Intervención de Santiago Carrillo en el mitín del PCE celebrado en Montreuil, Francia, en el año 1971. El corte forma parte de un documental sobre aquel mítico mitin filmado por Pere Portabella.
La juventud madrileña
está alegre y muy contenta
porque Santiago Carrillo
nos dirige y nos orienta…
Allá por los finales de los años
60 del pasado siglo y con la música de La Cucaracha cantábamos esa y alguna
otra copla dedicada al camarada Carrillo los chicos y chicas de las Juventudes
Comunistas de Madrid. Para nosotros Carrillo era un mito en la distancia.
Muchos seguramente ni siquiera podían ponerle cara pues apenas circulaban fotos
con su imagen. Teníamos libros, discursos y artículos publicados en la prensa
comunista. Poco más.
Así no es de extrañar que cuando
en algún momento del año 70 me tocara asistir en Francia a una reunión
clandestina en las cercanías de París apenas pude reconocer a Carrillo si no
fuese porque era de las pocas personas mayores asistentes a la reunión y por el
protagonismo que asumió en las discusiones. Acompañado del andaluz Ignacio
Gallego y del gallego Santiago Álvarez, viejos mitos de la clandestinidad,
Santiago Carrillo se empeño en transmitirnos a fondo las posturas del partido
en torno a la agenda de una organización comunista menor como era la de la
Unión de Juventudes Comunistas de España. Recuerdo en particular la discusión
en torno a la presencia de los jóvenes en el ejército. Todavía existía el mito
de que los comunistas debían ser buenos soldados y aprender las técnicas
militares por si en algún momento pudiera ser útil para la causa del pueblo.
Supongo que más de uno se extrañará de que en aquellos años todavía se pudiera
tratar del tema bajo esa perspectiva. Cosas de la época y prueba de que los
comunistas todavía vivían inmersos en una cultura política propia de la guerra fría.
Se vivieron en aquellos años
finales de los sesenta y principios de los 70 una serie de acontecimientos como
el Mayo francés, la invasión de Checoslovaquia por las tropas soviéticas o el
gobierno de la Unidad Popular en Chile que fracturaron de arriba abajo todo el
movimiento comunista internacional. En aquellos años nacieron las líneas de
ruptura que llevaron a la mayoría del PCE a adoptar un modelo de organización y
un programa político que posteriormente se dio en llamar eurocomunismo. La vida
en la clandestinidad en el interior de España no permitió vivir aquellos
debates en condiciones adecuadas y la bronca y la fractura se instaló en las
filas comunistas del exilio casi en exclusiva. Fueron los años en los que
dirigentes como Lister y otros de la misma cuerda crearon formaciones que se
fueron arrastrando a lo largo de los años y que apenas incidieron en la vida
interna de los comunistas españoles del interior.
Carrillo puede que en aquellos
años estuviese a tope en sus facultades políticas como dirigente. Tenía una enorme
experiencia y su capacidad de síntesis le hacía brillar en el interior de un
partido sólidamente organizado. Recuerdo en particular el mitin del 71 en
Montreuil como una de las cumbres de su liderazgo. Y por supuesto los mítines
de los años 77 y 78 en las plazas de toros y los estadios de toda España.
Luego ya no tuve más ocasión de
ver a SC en persona hasta los años de la transición. El PCE tenía una oficina
en la calle Claudio Coello, en pleno barrio de Salamanca. Allí acudía yo casi
todas las semanas a algunas reuniones de coordinación del departamento
internacional que dirigía Marcos Ana y era ciertamente fácil cruzarse con SC
por el interior de la casa. Se trataba en aquellos años de formar una estructura
moderna capaz de hacer frente con las debidas garantías al reto de la
democratización de España. No es la idea de este escrito la de contar la
historia de aquellos años. Solo la de evocar- con mis propios recuerdos- la
persona del recientemente fallecido Santiago Carrillo, secretario general del
PCE desde los años 50 y personaje ya histórico de la lucha contra el régimen
desde los mismos años de la República. Carrillo llegó a Madrid rodeado de un
equipo muy veterano procedente del exilio. A aquel equipo se le fueron sumando
personas y personalidades de la lucha clandestina como Pilar Brabo, Romero Marín,
Sánchez Montero, López Salinas. Pero no hubo forma o tiempo de crear una
organización con mayor presencia de unas bases entusiastas reclutadas en los
últimos años del franquismo y los primeros de la transición en los ambientes
universitarios, profesionales y laborales. Inventos como los de la “territorialización”
por los que se pretendía superar la vieja organización basada en células y
comités a través de agrupaciones de base territorial tuvo mucho que ver.
