6 de noviembre de 2011

Un programa electoral para el 20N

LOS DIPUTADOS
Foto de Xavier68 en Flickr. Licencia CC


No me presento a las elecciones pero seguro que voy a votar. Se a quien no votar pero dudo sobre a quién hacerlo.

Para despejar dudas me he confeccionado mi propio programa electoral y miraré que candidatura se ajusta más al mismo.

Lo primero de todo: aquellos partidos que repitan el mantra del crecimiento como receta para resolver los problemas económicos quedarán descartados. Una de las pocas cosas seguras que uno tiene a estas alturas es el saber que el consumo, que el consumismo, nos ha traído hasta aquí. Que el verdadero nombre del consumo en nuestra sociedad es derroche. Que tiene que existir un camino hacia una sociedad cuyas metas no sean el crecimiento sino el ahorro y el consumo sostenible. De alguna manera aquellos cuya meta sea recuperar el crecimiento por la vía del consumo están condenando a nuestras sociedades a repetir el ciclo de las crisis financieras una y otra vez. El reto es hoy fijar unas pautas de sociedad que den prioridad a la calidad de vida, al trabajo social, a la igualdad y a la conservación de la naturaleza.

Siendo las cosas de ese modo corresponde idear un gobierno que luche por implantar los cambios necesarios en el mundo. Soy consciente que esa sociedad nueva solo será posible a escala planetaria. Por lo tanto lo primero que le pido a un partido que quiera representarme es que se inserte en la comunidad internacional de forma responsable. Y la responsabilidad hoy es la de crear nuevas instituciones internacionales a la vista del fracaso de las existentes. De no ser así asistiremos a una ceremonia de confusión y de ruido en las relaciones internacionales. A un retorno de los nacionalismos egoístas y a la emergencia de liderazgos indeseables.

Sigue siendo central resolver de una manera razonable el drama del paro. Y para ello resulta clave conocer las razones de que en nuestro país las cifras de paro presenten unos resultados tan desquiciantes. Dudo de las explicaciones generalmente aceptadas al respecto. No creo que el paro se derive de la existencia de un mercado de trabajo particularmente mal regulado ni que todo se derive de la estructura de nuestro sistema de producción tan orientada al turismo, la construcción y los servicios. Tiendo a pensar que existen claves culturales en nuestra sociedad que generan daños en nuestra forma de entender el trabajo. No puede ser que en periodos de crecimiento saquemos a nuestros hijos del sistema educativo para ponerlos a trabajar en la construcción y en épocas de crisis nuestras empresas y sindicatos no sepan mantener el empleo mediante herramientas de reducción de horas de trabajo y de sueldos. O que, en ese mismo trance, nuestro sistema de protección del empleo no sepa compensar el problema más que a través del subsidio del paro olvidándose de todo el repertorio posible de las políticas activas de empleo. Por supuesto que parte de nuestros problemas viene seguramente del desencaje entre nuestros sistemas productivo y educativo.

Si queremos poner en marcha cambios sustanciales en la forma de gobernar el mundo deberemos encontrar un método para cambiar la forma de hacer política. Ello nos lleva a pronunciarnos contra el clientelismo, contra el espíritu sectario, contra el derroche de bienes públicos a la hora de debatir y de organizar la vida política. En positivo significa pronunciarse a favor de potenciar las formas de la democracia directa y a reducir la preponderancia de los partidos. Significa sanear las instituciones y eliminar los sistemas privados de financiación de los partidos por la vía de la facilitación de herramientas de comunicación públicas transparentes y abiertas.

También descartaré a los que no anuncien una voluntad decidida de reformar el sistema político. En esta materia no me interesan nada las declaraciones de republicanismo o de federalismo si no vienen acompañadas de un programa de cambios como los siguientes:

-reforma del sistema electoral buscando la mayor proporcionalidad posible mediante circunscripciones amplias, preferiblemente las autonómicas. Una parte del congreso de los diputados elegida por restos nacionales. Listas abiertas.
-Conversión del Senado en una cámara federal orientada al desarrollo de políticas de convergencia entre las distintas comunidades autonómicas. Constitucionalización de los Consejos Interterritoriales como órganos de ejecución de las políticas federales.
-Desaparición inmediata de las diputaciones y aprobación de una ley de régimen local que de más poderes y mayores recursos a unos ayuntamientos renovados y a la emergencia de mancomunidades y órganos comarcales de gestión- me da lo mismo que se llamen mancomunidades o consorcios-.

