Este video corresponde a un anuncio de la empresa Acciona en el que se representa de forma muy esquemática, pero con un importante valor plástico, el dilema entre el crecimiento y el decrecimiento.
No hace falta retroceder hasta los tiempos y las ideas de Malthus
para reconocer la dificultad de lanzar hipótesis sobre el futuro basadas en la
creencia de un límite para la sostenibilidad de las civilizaciones humanas
determinado por circunstancias económicas o técnicas. Si hubieran sido ciertos
los pronósticos lanzados por el
Club de Roma en los años 70 del siglo pasado ya habríamos entrado hace más
de una década en una especie de frenazo industrial y tecnológico del
crecimiento.
Si solo tuviéramos como perspectiva la actual crisis y como
se ceba sobre las clases medias de nuestra Europa nos olvidaríamos del hecho
mas importante acontecido en el interior del orden- o desorden- económico
internacional: la incorporación de millones, centenas de millones posiblemente,
de seres humanos al mundo económico moderno. Personas, mujeres y hombres, que
en pocos años han incrementado su calidad de vida y su presencia en los
mercados. En Asia, en América Latina, en el conjunto de la región del Pacífico
emergen nuevas clases medias. Y esto ha sido posible gracias al incremento de
la producción mundial y de las formas de productividad. Quiero esto decir, que
por lo menos hasta ahora, la crisis del petróleo y de otras materias primas
apenas ha sido un ligero freno para el incremento del producto bruto mundial.
Por supuesto que ese avance sustancial no ha sido gratuito
ni ha dejado de producir efectos indeseados en términos de medio ambiente y de
desestructuración social. En España sabemos muy bien de que va eso de los “nuevos
ricos” pues no en vano, como quien dice, apenas nos hemos adelantado en pocas
décadas a este nuevo fenómeno de la emergencia como consumidores y como
productores de esa inmensa base social.
Y sin embargo…como dijo Galileo, hay señales en el horizonte
que amenazan tormenta. Las preguntas están lanzadas. La exuberancia económica basada
en los modelos de economías exportadoras no es sostenible. Estos días se está
celebrando el congreso del PC de China y allí se han pronosticado importantes
amenazas a ese modelo. Sustituirlo como sería de rigor por un incremento de los
consumos internos no es un camino sencillo. Mucho más cuando estamos asistiendo
a un cierto cansancio del desarrollo tecnológico que a menudo ha sido el
acicate del desarrollo mundial.
Puede que el Club de Roma haya tenido razón en términos
históricos y que sea ahora cuando empecemos a notar que el mundo, por lo menos
la parte del mundo en la que nosotros habitamos, está entrando en una era de
decrecimiento económico. Ya son numerosas las tesis sobre la necesidad de
organizar nuestra economía sobre bases distintas a las del crecimiento. A ello
contribuiría singularmente la evidencia en algo conocido como “parón
tecnológico”. Puede ser importante recordar que el acelerón de las capacidades
productivas surgidas en la conocida revolución industrial de finales del siglo XIX
ya está a punto de agotarse, incluso en las regiones recién llegadas a los
mercados internacionales.
Solo para recordar. La primera revolución industrial nos
trajo la industria moderna, el vapor, el ferrocarril. Aquello ocurrió entre
mediados del siglo XVIII y mediados del XIX. Vino asociada a la desaparición de
la vieja sociedad estamental y a la emergencia de nuevas clases sociales
burguesas. La segunda revolución es la de la electricidad, el motor de
combustión y la aparición de nuevos y enteros sectores productivos asociados al
entretenimiento y el desarrollo de nuevas sociedades de masas. Es la época de
los grandes periódicos, de las radios y las televisiones, el cine, la
fotografía, lo avances médicos como los antibióticos, la cirugía moderna, el radiodiagnóstico,
etc. Sin olvidarnos de un fenómeno que no sabemos valorar suficientemente: la
llegada del confort a nuestros domicilios: la calefacción, el agua corriente,
los electrodomésticos liberadores, el teléfono, etc. De hecho vivimos culturalmente
instalados en las ventajas de esa segunda revolución y a esa forma de vida es a
la que se están incorporando nuevas masas de los países que antes definíamos
como “tercer mundo”. La tercera revolución, iniciada en los 60, es la de la informática
y todas sus secuelas como internet, la telefonía móvil y las nuevas formas de
comunicación social. Está tercera revolución con su importancia decisiva para
nuestro futuro sin embargo apenas ha incorporado valores económicos de
crecimiento sustanciales en comparación con la anterior ola. Incluso ha
supuesto la desaparición de enormes sectores productivos que han sido barridos
de los mercados.
Para interesados en este proceso les recomiendo la lectura
de un informe patrocinado por la Fundación norteamericana Kauffman- dedicada a la promoción de las
pequeñas empresas y de los emprendedores- y elaborado por el historiador
económico Robert J. Gordon. El informe titulado “Is US economic growth over?:
Faltering Innovation confronts Six headwinds” se puede obtener gratuitamente en
la dirección web https://dl.dropbox.com/u/2021568/gordon%20paper%20w18315.pdf
Si quieren una estupenda reseña en castellano de la obra les
sugiero este artículo de
Nada es Gratis.
Y todo esto venía a propósito de la crisis actual y de la
poca confianza que podemos tener en que nuestros males se curen recuperando el
crecimiento tal como lo entendemos habitualmente. ¿No habrá llegado el momento
de pensar en nuevas
políticas basadas en el decrecimiento?
Seguiremos….
1 comentario:
Parece evidente que si
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