas para el resto de los partidos.
Han tenido los cuarteles generales la oportunidad de
preparar con esmero los discursos y los mensajes. Y los votantes, sin embargo,
apenas se han enterado de nada. Nos han hurtado las claves de las negociaciones
como si fuésemos pardillos asistiendo a un espectáculo de magia y a estas
alturas muchos dudan de que el nuevo resultado vaya a cambiar los anteriores.
E ppur si muove. Nuestras reglas electorales, en particular el
reparto de los últimos restos en las circunscripciones provinciales, pueden
despejar en un sentido o en otro el empate casi aritmético entre los escaños
obtenidos por los bloques izquierda-derecha. Pequeñas y sutiles alteraciones en
el número de votantes y en el reparto de los votos pueden hacer posible que lo
que hoy es un empate a ±160 escaños por cada bloque (PP+C,s versus PSOE+Podemos-IU)
se convierta en un 150-170 o un 170-150,
como ustedes prefieran, con lo cual se despejarán las dudas, miedos e incertidumbres
que con los resultados del 20 D se instalaron. Incluso dada la seguridad de que
no se volverán a repetir las circunstancias que propicien una tercera
convocatoria, los partidos y las coaliciones estarán más obligados a los pactos
que nunca.
Ahora no sabemos, nadie lo sabe, hacia donde se inclinarán
esas pequeñas convulsiones en el reparto de los últimos escaños. Pero muchos se
atreven a sacar sus bolas de cristal o elevar a pronóstico sus propios deseos.
Está en nuestra naturaleza el horror al vacío, la necesidad de eliminar incertidumbres
y la vocación del juego y de la adivinación. Algunos piensan (o desean) que la
derecha se llevará el gato al agua y además tienen a su disposición grandes
medios de comunicación de masas para vender la moto. Otros, especialmente los
partidarios de la nueva coalición de izquierdas se sienten incentivados por ese
logro y cuentan con una formidable fuerza militante, ingenio y proyección en
los medios digitales y las redes sociales. Por PSOE y Ciudadanos no parece que
mucha gente apueste por que den la campanada, al revés, muchos temen o desean
que se peguen la costalada.
Esa situación que he descrito los politólogos de guardia la
llaman “polarización”. Con esa palabra intentan transmitir que la batalla se
juega en los extremos. Es posible. Lo mismo está pasando en toda Europa y en
los EEUU. Acabamos de ver las elecciones presidenciales en Austria como prueba
de ese fenómeno y nos tocará saber dos días antes de ir a votar los resultados
del conocido como referéndum Brexit. Los expertos en pronósticos demoscópicos están
afilando sus instrumentos de interpretación y no parece que todavía vean la
luz. Muchas de las encuestas que conocemos estos días no tienen como objetivo conocer
la verdad sino formular las mejores estrategias para sus correspondientes
señoritos. Hace tiempo que con algunos amigos se nos ocurrió montar un esquema
de investigación demoscópica mediante crowfunding pero no salían los números ni
las fuerzas. A otros, más ingeniosos, como la Universidad de Valencia están investigando
sobre nuevas metodologías de encuesta y los más espabilados se limitan a
consolidar las distintas encuestas y sacar medias referenciales. Al día de hoy
les puedo asegurar que nadie tiene delante de si las tripas del ave ni se
atreve a pronosticar un resultado.
Tendremos mucho tiempo para evaluar las campañas y afinar
pronósticos. Sirva esta nota como aperitivo.
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