En materia económica-administrativa:

-Desaparición de todas, digo todas, las subvenciones a empresas que no estén vinculadas a la creación de empleo. La creación de empleo se convierte en la medida y el objetivo de todas las políticas económicas.
-Amortización de todas las bajas de personal que se produzcan en la función pública excepto en los servicios esenciales de salud, educación e igualdad y para funciones directamente vinculadas a las labores asistenciales directas.
-La decisión del inicio de obras públicas será producto del debate social y de la implicación de los poderes legislativos y los consejos económicos y sociales- estos últimos serán democratizados hasta el límite de lo posible.
-Las políticas de austeridad en el gasto administrativo e institucional serán controladas por Tribunales de Cuentas reformados con un sentido democrático pleno, nada de organismos de control a la medida de los poderes ejecutivos.

En políticas económico fiscales:

-elevación del IVA en la misma medida en que se reduzcan las cotizaciones sociales.
-nivelación de la fiscalidad del trabajo y de la inversión.
-impuesto especial sobre las grandes fortunas dedicado en exclusiva a políticas de solidaridad social
-control de las actividades bancarias relacionadas con la inversión exterior
-un tipo especial de IVA del 50% para una lista de productos de lujo como joyas, coches de gran cilindrada, barcos de recreo, etc.
-reforma del IRPF con elevación de los tipos máximos para ingresos salariales superiores a los 100.000 euros anuales
-incremento de las sanciones y las penas del fraude fiscal.

En materia económica empresarial:

-políticas de energía orientadas al ahorro. Promoción de las energías renovables ordenada y sin dejar hueco a la picaresca.
-políticas regulatorias estrictas de la actividad financiera. Control por parte del BdE de la actividad de las Cajas de Ahorro.

Por último me permito dar a conocer la presentación sintetizada de  documento de trabajo elaborado por un grupo de ciudadanos que a lo largo de los últimos meses hemos estado debatiendo y discutiendo en torno a los problemas de la política española (cualquier interesado en conocer todos los documentos de trabajo pueden solicitarlo) :

COSAS QUE NOS GUSTARÍA CAMBIAR.
REFLEXIONES DE UNOS CIUDADANOS DE A PIE.
Hace unos meses un grupo de ciudadanos coincidíamos y participábamos en una frustración común. Frustración y disgusto por  la crisis de funcionamiento democrático, por la pérdida de valores ciudadanos, por la degradación de la función pública en casi todos sus ámbitos (político, jurídico, sanitario, educativo,  etc.). No era fácil para nosotros encontrar respuestas sencillas y creíbles a ese malestar difuso que nos desalentaba. Cada posible respuesta nos llevaba a escenarios que nos instalaban en otras dudas, en divergencias de modelos en los que afloraban nuestras distintas percepciones políticas personales.
Éramos conscientes del momento de crisis que atraviesan la economía mundial y la de nuestro país. De los desafíos políticos que implican las desigualdades entre los países desarrollados, los emergentes y los más pobres, así como los trastornos que  esas desigualdades hacen aflorar tales como las migraciones masivas y el racismo creciente. En coincidencia con nuestra reflexión nacieron los fenómenos de emancipación de los países árabes y del norte de África que vienen a ser un factor de esperanza para la democracia y el respeto de los derechos humanos en el mundo pero que suponen un enorme riesgo de desestabilización política internacional. La crisis energética y los recientes acontecimientos medioambientales en Japón han venido a sumar perplejidad y a aumentar nuestro grado de confusión sobre el futuro del mundo.
Todo ese panorama, este pandemónium de acontecimientos y de tendencias, nos hace si cabe más presente que nunca la necesidad de contar con unas instituciones políticas de calidad en cada país, en el nuestro por supuesto, pero también a escala multilateral. Y es en ese contexto cundo nos percatamos que interrogarse sobre las carencias de los modelos políticos y de gobierno alcanza unas proporciones más importantes que nunca. Lejos de ser la crisis un elemento que nos paralice y nos imponga una especie de freno para la  crítica de los sistemas políticos  debería ser un incentivo para promover el debate y la reforma de nuestras instituciones políticas representativas. Si el cambio y los sacrificios que los tiempos presentes nos hacen adivinar para el futuro  son obligados deberemos  ser conscientes de la importancia de la participación de los ciudadanos en la gestión pública. Son innumerables los discursos en clave neoliberal que tratan de dictar a las sociedades alternativas basadas exclusivamente en el sacrificio de los ciudadanos de a pie, de los trabajadores y de las clases medias y en el abandono de avances sociales que creíamos incorporados plenamente e irrenunciablemente a nuestro modelo de sociedad. Y dictan esas fórmulas en el contexto de unos gobiernos dóciles y de unas fuerzas políticas entregadas de pies y manos al deus ex machina de una solución de los problemas en las que los ciudadanos no tenemos otro papel que aguantar los sacrificios sin rechistar pues si rechistamos puede ser incluso peor.

