CASA FUNDADA EN EL 2005. Me dicen que si no tienes un blog no existes. No es que tenga muchas ganas de existir en este mundo sutil de los blogs pero tampoco quiero quedar como un ser extravagante.
30 de marzo de 2008
Sufro cada vez que me corto el pelo
Me daban un juguete y luego me lo quitaban. Y todo para llevarme al peluquero de Francisco Silvela. Se conoce que me aterrorizaba ver a un señor con las tijeras en la mano plantadas sobre mi cabeza. Posiblemente también me asustaba verme subido en una plataforma colocada sobre el típico sillón de barbero.
Desde entonces se que el mal existe y que sus máximos representantes se encuentran entre el gremio de los peluqueros. Por eso nunca voy a la misma peluquería. Para despistar a la Bestia. Que no tome confianza con mi cabeza y me la corrompa cual Fausto. Igual que Heráclito no podía bañarse dos veces en el mismo río yo no puedo ir dos veces a la misma peluquería.
Siempre estaré agradecido a los Beatles y a toda la generacion rockera que desde mi muy tierna juventud me enseñó como pasar por delante de las peluquerías sin caer en el fatal error de entrar en ellas. Alguien me contó que las famosas barras azules, blancas y rojas símbolo de tales establecimientos, eran el antiguo sello de los sanguijueleros.
El juguete de ida y vuelta solía ser el de algún niño de la vecindad que ingenuamente se prestaba a tal tráfico infame. Pero mi madre a veces utilizaba estrategias mas sinuosas. Recuerdo que en una ocasión me entregaron un duro de plata. Y a menudo me ofrecían llevarme al cine Victoria o al Oráa. Yo no se como fue posible que todas las veces consiguieran engañarme. Debo ser de natural confiado o a lo peor medio tonto. Se aceptan apuestas.
Hace tiempo buscando documentos viejos para ilustrar una historia sobre Chamberí encontré un viejo recorte de periódico en el que se comentaba sobre una francachela de los dirigentes del Sindicato de Peluqueros de Madrid. Parece que los fígaros de la villa y corte se pasaron tres pueblos y organizaron tal desaguisado en una casa de conveniencia- así llamaban entonces pudorosamente a las casas de putas- que todavía les están reclamando los gastos.
Investigué mas sobre el tema y encontré, ya no se donde, un comentario sobre la tradicional poca religiosidad del colectivo de los peluqueros. No se si a ustedes les ha llamado la atención que los sumos sacerdotes de los cultos egipcios eran los únicos que no se cortaban el pelo. Por algo sería. ¿Se acuerdan ustedes de Sansón?. Pues eso. Los pueblos libres siempre han ideado estrategías para evitar cortarse el pelo. Las trenzas y las colas de caballo son un gran invento. Los rastafaris, mi gran amigo Marley, demuestran al mundo que se puede ser libre solamente evitando ir a la peluquería.
Cada vez que me recorto el bigote y veo que mis manos tiemblan pienso que va a ser de mí el día que no tenga mas remedio que ir a la pelu para adecentarme. Dudo entre imitar al viejo Valle, el de las barbas de chivo, o afeitarme el bigote cual mozo de estoques. Cada vez que oigo la palabra Parkinson me meso la barba…
Les confesaré un pequeño secreto. Últimamente suelo ir a peluquerías de señoras. Creo que el diablo tiene mas difícil trabajar allí.
¿Y a ustedes quien les corta el pelo?
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10 comentarios:
que artículo más curioso...,muy bueno ángel;
yo suelo cambiar también de pelu pero creo que es por algo relacionado con la intimidad; no me gusta mucho que me hablen...bueno, lo justo pero cuando vas más de una vez a la misma pelu parece que te conocieran de toda la vida y te hacen preguntas de lo más descaradas sobre tu vida y a mi me cuesta ser borde, me violenta...y cambio.
últimamente voy a una pelu de chinos porque tengo el pelo lacio y fácil como ellos, no les interesa nada mi vida, me dan un masaje estupendo en la cabeza, es económico y rápido.. y consigo relajarme...ah y no me hacen esperar horas mi turno. ¿seré un poco traidora al gremio de pute.., perdón, peluqueros?
Un saludo
María
Que buena idea María.
