Érase una vez un rey de Portugal llamado Sebastián que murió en Alcazarquivir a consecuencia de las heridas recibidas en la batalla que libraban sus tropas en el pleito dinástico que enfrentaba a dos fracciones para conseguir el sultanato de Marruecos. Se conoce aquella batalla como la de los Tres Reyes, pues en ella murieron aparte de Sebastián I los dos pretendientes a gobernar como sultanes el reino de Marruecos.
Parece que en el fragor del combate el cuerpo del rey portugués desapareció. La incredulidad de los portugueses forjó un mito heroico en torno a la desgracia y desde entonces muchos portugueses a lo largo de generaciones alimentaron la leyenda de la vuelta triunfante del monarca. Esa creencia, el sebastianismo, compensó la derrota, la muerte y la humillación de los portugueses que fueron llevados a la batalla para lograr la hegemonía portuguesa en el Atlántico africano.
Aquello ocurría en el año del Señor de 1578.
Hoy acaba de nacer un nuevo sebastianismo en torno al cuerpo de Osama Ben Laden. Dicen los expertos en la materia que con el abandono en el mar del cadáver del líder de Al Qaeda se pretende evitar la construcción de un santuario fúnebre dedicado a la memoria del líder fundamentalista. Puede que sin cadáver, que sin exequias, lo que consigan sea la creación de miles de pequeños altares en el interior de las madrassas árabes, en la intimidad de los hogares de millones de musulmanes. Puede que dentro de poco tiempo alguien eche de menos no haber contratado a alguno de los cientos de posibles expertos en historia de Portugal.
Vale mas un santuario, una tumba cierta, que el nacimiento de un mito funerario.
2 comentarios:
Creo que mejor hubiera sido que hubiera seguido vivo. En estos momentos no creo que fuera algo más que un 'primum inter pares'; así, vuelve a lo más alto.
la pregunta es por que ahora?
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