Estatua levantada en homenaje al Doctor Ángel Pulido. En el Parterre del Retiro, en Madrid. |
Ayer domingo tuvimos la ocasión de pasear un buen rato por
el Retiro madrileño. Luce ya
galas de otoño y es una delicia observar la inmensa gama de colores de las
hojas de los castaños de indias, los robles del pantano, las acacias y tantas
otras especies arbóreas como pueblan el bello parque de nuestra ciudad.
Los curiosos cipreses recortados del parterre del Retiro. Una joya de la jardinería madrileña. |
Pero no es de eso de lo que quería hablarles sino del
descubrimiento de una estatua
levantada cerca de los cipreses recortados del parterre. Es una pequeña obra de
arte, sencilla. Levantada en 1954, el busto es una copia cedida por la familia
del homenajeado, el doctor Pulido. Es obra de Miguel Blay. La escultura que la
acompaña es creación de Antonio Cruz Collado.
Este doctor Pulido es un personaje digno de admiración. Nació
a mediados del siglo XIX en Madrid en el seno de una familia de origen
asturiano que tenía una pequeña tienda de vinos en la calle de las Infantas. Estudió
medicina y su carrera como médico, investigador y académico fue larga y
brillante. Ocupó importantes cargos en gobiernos de la restauración desde
el partido liberal de Sagasta. Solo por esa trayectoria debería ser recordado
en nuestra historia. Pero el caso es que lo que normalmente se recuerda de él
es su contribución al rescate sentimental de la historia de nuestros expulsados
judíos españoles: los sefarditas.
Dedicó años de su vida a entrevistarse con las colonias
de sefarditas residentes en los Balcanes para intentar recuperar memoria de
su diáspora. Gracias a sus desvelos el gobierno de Primo de Rivera concedió a
los descendientes de los viejos judíos españoles la nacionalidad española. Ese
reconocimiento histórico fue decisivo para que
en las circunstancias de la segunda guerra mundial el decreto de concesión de
la nacionalidad fuese invocado por muchos de los judíos en peligro para
salvarse del holocausto.
De esta historia de este encuentro tan fructífero entre la
opinión pública española y la diáspora sefardita y de la cual Pulido fue el
gran artífice nació la decisión de erigirle esa pequeña estatua que hoy traigo
al blog.
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