Mientras el recuerdo de muchos otros poetas de su generación palidece o se atenúa, la memoria de Cernuda se agranda de manera que a veces se habla de él como el poeta del futuro. Incomprendido en gran medida en su tiempo- “maricón y rojo” le llamaron los señoritos del régimen- hoy tiene legiones de seguidores y de amantes de su literatura. Por cierto y como información para mis lectores chamberileros diré que el poeta vivió en Madrid en nuestro barrio, exáctamente en la calle Viriato 71.
Hay un texto literario de Cernuda que me asombra
particularmente. No es un poema precisamente. Es un pequeño relato titulado “En
las costas de Santiniebla” que se inspira en las experiencias que el poeta tuvo
durante una visita a Castropol, pueblo costero de la ría de Ribadeo en su
vertiente asturiana. Es poco conocido aunque ha merecido la exégesis de un
tropel de estudiosos como mi amigo Antonio Masip que le tiene dedicado muchas
horas de investigación. Dicen los estudiosos que Cernuda estuvo alojado durante
las dos semanas que duró su estancia en la vieja capital asturiana- si, han oído
bien, Castropol fue capital de Asturias durante un breve periodo de la guerra
de la Independencia. Se alojó en la pensión Guerra mientras que trabajaba para
las Misiones
Pedagógicas, motivo principal del viaje. Su compañero de alojamiento fue
otro destacado voluntario de aquel maravilloso proyecto republicano, Prieto
Anguita. Cuenta
Masip que en el mismo tiempo y en un hostal cercano se alojaba Dámaso Alonso,
cuya relación familiar con la región es bien conocida. Su padre y la familia de
su padre eran de Ribadeo. Masip indica que Dámaso Alonso, que no debía ser
santo de la devoción cernudiana, es la persona que se oculta tras uno de los
personajes del cuento.
El cuento se publicó por primera vez en 1975 en Barral pero
es muy difícil de encontrar, incluso en librerías de viejo. En Google Books si
es fácil encontrar una versión digital, que coloco mas abajo- no tengo ni idea
de si aparecerá en el blog.
Esta pequeña nota es mi contribución a las celebraciones
del cincuentenario de la muerte del poeta. La foto que encabeza el post es mía
y está tomada una tarde de finales de verano. Es Castropol vista desde la costa
gallega, trescientos o cuatrocientos metros de distancia. Castropol aparece
envuelta en una niebla espesa y mágica tal como la que posiblemente inspirase a
Cernuda para nombrar a Castropol con el bello nombre de Santiniebla.
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