Imagen de la ria de Ribadeo captada desde la orilla asturiana. Desde uno de los caminos que nacen en Figueras. |
No soy un hombre del campo. Me reconozco a mi mismo como un
amante del asfalto, de los semáforos y de los pasos de cebra. Incluso de las
máquinas de recaudar dinero para aparcamientos en zonas azules. A mi me pones
en un sitio sin referencias urbanas como la selva o el desierto y no se nunca
atinar por donde cae el sur o el norte.
A pesar de ello veraneo en Ribadeo. Puede ser porque Ribadeo
es lo más urbanita de esta región cantábrica. Tengo cerca los periódicos, la
cafetería donde desayunar y las terrazas en las que pedir un ribeiro, a poder
ser Viña do Campo, se lo recomiendo.
Mi relación con la naturaleza se limita a la presencia
obligada en las playas y al paseo vespertino, pedestre o motorizado, por sendas
lo mejor trazadas por la mano del hombre y a poder ser asfálticas o
pavimentadas.
Sin embargo no crean ustedes que no tengo contacto con la
naturaleza. La propia plaza de España, otros la llaman Cantón, algunos parque y
usualmente La Plaza a secas es un magnífico parque botánico con una diversidad
de especies vegetales cuyos nombres difícilmente me aprendo a pesar de las
lecciones que anualmente me dicta un amigo madrileño amigo de las plantas.
Diré más. Tengo una relación especial con la fauna de la Ría
gracias al sonido. Se identificar por sus trinos a las urracas, los cuervos y
las gaviotas. Lo de las gaviotas es llamativo. De vez en cuando organizan unos
combates sonoros estruendosos. Me digo que tengo que preguntar a los ornitólogos
de la Ría de Ribadeo por esas tremendas algazaras que de vez en cuando rompen
el silencio de la ría. Un silencio lleno, por cierto, de otros múltiples
sonidos como las sirenas del astillero de Figueras, las campanas de las
clarisas o de la Virgen del Campo, las
bocinas de los barcos al atracar y el ruido del viento del sur que a veces confunde
uno con el grito de algún espíritu herido, como el de La Searila, del que otro
día les contaré.
Y por supuesto que como ya habrán podido observar no soy
ajeno a la observación, incluso el consumo, de algunas especies animales como
los percebes. No crean que soy inmune a la naturaleza.
Pero es evidente que no soy una buena fuente para aprender
sobre la naturaleza de este entorno. Sin embargo tengo una solución para aquellos
de ustedes que buscan información de calidad sobre las riquezas naturales de la
ría de Ribadeo. Acudan ustedes
al blog de un genio en esas cosas. Enrique Sampedro Miranda en su Ría de
Ribadeo pone todo el mundo natural a su alcance. Con él y con sus textos y
fotos se sentirán transportados al hábitat de las aves de todo pelaje que
pueblan la ría permanente o temporalmente. Hay pájaros propietarios, visitantes
de estación y hasta turistas de paso. Como en la vida misma. Garzas reales,
ánades, garcetas, correlimos, azores, martines pescadores, gaviotas reidoras y lloronas,
etc.
Por ejemplo, su
último post nos cuenta de los visitantes oportunistas que hacen en Ribadeo
su parada de descanso hacia el sur, en el camino que les llevará, digo yo, a
Ruidera o a Doñana, como los mazaricos que tengo yo vistos en las playas de
Matalascañas. Incluso parece que algunos utilizan la Ría como sede de su luna
de miel, si es que lo he entendido yo bien, que seguro que no.
Ya les digo. Aquí hay de todo. Los pájaros de la ría de
Ribadeo. Una lección de vida. Gracias a Enrique por el regalo.