12 de junio de 2011

Mangante viene de Manga





Uno de los espacios naturales mas privilegiados de España, la lengua de arena y tierra que separa el mar Mediterráneo de la laguna litoral llamada Mar Menor, y que conocemos con el nombre de Manga del Mar Menor es hoy un espanto urbanístico de proporciones colosales.

No se como explicar, pensando en los que hayan evitado hasta ahora tener el mal gusto de pasarse por allí, que cosa es en la actualidad la famosa Manga. Imagínese una autopista de doble sentido y dos carriles por cada uno de ellos, por donde circulan miles de vehículos a toda velocidad. Esa autopista tiene como un arcén por cada sentido, y no siempre, que es compartido por bicicletas, peatones y coches en búsqueda de giros y entradas laterales. La autopista y esos arcenes tan concurridos está amurallada a ambos lados, y sin casi solución de continuidad, por enormes edificios que ocupan el espacio entre el vial y el mar Mediterráneo por un lado y el mar Menor por el otro. Esos edificios a su vez tienen sistemas de acceso privado que impiden que el público pueda acceder al litoral y a las playas salvo por escasos puntos abiertos que a su vez están rodeados de centros comerciales, hoteles y dependencias privadas de todo tipo. Acceder a las playas parece estar reservado a los propietarios de las viviendas o a los inquilinos de los hoteles. De hecho toda la Manga, salvo unos pocos espacios, sobre todo por la parte norte, es un enorme condominio privado en contra de los principios de las leyes de costas.

 Edificio abandonado en La Manga del Mar Menor. Son muy numerosos los edificios en un estado lamentable de conservación.

De cómo se ha convertido un espacio natural privilegiado de unas cuantas decenas de kilómetros en un hábitat artificial plagado de cemento y de difícil viabilidad ecológica da cuenta una larga historia que prefiero ahorrarme. Solo decir que en esa historia se contienen los episodios mas tristes de la corrupción y del caciquismo español a lo largo de mas de cien años. Desde la desamortización de mediados del siglo XIX a las barbaridades urbanísticas de nuestra actual democracia pasando por los años desarrollistas de la última etapa del franquismo en los que se perpetraron las mayores aberraciones legales. Y todo a beneficio de unas pocas familias y con la complacencia de autoridades de todos los colores políticos.

 La accesibilidad al litoral y a las playas está obstaculizado por enormes barreras de cemento y vallas de prohibición del paso. Lo que se dice una ocupación privada del espacio público.

Para que las cosas hayan llegado a donde ahora están ha sido necesario alterar el mismo territorio mediante rellenos de tierra que han cambiado el comportamiento marino- olas y mareas- de manera que hoy La Manga se ha convertido en un espacio muy problemático. Greenpeace y otras organizaciones ecologistas han llegado a plantear un futuro dantesco para la región. Son innumerables los informes y las protestas que toda esta historia ha generado.

Como yo no soy experto en la materia me limito a trasladar exclusivamente mi propia reacción personal. Les puedo asegurar que La Manga es el espacio mas horroroso que haya podido visitar en mi vida. No se si los actuales propietarios de viviendas compartirán conmigo. Me imagino que ellos serán felices en sus espacios privados. Me dicen que esto se parece mucho a los famosos cayos de Florida. Es absolutamente incierto. Es verdad que el urbanismo de Florida no es precisamente un modelo ideal, pero dentro de un sistema pensado para el disfrute privado, la calidad de vida, la accesibilidad a las playas y las comunicaciones internas que se disfrutan en Florida no tienen nada que ver con los agobios y con el destrozo que se contempla a cada paso que das por La Manga. Benidorm, otro modelo que algunos alegan, es infinitamente mejor que La Manga desde todos los puntos de vista. Por lo menos la vista del mar y de las playas no está secuestrada para el uso y disfrute exclusivo de los propietarios de viviendas o inquilinos de hoteles. Los paseos marítimos de Benidorm, sus áreas de práctica del simple hecho de caminar están exentos del riesgo de compartir espacios con el coche. A mí no me gusta Benidorm pero desde luego resulta un modelo mas sostenible y mas humano que el de La Manga.

 Al lado del horror de La Manga se encuentran espacios naturales extraordinarios como el del Parque Nartural de Calblanque

Dicho esto sepan ustedes que en el entorno de La Manga existen sin embargo espacios naturales y poblacionales muy dignos. Tienen ustedes el Cabo de Palos por ejemplo. O el parque natural de Calblanque con playas maravillosas que nos dan una imagen de lo que en su día fue La Manga. Tienen ustedes parte del litoral del propio Mar Menor, como la excelente playa de Los Alcázares. Y por encima de todo tienen a dos pasos la maravillosa ciudad de Cartagena. Solo ir a la ciudad del cantón para visitar el museo romano del maestro Rafael Moneo merece la pena el viaje.

 Cartagena es una ciudad hermosa. El museo Romano, obra de Rafael Moneo, da acceso al Teatro Romano, milagrosamente recuperado después de siglos de ocultamiento.

2 comentarios:

Cecilia dijo...

He ido una o dos veces a la Manga. Las vistas desde los edificios altos deben ser estupendas, pero desde abajo me preguntaba a quién se le ha ocurrido la idea de convertir una lengua de tierra en una superurbanización, recargada, alta, antiecológica... Esta aberración, multiplicada por cientos en toda la costa levantina, es una vergüenza para España, para nuestros paisajes. Una travesía en barco en paralelo a la costa, te provoca una tristeza enorme al ver tanto muro, tanto hormigón. Los que se han forrado con estas obras destructoras estarán ahora, seguramente, clamando contra la crisis. Ellos deberían pagar la parte que les corresponde por haberla fomentado

Ángel de Olavide dijo...

El horror...que diría Conrad. Sobre los propietarios de La Manga te diré que están horrorizados de la decadencia en la que viven pero siguen empeñados en buscar alternativas absurdas. No se les ocurre ni siquiera la posibilidad de reducir al máximo la circulación de vehiculos. Por ejemplo proponen la desaparición de los semáforos. Lo único que les importa es evitarse los atascos. A muy pocos se les ocurre por ejemplo prohibir la navegación por el Mar Menor de barcos a motor, una de las pocas alternativas para sanear ese mar interior enormemente contaminado. Lo malo de todo esto, Cecilia, es que las barbaridades siguen. Por ejemplo quieren urbanizar el cabo Cope que es uno de los pocos espacios que quedan en Murcia sin cemento. Desde luego que la lucha de los ecologistas murcianos es verdaderamente heroica.
Gracias Cecilia

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