El concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata. Foto: Elvira Mejías / Flickr |
Hubo una vez un joven culto que se interrogaba, a cuenta de lo sucedido al cineasta Vigalondo en las redes sociales, sobre el límite del humor. Cineasta también él, Guillermo Zapata, cometió el error de reproducir viejos chistes de carga racista en su cuenta de Twitter.
Esto
sucedía en 2011. Años después el compromiso de Guillermo, un luchador
social sin partido, le llevó a participar en la campaña para cambiar las cosas
en su ciudad, Madrid, mediante una propuesta electoral llamada Ganemos. Cosas
de la vida: aquella propuesta electoral se transformó en una lista de unidad
popular que lleva por nombre Ahora Madrid, que, casi, milagrosamente ganó las elecciones. Y
el luchador Zapata, un nuevo Emiliano, llegó como caído del cielo a ganar una
plaza de concejal en el ayuntamiento de Madrid. Seguro que eso no entraba en
sus cálculos del 2011 cuando escribía aquellas tonterías. No solo eso,
Guillermo Zapata acababa de ser nombrado responsable de la acción cultural de
la institución madrileña.
Pero unos señores o señoras investigadoras conocedores de su
larga militancia política y cultural se permitieron explorar cual inquisidores
modernos todo su historial de acciones y dichos. Resulta que los militantes de
la izquierda llevan años batiéndose el cobre en las famosas redes sociales y
participando en el combate social y político a través de esos nuevos medios de
comunicación. Uno no sabe hasta donde puede llegar el eco de las tonterías que
publicas en Facebook o, especialmente en twitter.
Pero para llegar a eso alguien ha tenido que revisar miles
de escritos en la red del referido concejal. Una policía de los dimes y
diretes. Una inquisición moderna. Un Gran Hermano que entre todos hemos creado
y alimentado.
Lo más curioso es que todo esto ya se viene sabiendo. Ya
tenemos suficientes avisos del lado oscuro de las redes sociales. De la
confianza suicida que tenemos en que alguien nos va a garantizar el anonimato y
la seguridad de que nuestros comentarios no desbordarán el ámbito de los
círculos de amigos o de familia. No existo el anonimato. Si has convertido tu
perfil de twitter en una plataforma de lucha todo lo que hayas escrito puede
ser utilizado en tu contra. Y estará desprovisto de contexto explicativo pues
twitter es por definición una herramienta descontextualizada. Y en esas
estamos. Pocas horas después de la proclamación de Ahora Madrid como fuerza de
gobierno municipal la derecha política y mediática lanzaba sus cohetes SAM
contra los puntos débiles del adversario. Contra aquellos errores de juventud,
contra aquellas manifestaciones insolentes de los airados jóvenes del 15 M. Y ahí
le pillaron al pobre Guillermo. Precisamente por no ser un hombre de partido
estaba expuesto mucho más que otros a sufrir esa presión inquisitorial.
Parece como si no hubiera pasado más que esto desde que
Manuela llegó a ser proclamada alcaldesa de Madrid. Toda la ilusión de
centenares de miles de personas puesta en riesgo por esta pesca de viejas
palabras en los depósitos virtuales. Que si dimite, que si no dimite. Todos los
focos sobre la persona de Manuela. Se dice que la prensa de nuestro país solo
sabe practicar el conocido como periodismo de declaraciones. Aquí se monta la
de dios es cristo a cuenta de si fulanito dice o dicen que dijo tal o cual
gilipollez. Es verdad, después de tantos años de practicar ese tipo de
periodismo la maestría de los medios ha dado el do de pecho y unas tonterías de
2011 absolutamente al margen de nuestros problemas y sacadas totalmente de
contexto han organizado un bullicio espectacular.
Y por lo que estoy leyendo, ese bullicio, esa zarabanda, parece que ha provocado una división de
opiniones sobre el caso del concejal Zapata y la forma en que el asunto se ha
resuelto. A muchos les parece bien que el concejal haya dimitido y que la
alcaldesa le haya aceptado la dimisión. Se basan en lo improcedente, piensan
ellos, y lo cruel, piensan también, de esos chistes racistas sobre el
holocausto o sobre el terrorismo. No consideran como eximente el contexto semiprivado
en el que se produjeron esos escritos ni la supuesta carga de "humor
negro" que contienen. En ese grupo de opinadores puede que se encuentren
una gran mayoría de personas llevadas exclusivamente por lo publicado en los
medios. El otro grupo, puede que minoritario, piensan que el contexto explica
suficientemente las palabras de Zapata y que se ha hecho una campaña de acoso y
derribo totalmente injusta y salvaje. Máxime en un país en el que delitos
directamente más crueles y de consecuencias inmediatas para todos como la
corrupción apenas tienen trascendencia. Añaden, algunos de esos defensores de
Zapata, que si a las primeras de cambio la izquierda se muestra abochornada,
apocada y sumisa al griterío de la oposición y de los medios de comunicación mal
empezamos.
Puede que ambos bloques tengan
razón. Pero lo importante en este caso es que Manuela se ha enfrentado al
asunto con la sabiduría de un juez honesto y honrado. Ha valorado los hechos,
se ha encontrado con la dimisión encima de la mesa y la ha aceptado. ¿Que tenía
que haber hecho? ¿Sumarse a la protesta inquisidora y despedirle como concejal?
¿O incorporarse al grupo de los numantinos y levantarse al grito legionario de
todos para uno y uno para todos? Yo creo que ha hecho lo justo. Relevarle de su
responsabilidad como responsable del departamento de cultura y valorarle como
un digno representante de los vecinos para otras muchas misiones.
En esas llegó el comandante Zapata y mandó a parar.
Es el propio Zapata quien mejor se explica. La rueda de prensa de esta tarde en la que ha dado cuenta de sus reflexiones y sus
decisiones es un prodigio de naturalidad, sentido común y sencillez que le hace
merecedor de nuestro reconocimiento.
Yo me siento representado por él al margen de "sus pecados
juveniles". Creo que necesitamos políticos capaces de asumir sus
responsabilidades sin ocultarse detrás del sentido tribal ni del aparato de sus
partidos. Muy bien Guillermo, les has dado una lección. Que aprendan. Que aprendamos.
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