Creemos poder afirmar que la mayoría de los ciudadanos de este país, coincidimos en que no nos gusta  el trabajo que nuestra clase política realiza, ni su estilo, ni su falta de compromiso con la ciudadanía y que además no llega a un nivel mínimo de honradez y transparencia. Nos parece que más que trabajar para los ciudadanos funcionan para el beneficio de ellos mismos y de grupos de poder afines, pero no para el conjunto del país, ni siquiera para el beneficio de sus propios votantes. Creemos que también  coincidimos con casi todos los ciudadanos en que la Justicia en este país no se ha modernizado al nivel que otras instituciones del estado  han llevado a cabo y que no da un servicio mínimamente aceptable.
Este grupo se propuso reflexionar con cierta calma en algunos problemas y encontró que existen alternativas con una razonable posibilidad de ser puestas en marcha sin grandes convulsiones políticas.
En primer lugar, hay una separación entre los intereses de la clase política y los intereses de los ciudadanos tal como perciben las últimas consultas demoscópicas y que ello produce un enorme malestar en nuestra vida cotidiana. Además percibimos una  baja  calidad en el trabajo de las instituciones políticas, un  insuficiente control por  parte de la ciudadanía de su actividad. Observamos, finalmente, la falta de castigo cuando se cometen ilegalidades e incluso, es muy llamativo que los ciudadanos no parezcan querer utilizar mediante la herramienta democrática del voto el castigo democrático correspondiente que no es otro que dejar de votar a las personas incursas en prácticas de corrupción.
Existe un excesivo poder de los partidos políticos en los tres poderes del estado, el ejecutivo, legislativo y el judicial. Hoy en día los tres poderes están controlados por los partidos mayoritarios de una manera abusiva y nada transparente.
El mal funcionamiento de la Justicia, es otro punto clave. Hemos encontrado que este problema se debe a varios  hechos significativos, en primer lugar está la politización tanto del Consejo del Poder Judicial como en  la designación de cargos en los diferentes tribunales, que en vez de regirse por criterios basados exclusivamente en la  calidad de sus miembros, se rigen por su afinidad y simpatías con determinados grupos políticos o ideológicos.  Otro aspecto es la propia judicatura, cuyo trabajo como conjunto, está  claramente por debajo de la calidad y cantidad requerida por la ciudadanía y esto a su vez es debido por el insuficiente control  por los órganos encargados de supervisar su trabajo. Otro problema clave de la Justicia  es la lentitud de la misma, esta tardanza en la resolución de las causas muchas veces hace que  “La Justicia”  este  casi desapareciendo de este país.
 Hay otros muchos problemas en la justicia  que describimos en el artículo correspondiente.
La ley electoral actual favorece de manera desmesurada a los dos partidos mayoritarios eliminando del poder y representación política, a una importante masa de ciudadanos. Esto excluye del juego político a representantes legítimos de una parte importante de la nación y permite la patrimonialización de las instituciones por parte de los partidos mayoritarios.
Como soluciones a estos problemas hacemos varias propuestas.
Respecto al primer punto, proponemos un sistema de listas abiertas en las elecciones de manera que el ciudadano, además de ejercer sus derechos de voto y asociación, pueda desalojar de la lista del partido que quiere votar a políticos corruptos o ineficaces que actualmente los partidos se empeñan en admitir en sus listas. La lentitud de la justicia permite que la corrupción política a todos los niveles salga impune. Como la lentitud  de la justicia es un problema global, de momento, nos interrogamos sobre la posibilidad de concentrar en instancias judiciales especializadas la persecución de los delitos políticos de corrupción de la misma manera que existen Tribunales de Violencia de Género.

