No sé que resultado tendrán las elecciones en Galicia y
Euskadi. En realidad tampoco tiene tanta importancia. La continuidad de las
políticas está más o menos asegurada debido a la situación financiera que
aqueja a las administraciones públicas de nuestro país. Difícilmente nuevos
gobiernos del signo que sean pueden alterar el curso de los acontecimientos.
Sin embargo estas elecciones pueden tener un significado profundo en términos
políticos referidos al conjunto de España. Pueden remover las aguas estancadas
y hasta, eventualmente, sacarnos del marasmo y de la inercia instalada.
Asegurado por lo que todo el mundo intuye un cambio en el
gobierno vasco a favor del PNV que volverá a dar al viejo partido vasco una voz
cualitativamente mas importante en el debate global español, parece que el otro
elemento clave para conseguir que estas elecciones tengan sentido “nacional” sería
la caída del gobierno del PP en Galicia.
Siendo estos los elementos más destacados de un posible
resultado cabe también incluir en el balance otras dos piezas significativas.
Una de ellas la de evaluar el peso y la consistencia en el nuevo escenario
vasco de las opciones de la izquierda abertzale y la otra es la derivada del
anticipado declive del voto socialista y el incremento, consecuente con ello
pero con su propia dinámica, de las izquierdas plurales, sobre todo en el caso
gallego.
La pérdida del feudo gallego por parte del PP puede suponer
un boquete de difícil relleno para los conservadores españoles. Quiebra de la
confianza en el liderazgo de Rajoy en el interior del partido y necesidad de
reajustar el signo de las políticas en el conjunto de España con respecto a las
políticas territoriales. El PP deberá decidir, en caso de pérdida del gobierno con mayor urgencia, si se mueve hacia un escenario
reformista de contemporización, diálogo y pacto con las fuerzas nacionalistas y
el PSOE, retomando la iniciativa en el debate sobre los necesarios cambios en
el entramado institucional español o si, definitivamente, se instala en el
cómodo terreno de la defensa de las esencias patrias aún a riesgo de pagar un
precio tremendo en su capacidad de gobierno precisamente en momentos de
angustia negociadora con la UE. Supongo que Rajoy tratará de seguir haciendo
equilibrios en la cuerda floja por lo menos hasta ver el resultado de las
inmediatas y posteriores elecciones catalanas. Resulta muy difícil para el PP
cambiar el guion de una práctica política basada en el enfrentamiento a cara de
perro con las fuerzas nacionalistas que tan buenos resultados les ha dado pero
que al tiempo han incentivado la emergencia de los viejos demonios centralistas
y españolistas en la opinión pública, demonios difíciles de manejar. El
protagonismo y la presencia de personajes como Wert y el fracaso de su sección
gallega, la mas dotada, por ese galleguismo a lo bávaro que les identifica,
para asumir los discursos federalizantes, creo que son señales muy claras en
contra de un giro de cintura en la forma de conducir los debates por el cambio del
modelo político español.
En cuanto al declive anunciado para el PSOE y sus
expresiones locales gallegas, vascas y, en el futuro próximo, catalanas serán la prueba mas evidente, de producirse, de su falta de vigor y el cansancio estratégico que les aqueja. Nadie
con dos dedos de frente supongo que se alegrará de esas circunstancias. Sin un
fuerza progresista centrada es difícil asegurar que en España se produzcan los
cambios necesarios que la situación exige. El PSOE ha sido la fuerza hegemónica
de la izquierda española no por causalidad. Cuando los socialistas dicen que
son la fuerza política mas parecida al conjunto del país no dicen ninguna tontería.
Pero ahora es dudoso que lo sigan siendo. Leyendo hoy la encuesta
de El País entre dirigentes socialistas en torno al debate territorial te
das cuenta de lo inane de su discurso, de su falta de entendimiento de lo que
en este país está pasando y de la ausencia de un discurso unificador en torno a
su oferta de federalismo que es entendida de una manera defensiva en el mejor
de los casos. El debate sobre el federalismo siempre ha sido el talón de
Aquiles de los socialistas españoles. Si los votantes no les dan la fuerza
precisa para salir con los menores daños políticos de su situación de deterioro
me temo que se instalen en una precariedad insuperable. Cambiar el gobierno
vasco por su participación en un nuevo gobierno de coalición en Galicia sería
su única posibilidad de salvar los muebles. Hasta su presencia en un posible gobierno vasco en alianza con el PNV puede darles mas problemas que otra cosa ante la opinión pública española aunque también ser el motor de cambio hacia un planteamiento federal abierto y transparente sin jacobinismos.
Y el otro elemento a destacar sería el del comportamiento
del voto de izquierdas radical o transformador como ustedes prefieran. En el país
vasco parece que ese voto se desliza en apoyo de la candidatura de la izquierda
abertzale y en Galicia mediante la emergencia de una nueva fuerza política
nacida del fraccionamiento de la izquierda nacionalista gallega y de la
recuperación del voto de la izquierda social de las ciudades obreras. Como en
Cataluña cabe esperar posiblemente un fenómeno de parecidas proporciones la
cosa nos llevaría a pensar en la dificultad de la izquierda radical para
mantener un discurso común en el conjunto de España. Son buenas y malas
noticias.
Seguiremos cavilando.
2 comentarios:
Ángel, creo que en el caso de Galicia y a tenor no sólo de las encuestas (que bien pueden llevar el gérmen del engaño legitimado a posteriori) sino de lo que se respira en la calle, la base de posibilidades de lo que hablas son más bien escasas.
Me imagino que vienes a decir que tu olfato sobre lo que se respira en la calle no trae aromas de cambio en Galicia...¿es así? Las encuestas se mueven en márgenes tan estrechos que efectivamente puede pasar cualquier cosa. Y en esos casos mas vale el olfato local que otras lógicas lejanas. Me dicen algunos amigos que si que puede que salte la sorpresa debido al reparto de los últimos restos provinciales. Veremos.
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