También la incapacidad de superar el reto de la institucionalización que
provocó la emergencia de una nueva clase de dirigentes volcados al trabajo en
los ayuntamientos, las nuevas comunidades autónomas, etc.
Si a eso añadimos la labor de
zapa del PSOE provocando la fuga de cuadros comunistas que le resultaban
necesarios para ocupar las crecientes parcelas de poder que les tocó ocupar,
tenemos el dibujo de una organización que pasó en pocos años de la gloria de
haber sido la formación mas sólida del antifranquismo a una pequeña formación
desmadrada y encabronada en su interior. A los disgustos por la misma forma que
adoptó la transición se añadieron las dificultades de integrar generaciones,
procedencias e intereses en el seno del partido. Muchos nos despegamos entonces
del proyecto. Llegó el momento en el que solo los muy militantes o los más
dotados para la intriga se sintieron cómodos en la organización.
En aquellos años, finales de los
70 y principios de los 80, éramos muchos los que considerábamos que Santiago
era ya un tapón y que debería haber abierto una transición interna en el PCE.
Pero las cosas nunca se hacen a satisfacción de todos. Yo me decía “con lo
mayor que es este hombre tendría que estar cuidando de conseguir que la mayor
cantidad posible de gente asistan a su entierro”. Si, si, mayor. Treinta años más
de vida. La vida es imprevisible igual que la muerte. Santiago en el golpe de
estado del 81 firmó la mejor página de su historia personal. Fue como el canto
del cisne. Su persona quieta en su escaño ha quedado como la prueba de la
dignidad política. Pocos pudieron decir lo mismo de esa generación de
políticos.
No es el momento de tratar sobre
la transición. Creo que los medios están vinculando en demasía a Carrillo a
aquellos años. Para mí que la persona de Carrillo trasciende a esa época.
Incluso me atrevo a decir que no fueron precisamente aquellos sus años más
fértiles.
Fértiles, ricos y hermosos fueron
los años anteriores en los que Carrillo supo formar una organización abierta a
las nuevas generaciones de españoles que no habían vivido la guerra. La
política de reconciliación nacional, la ocupación de zonas de libertad, la
definición a favor de un socialismo humanista y la dureza en mantener viva una
organización política a despecho de la dictadura son su mejor tarjeta de
presentación ante la historia. Detrás de aquellos tiempos quedaron los de la
guerra civil, los de los años de hierro de la guerra fría, etc.
Y por delante, después de los de
la transición, quedaron los muchos años dedicados a aportar su lucidez al
análisis de la realidad política española desde los medios de comunicación. No
se como se apañaba para interpretar los hechos políticos siempre con
naturalidad y tino y sin detrimento de sus ideas, sus profundas ideas
socialistas.
Ya solo me queda recordar la otra
copla que le dedicábamos los chicos de las JJCC en aquellos lejanos años:
Cuchillo, cuchara, que viva Che Guevara
Cuchara, cuchillo, que viva Carrillo
Descanse en paz Santiago
Carrillo, un testigo y un protagonista de la historia de España.
1 comentario:
Buena entrada. Con sus luces y sus sombras, un hombre clave para la historia y un generoso artífice de una transición pacífica a la democracia. Descanse en la paz que el contribuyó a crear.
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