18 de abril de 2013

LAS COSAS DE LA COSPE Y DEL GOBIERNO DEL PP



El Renacimiento significó alterar las reglas de la política y derivarlas desde la brutalidad hacia el racionamiento y el poder “soft” que se dice ahora. Esa nueva visión “política” del gobierno tan bien ejemplarizada por Maquiavelo en El Príncipe resultó un cambio trascendental en las formas de ejercer el mando. Por supuesto que tendrá que ser la Ilustración y la revolución burguesa las claves del cambio definitivo que lleve a las sociedades modernas hacia la democracia y que anulen, o por lo menos anuncien su desaparición, otras manifestaciones de la barbarie política como la tortura inquisitorial y el desafuero.

Con la emergencia de los grandes medios de comunicación modernos, especialmente la televisión, la forma de gobernar sufre otra variación histórica significativa: los políticos tienen que ganarse el favor popular no solo con la buena gobernanza o el amparo de la mayoría: deben masajear el ego de las multitudes y  procurar infantilizarlas mediante todo tipo de halagos y piropos. Es la era del halago a las multitudes y a ningún político en su sano juicio se le ocurre demonizar a sus propios votantes. Ni siquiera a los de sus competidores.

Cuando un político quiebra esa forma de comportamiento amable está cargándose siglos de historia y despreciando culturas políticas de tan largo recorrido. Tiene que tener motivos muy fuertes para hacerlo. Sí como ocurre en estos momentos con las constantes manifestaciones de desprecio al pueblo que se largan dirigentes del PP con discursos del tipo: que se jodan, habéis vivido por encima de vuestras posibilidades, queréis la dación en pago para pagaros otro piso, os gusta comer en vez de pagar la hipoteca, compráis televisores de plasma con el dinero de las subvenciones del paro, etc. es que en el PP se ha instalado el viejo virus del estado precapitalista basado en los poderes estamentales y en los que la palabra pueblo no significaba nada mas que una forma honorable de llamar a los siervos.

Las cosas de “La Cospe” o de los otros miembros del gobierno aficionados a ese retorno a las esencias medievales no pueden ser otra cosa que la expresión de su morriña por régimen preliberal, tan caro a los fundamentalistas católicos. Como si todo el proceso, tan doloroso, de adaptación de la Iglesia a la modernidad hubiese que tirarlo por la borda por innecesario.La contrarreforma. El franquismo en sus mas elementales querencias.

O cabe otra interpretación. Existe un principio llamado de Hanlon, por el nombre de su creador, que dice «nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez». Ignorancia, estupidez o llámenlo como quieran. El caso es que parece haberse instalado un demonio irresponsable en las filas del PP que les obliga a decir estupideces una tras otra sin solución de continuidad, haciéndonos recordar aquella famosa frase de Azaña sobre la estupidez como la planta de mejor crecimiento en España.

Digo yo que a lo mejor no son tan tontos. Puede que con esto lo único que pretendan es tenernos entretenidos. Desde luego que lo están consiguiendo. ¿Saben la última? El ministro llamado Cañete, digno nombre para una comedia berlanguiana, acaba de informarnos que él se ducha con agua fría. Para ahorrar. ¿Y a quien cojones le importarán los hábitos higiénicos de este señor? Por mí como si se pone el cilicio los domingos por la tarde.
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