Me eduqué en una escuela política que lo fiaba todo a una
metodología muy precisa de discusión y a una orientación a la práctica. Nada de
tertulias ni charlas de café. El análisis concreto de la realidad concreta en
palabras de Lenin. De lo general a lo particular. Enmarcando siempre el
análisis en perspectivas globales. Necesitábamos reconstruir el mundo en
nuestras mentes y ordenarlo antes de proceder a explicarnos cualquier
menudencia y de esa forma tener una guía de acción para lo inmediato. Luego la
vida, el trabajo, las propias relaciones sociales te ayudan a minimizar y
relativizar esas ceremonias del pensamiento. Tiendes, además, con los años, a
crear mecanismos de reflexión propios y a dibujar escenarios y explorar
perspectivas más creativas o menos dogmáticas. Hablo de mi caso pues no siempre
es así. Hay personas que gustan del orden discursivo cerrado y se quedan
enganchados en fórmulas y hasta en liturgias de pensamiento y de reflexión.
Viene todo esto a cuento de entender la situación política
actual. Los mejores cerebros de este país, los gabinetes políticos, los medios
de comunicación, los poderes económicos, los académicos de oficio tratan de
exprimir al máximo los resultados electorales y encontrar la brújula que les
permita anticiparse a los futuros acontecimientos. A mi forma de entender las
cosas, los resultados de junio son simplemente una corrección de los de diciembre
que no alteran el hecho fundamental de vivir una situación de impasse, de
incapacidad del sistema para regenerarse y de la inexistencia de un movimiento
orientado hacia un nuevo orden político. En definitiva, estamos en un escenario
de crisis largamente incubada en la incapacidad de los partidos turnistas para
regenerarse y la corta potencia de los nuevos agentes políticos para convencer
a una parte sustancial del pueblo de cambiar de carril.
Miedo. Si, por supuesto. El brexit, el ruido de fondo de una
nueva crisis económica, etc. Pero más que miedo, yo creo que ya estamos curados
de espanto, incertidumbre. Dudas sobre el mejor camino, sobre el modelo que
España necesita para situarse en un orden económico y político internacional
cambiante y complejo. Los votantes no adivinan por donde viene el futuro y ante
la incertidumbre o se manifiestan insuficientemente a favor de lo conocido o
restringen su apoyo a lo nuevo. Pero sin lo contundencia que permita adivinar a
que bloque se le va a consentir tomar la iniciativa. Si a un bloque continuista
que exigirá mecanismos de acuerdo entre los partidos del turno constitucional o
a unas nuevas fuerzas de cambio insuficientemente preparadas según el criterio
de muchos. Seguramente la gente confía en que los partidos sabrán encontrar la
fórmula o por lo menos tomarse un tiempo antes de volver a someter al cuerpo
electoral a una nueva tortura en forma de terceras elecciones.
Pues en esas estamos. El PP fortalecido en su moral por
haberse librado del peligro mortal que hubiera supuesto un acuerdo transversal
entre PSOE, Podemos y Ciudadanos. El PSOE aliviado por no haber sido descabalgado
de la primogenitura de la oposición. Podemos aprendiendo la lección de la
imposibilidad de asaltar los cielos con un palito y un cordel y Ciudadanos
suspirando por haber mantenido su espacio, bien que minimizado, a pesar de la campaña
del miedo que les ha convertido en víctimas secundarias. Ahora toca tomar
decisiones y calcular los pasos a dar. El PP explotando el miedo de todos ellos
a una nueva convocatoria electoral. El PSOE tratando de encontrar un nuevo
liderazgo y una aguja de marear que les señale el futuro. Podemos iniciando su
larga marcha y reforzando su liderazgo y sus mecanismos de influencia social y
Ciudadanos cuidando de no resbalarse y eligiendo ser cola de león o cabeza de
ratón.
Yo no tengo una bola de cristal. Pero me da la sensación de
que el PP formará un gobierno monocolor en precario gracias a un acuerdo de
investidura con C,s y a la abstención de última hora y vergonzante de un PSOE
en busca de tiempo para acomodar su estrategia. Ese gobierno con un programa mínimamente
reformista tendrá dificultades desde el inicio para legislar o aprobar presupuestos,
pero permitirá al PP renovar sus equipos y encontrar un nuevo liderazgo para
las próximas elecciones. Podemos podrá aclarar su proyecto seguramente
renovando su programa de cambio constituyente.
Pero será la coyuntura económica y el devenir de la crisis
europea lo que determine, en definitiva, el porvenir. Me temo que si Alemania
no se pone las pilas esto no lo arregla ni Dios.
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