4 de noviembre de 2012

El cierre del hospital de la Princesa. Más que un error: un crimen.

Hospital de la Princesa. Calle Conde de Peñalver. Madrid
Foto del Hospital de La Princesa en Madrid. Original de Carlos Viñas.
Dicen los que saben de esto que un hospital es una de las formas de organización social mas complejas que existen. Por el número de especialistas y oficios distintos que sirven en él. Por las tecnologías implicadas. Por la cantidad de actos clínicos, administrativos y hosteleros que se celebran cada día en su interior. Por el tráfico de gentes que pueblan sus dependencias: pacientes, facultativos, empleados, familias y visitantes, proveedores, etc.



Pero sobre todo por la materia y el espíritu del servicio que prestan que no es otro que salvar vidas o mejorar su calidad. Ese “pequeño detalle” implica que un hospital es un centro de emociones y un espacio de solidaridad humana. En un hospital nacemos y morimos. En un hospital salvamos o nos salvan la vida. Nos curan. Nos alivian. Lloramos y nos hacen llorar. Entregamos nuestros órganos y los recibimos. Solo por eso un hospital, cualquier hospital, resulta ser un centro a defender y cuidar.

Un hospital tarda años en lograr la excelencia o unos niveles de calidad adecuados. La imbricación de los servicios y algo llamado “cultura” de centro formado por un entramado de relaciones humanas tarda más de una década en ajustarse. El mismo conocimiento del universo de posibles pacientes, sus historiales y sus formas de vida es costoso en términos de tiempo. Los médicos no son paracaidistas que llegan en misión de servicio a cualquier sitio y empiezan a rendir al máximo nivel. Necesitan conocer el paisaje humano, familiarizarse con el entramado social y vecinal de la región o la zona en la que prestan sus servicios.

Lo que se tarda años en hacer funcionar puede, sin embargo, tirarse por la borda si por un casual los responsables de un hospital deciden cerrar sus instalaciones sin solución de continuidad. Eso es lo que está a punto de suceder, si no lo remediamos, en el Hospital de la Princesa de Madrid.

Las autoridades de la Comunidad de Madrid han anunciado el cierre del hospital de La Princesa para convertirlo en un centro de atención exclusiva a pacientes geriátricos. Sin urgencias, sin formación universitaria, sin especialidades clínicas de vanguardia. Cientos de miles de pacientes se verán privados de su hospital de referencia, aquel sitio que han aprendido a valorar, cuyos pasillos han recorrido, cuyas salas de consulta han sido su casa durante tantas horas. Aquel espacio donde han visto morir a sus parientes. Mi padre murió allí hace ahora poco más de cinco años. Se lo que me digo. Ahora esas gentes acostumbradas hasta a sus olores tendrán que aprender de nuevo otros recorridos, otras geografías, otros entornos humanos.

Que desprecio de ese capital intangible creado a lo largo de tantos años. No, no serán los problemas del personal lo peor, lo mas sucio de esta decisión. Lo peor de todo será tirar por la borda tantos años de emociones, tantos vínculos entre personas, máquinas y espacios.

Los trabajadores del hospital han iniciado un encierro permanente, desde día 1 hasta el martes 6 de noviembre, en el que esperan una respuesta de la Consejeria de Salud de la Comunidad de Madrid. Durante la semana del 5 al 9 de noviembre habrá concentraciones diarias en la puerta del hospital a las 11 h. y a las 18 h. Han creado una plataforma de lucha contra el cierre que, entre otras muchas actividades, facilita información en la página web Hospital La Princesa en peligro.

Los vecinos de la zona, y por extensión todos los de Madrid, haremos bien en sumarnos a esta lucha. Podemos hacerlo de momento sumándonos a la firma de un manifiesto a traves de Petición | No al Hospital de La Princesa especifico para pacientes ancianos | Change.org

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