Foto del Hospital de La Princesa en Madrid. Original de Carlos Viñas. |
Dicen los que saben de esto que un hospital es una de las
formas de organización social mas complejas que existen. Por el número de
especialistas y oficios distintos que sirven en él. Por las tecnologías
implicadas. Por la cantidad de actos clínicos, administrativos y hosteleros que
se celebran cada día en su interior. Por el tráfico de gentes que pueblan sus
dependencias: pacientes, facultativos, empleados, familias y visitantes,
proveedores, etc.
Pero sobre todo por la materia y el espíritu del servicio
que prestan que no es otro que salvar vidas o mejorar su calidad. Ese “pequeño
detalle” implica que un hospital es un centro de emociones y un espacio de
solidaridad humana. En un hospital nacemos y morimos. En un hospital salvamos o
nos salvan la vida. Nos curan. Nos alivian. Lloramos y nos hacen llorar.
Entregamos nuestros órganos y los recibimos. Solo por eso un hospital,
cualquier hospital, resulta ser un centro a defender y cuidar.
Un hospital tarda años en lograr la excelencia o unos
niveles de calidad adecuados. La imbricación de los servicios y algo llamado “cultura”
de centro formado por un entramado de relaciones humanas tarda más de una
década en ajustarse. El mismo conocimiento del universo de posibles pacientes,
sus historiales y sus formas de vida es costoso en términos de tiempo. Los
médicos no son paracaidistas que llegan en misión de servicio a cualquier sitio
y empiezan a rendir al máximo nivel. Necesitan conocer el paisaje humano,
familiarizarse con el entramado social y vecinal de la región o la zona en la
que prestan sus servicios.
Lo que se tarda años en hacer funcionar puede, sin embargo,
tirarse por la borda si por un casual los responsables de un hospital deciden
cerrar sus instalaciones sin solución de continuidad. Eso es lo que está a
punto de suceder, si no lo remediamos, en el Hospital de la Princesa de Madrid.
Las autoridades de la Comunidad de Madrid han anunciado el
cierre del hospital de La Princesa para convertirlo en un centro de atención
exclusiva a pacientes geriátricos. Sin urgencias, sin formación universitaria,
sin especialidades clínicas de vanguardia. Cientos de miles de pacientes se
verán privados de su hospital de referencia, aquel sitio que han aprendido a
valorar, cuyos pasillos han recorrido, cuyas salas de consulta han sido su casa
durante tantas horas. Aquel espacio donde han visto morir a sus parientes. Mi
padre murió allí hace ahora poco más de cinco años. Se lo que me digo. Ahora
esas gentes acostumbradas hasta a sus olores tendrán que aprender de nuevo
otros recorridos, otras geografías, otros entornos humanos.
Que desprecio de ese capital intangible creado a lo largo de
tantos años. No, no serán los problemas del personal lo peor, lo mas sucio de
esta decisión. Lo peor de todo será tirar por la borda tantos años de
emociones, tantos vínculos entre personas, máquinas y espacios.
Los trabajadores del hospital han iniciado un encierro
permanente, desde día 1 hasta el martes 6 de noviembre, en el que esperan una
respuesta de la Consejeria de Salud de la Comunidad de Madrid. Durante la
semana del 5 al 9 de noviembre habrá concentraciones diarias en la puerta del
hospital a las 11 h. y a las 18 h. Han creado una plataforma de lucha contra el
cierre que, entre otras muchas actividades, facilita información en la página
web Hospital La
Princesa en peligro.
Los vecinos de la zona, y por extensión todos los de Madrid,
haremos bien en sumarnos a esta lucha. Podemos hacerlo de momento sumándonos a
la firma de un manifiesto a traves de Petición
| No al Hospital de La Princesa especifico para pacientes ancianos | Change.org
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