15 de junio de 2015

El caso Guillermo Zapata. Los límites y la fuerza de la nueva política

El concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata. Foto: Elvira Mejías / Flickr



Hubo una vez un joven culto que se interrogaba, a cuenta de lo sucedido al cineasta Vigalondo en las redes sociales, sobre el límite del humor. Cineasta también él, Guillermo Zapata, cometió el error de reproducir viejos chistes de carga racista en su cuenta de Twitter.

Esto sucedía en 2011. Años después el compromiso de Guillermo, un luchador social sin partido, le llevó a participar en la campaña para cambiar las cosas en su ciudad, Madrid, mediante una propuesta electoral llamada Ganemos. Cosas de la vida: aquella propuesta electoral se transformó en una lista de unidad popular que lleva por nombre Ahora Madrid, que, casi, milagrosamente ganó las elecciones. Y el luchador Zapata, un nuevo Emiliano, llegó como caído del cielo a ganar una plaza de concejal en el ayuntamiento de Madrid. Seguro que eso no entraba en sus cálculos del 2011 cuando escribía aquellas tonterías. No solo eso, Guillermo Zapata acababa de ser nombrado responsable de la acción cultural de la institución madrileña.

Pero unos señores o señoras investigadoras conocedores de su larga militancia política y cultural se permitieron explorar cual inquisidores modernos todo su historial de acciones y dichos. Resulta que los militantes de la izquierda llevan años batiéndose el cobre en las famosas redes sociales y participando en el combate social y político a través de esos nuevos medios de comunicación. Uno no sabe hasta donde puede llegar el eco de las tonterías que publicas en Facebook o, especialmente en twitter.

Pero para llegar a eso alguien ha tenido que revisar miles de escritos en la red del referido concejal. Una policía de los dimes y diretes. Una inquisición moderna. Un Gran Hermano que entre todos hemos creado y alimentado.

Lo más curioso es que todo esto ya se viene sabiendo. Ya tenemos suficientes avisos del lado oscuro de las redes sociales. De la confianza suicida que tenemos en que alguien nos va a garantizar el anonimato y la seguridad de que nuestros comentarios no desbordarán el ámbito de los círculos de amigos o de familia. No existo el anonimato. Si has convertido tu perfil de twitter en una plataforma de lucha todo lo que hayas escrito puede ser utilizado en tu contra. Y estará desprovisto de contexto explicativo pues twitter es por definición una herramienta descontextualizada. Y en esas estamos. Pocas horas después de la proclamación de Ahora Madrid como fuerza de gobierno municipal la derecha política y mediática lanzaba sus cohetes SAM contra los puntos débiles del adversario. Contra aquellos errores de juventud, contra aquellas manifestaciones insolentes de los airados jóvenes del 15 M. Y ahí le pillaron al pobre Guillermo. Precisamente por no ser un hombre de partido estaba expuesto mucho más que otros a sufrir esa presión inquisitorial.

Parece como si no hubiera pasado más que esto desde que Manuela llegó a ser proclamada alcaldesa de Madrid. Toda la ilusión de centenares de miles de personas puesta en riesgo por esta pesca de viejas palabras en los depósitos virtuales. Que si dimite, que si no dimite. Todos los focos sobre la persona de Manuela. Se dice que la prensa de nuestro país solo sabe practicar el conocido como periodismo de declaraciones. Aquí se monta la de dios es cristo a cuenta de si fulanito dice o dicen que dijo tal o cual gilipollez. Es verdad, después de tantos años de practicar ese tipo de periodismo la maestría de los medios ha dado el do de pecho y unas tonterías de 2011 absolutamente al margen de nuestros problemas y sacadas totalmente de contexto han organizado un bullicio espectacular.

Y por lo que estoy leyendo, ese bullicio, esa zarabanda,  parece que ha provocado una división de opiniones sobre el caso del concejal Zapata y la forma en que el asunto se ha resuelto. A muchos les parece bien que el concejal haya dimitido y que la alcaldesa le haya aceptado la dimisión. Se basan en lo improcedente, piensan ellos, y lo cruel, piensan también, de esos chistes racistas sobre el holocausto o sobre el terrorismo. No consideran como eximente el contexto semiprivado en el que se produjeron esos escritos ni la supuesta carga de "humor negro" que contienen. En ese grupo de opinadores puede que se encuentren una gran mayoría de personas llevadas exclusivamente por lo publicado en los medios. El otro grupo, puede que minoritario, piensan que el contexto explica suficientemente las palabras de Zapata y que se ha hecho una campaña de acoso y derribo totalmente injusta y salvaje. Máxime en un país en el que delitos directamente más crueles y de consecuencias inmediatas para todos como la corrupción apenas tienen trascendencia. Añaden, algunos de esos defensores de Zapata, que si a las primeras de cambio la izquierda se muestra abochornada, apocada y sumisa al griterío de la oposición y de los medios de comunicación mal empezamos.

Puede que ambos bloques tengan razón. Pero lo importante en este caso es que Manuela se ha enfrentado al asunto con la sabiduría de un juez honesto y honrado. Ha valorado los hechos, se ha encontrado con la dimisión encima de la mesa y la ha aceptado. ¿Que tenía que haber hecho? ¿Sumarse a la protesta inquisidora y despedirle como concejal? ¿O incorporarse al grupo de los numantinos y levantarse al grito legionario de todos para uno y uno para todos? Yo creo que ha hecho lo justo. Relevarle de su responsabilidad como responsable del departamento de cultura y valorarle como un digno representante de los vecinos para otras muchas misiones. 


En esas llegó el comandante Zapata y mandó a parar. Es el propio Zapata quien mejor se explica. La rueda de prensa de esta tarde en la que ha dado cuenta de sus reflexiones y sus decisiones es un prodigio de naturalidad, sentido común y sencillez que le hace merecedor de nuestro reconocimiento. Yo me siento representado por él al margen de "sus pecados juveniles". Creo que necesitamos políticos capaces de asumir sus responsabilidades sin ocultarse detrás del sentido tribal ni del aparato de sus partidos. Muy bien Guillermo, les has dado una lección. Que aprendan. Que aprendamos.




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