Foto de la primera manifestación del 15 M en mayo del 2011 |
El 15 M fue algo más que un grito de queja y rebeldía de un
grupo de ciudadanos. Como en el cuento del rey que está desnudo las voces del 15 M
alteraron la tranquilidad vacuna de la política española. Nadie, salvo los
ciegos a la evidencia, ignoró que la calle
osaba hablar a los poderosos con el único lenguaje de la verdad. Que después el
15 M, por devoción o por necesidad, no haya cristalizado en una fuerza política
autónoma es casi indiferente. La cuestión es que a partir de ese momento la
agenda de la política española está marcada por una indisimulable contradicción
entre los designios de los poseedores del poder institucional deseosos de
mantener el tinglado y el deseo generalizado del pueblo de cambios que alteren
los viejos equilibrios políticos a favor de su democratización y su limpieza.
Hasta los más paniaguados y serviles intelectuales del
régimen nacido de la transición reconocen que el sistema presenta rasgos de
senectud y deformación que hacen imposible el buen gobierno de un país tan
complejo como el nuestro. Instituciones corruptas y debilitadas, economía
maltrecha sin alternativas de futuro, desmoralización de la juventud que huye
del país a buscarse la vida- un verdadero exilio mas que fuga de cerebros- y un
pueblo desamparado que ve como la sociedad del bienestar construida a lo largo
de mas de 30 años se desploma en una sucesión sin tregua de recortes y merma de
servicios públicos.
Veo que siguen circulando los mismos lugares comunes sobre
el 15 M en los medios de comunicación. Dicen
que el movimiento ha decaído, que no ha sabido transformarse en plataforma
política. Otros siguen empeñados en relacionar el movimiento 15 M con montajes
conspiranoicos cuando no en echarles la culpa, incluso, de la caída del
gobierno socialista. Cada loco con su tema. Con lo fácil que resulta acercarse
a cualquier asamblea de barrio un sábado o un domingo y ver lo que ocurre.
Escuchar, enterarse, calibrar los mensajes, las acciones que se proponen, el
riguroso respeto a la democracia. Pero por lo que se ve es más fácil decir
tonterías o inventárselas.
Por el hecho de nacer, por reivindicar la calle y la plaza
como espacio para la política. Por su capacidad de dar nacimiento a otras
muchas plataformas y mareas contagiándolas con su espíritu pionero y rebelde, solo por
eso el 15 M ya ha entrado en la historia. Lo demás apenas tiene importancia. El
15 M no ha venido a salvar a nadie. El 15 M somos tu y yo, si queremos.
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