Creo que esto de los chinos puede ser mi salvación....
pero puede que asusten también un poco... mueven las tijeras muy rápidamente..
A mi tampoco me gustan las peluquerías, pero no por miedo, la verdad que no se porque es. He llevado muchos años el pelo largo con su correspondiente coleta y así no tenía que ir mucho a la pelu, luego un amigo mio mio que estudio peluquería me lo cortaba y era mas entretenido que te pelasen escuchando musiquita y fumandose un cigarro. Ahora desde que estoy viviendo aquí me lo corta Sandra. Por cierto, aquí podeis ver el tipo de cortes que le gusta hacer a mi amigo, aunque yo nunca me he atrevido a hacerme uno, soy un poco conservador para estas cosas.
Rapados artisticos
A ver si sale bien el enlace así
Adolfo:Este mismo texto lo he colocado en la entrada de tu blog donde pones las fotos de tu amigo. Por cierto que ese si que es un perroflauta autentico por lo menos en catalan- ya sabes que las peluquerias en catalan se llaman perruquerias-.
Si que es un artista tu amigo.
No habia visto esta entrada tuya.
No se si me pondria en sus manos. Ademas toca la flauta como los sátiros, como el dios-diablo Pan, por cierto que tengo una foto en flickr del Dios Pan que tomé en los jardines de La Granja.
Creo que no, que este tipo de corte de pelo tan tribal me da todavía mas miedo...jojo
María
Lo que me dices de las tijeras voladoras me produce un cierto escalofrío. Mejor creo que va a ser seguir yendo a lass peluquerias de señoras...
Lo que dice María ( me permito usar su nombre aunque no la conozca pero como coincidimos tanto en Casa Angel)lo comparto, a mi tampoco me gustaria que se entrometiesen en mi vida, encima con unas tijeras en las manos, no sea que les de por recortar las cosas buenas y quedarse con las malas. Aunque yo nunca he repetido tanto en una peluquería como para llegar a ese punto, además se supone que los chicos somos menos dados al cotilleo peluqueril.
Hola Adanes, puedes usar mi nombre cuando quieras ya que es cierto que frecuentamos casa Ángel los dos. Siendo chica basta con coincidir dos veces con la misma peluquera para que se cree un lazo de intimidad difícil de esquivar ("tiene unas tijeras en la mano")
Nunca pensé que pudieran recortar mis cosas buenas ... trataré de pensar a partir de ahora cosas horrorosas siempre que me corten el pelo..
Mi marido y yo vamos a una peluquería agradable en García de Paredes, cerca del cruce con Santísima Trinidad. El dueño, Fabio, es un italiano simpático.
Un saludo
Muy divertida, Angel, la sátira que escribes de tus recuerdos peluqueriles de la infancia. Nos hace volver nuestra mirada a la infancia y ejercitar la memoria.
A mí tampoco me gustó nunca ir a la peluquería. Y hacía todo lo posible por evitarla, pero, al final no podía escapar. Alguna vez mi madre, por no tener que sufrir mis rabietas, se armaba ella misma con las tijeras y se lanzaba a la tarea de cortarme el pelo. Lo peor era al día siguiente cuando tenía que afrontar las risas de mis compañeros de clase en el colegio que se burlaban de los "trasquilones" que exhibía en la cabeza.
Aún hoy mantengo la aversión al rape y suelo dejar que me crezca el pelo. Como lo tengo ligéramente rizado, según crece se ensortija y así puedo mantenerme más tiempo alejado de las temidas tijeras.
Un saludo a todos.
Parece ser bastante común la fobia a las peluquerías. No se si esto da para avanzar una tesis sobre la sociedad. Las sociedades barrocas y ricas, pongamos por ejemplo las cortes borbónicas son amigas de los afeites, los cosméticos y los salones de belleza. y las mas primitivas y pobretonas como las de los godos- que por cierto ahora dicen que no procedian de Alemania exactamente si no de las regiones bálticas mas al Noreste, mas amigas del corte de pelo en casa como el que le practican a Adolfo Adanes.
Hola Blanca. ¿ponerme en manos de un peluquero italiano?. Será lo último que haré en mi vida. Te pueden envolver en su labia y llevarte al infierno en directo con el Dante.
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