El problema de la Justicia, requiere el firme compromiso de todos los partidos políticos, de todas las instituciones y de todas las fuerzas democráticas para lograr la independencia de la misma haciendo que su funcionamiento se rija exclusivamente por criterios de mérito. Esta es una demanda irrenunciable para  que un país se pueda considerar democrático.

Proponemos una reforma global de la Ley electoral, como además así fue pactado cuando se negoció al comienzo de la democracia entre los partidos que entonces se formaron. Nunca se llegó a atender ese compromiso de tal forma que un modelo electoral que trataba de asegurar al máximo posible la existencia de una mayoría estable al margen de otros valores de representación se ha convertido en una especie de corsé al servicio de las dos fuerzas dominantes a escala del conjunto del país.
La mejora del funcionamiento de los mecanismos electorales y partidarios a su vez requiere la introducción de muchos cambios, algunos de los cuales proponemos en el documento correspondiente.
En nuestras discusiones hemos encontrado también argumentos para realizar cambios en otras políticas públicas como las referidas a la organización laica del Estado, el modelo de las obras públicas y en particular sobre la necesidad de crear una nueva forma de entender la ciudadanía como ejercicio de responsabilidad basado en la ética personal y la moral pública.

En conjunto hemos tratado seis temas
La Corrupción
La Justicia
La ley Electoral
La Laicidad del Estado
Ética ciudadana,  moral pública y calidad de la democracia
Planificación de la Obra Pública en España
De alguna manera podríamos seguir insistiendo en esta tarea de mirar con atención tantos fenómenos políticos como nos perturban. Hablaríamos por ejemplo de la reforma de la Función Pública, de la educación o de la enseñanza y en otra perspectiva más global de las formas de valorar y evaluar la actividad de las instituciones públicas y del grado de sanción por los incumplimientos de las obligaciones que esas instituciones puedan cometer. Pero eso nos forzaría a adoptar un modelo de organización de los debates que un grupo de ciudadanos privados difícilmente estamos en condiciones de aportar ni de mantener. Afortunadamente están surgiendo movimientos e iniciativas como EQUO, CONFLUENCIAS y otros muchos como el de la Juventud Sin Miedo que apuntan a un renacimiento del debate público político al margen o más allá de los partidos políticos tradicionales. Y esperamos que esos movimientos y la propia dinámica de la crisis obliguen a las instituciones a reforzar la comunicación con los ciudadanos. En esa medida esperamos que estos papeles resultado de muchas horas de trabajo aportadas por unos simples ciudadanos de a pie y que ahora damos a conocer puedan ser útiles.

Parece que esto me ha quedado un poco largo. Pero bueno, todos los programas electorales suelen ser algo largos….Cualquier comentario será bienvenido.
Saludos a todos y que nuestras reflexiones nos ayuden a hacer el 20N lo que mejor corresponda.

3 comentarios:

Carlos Osorio. dijo...

Interesantes propuestas para mejorar la Democracia!

CarmenS dijo...

¿Por qué me resulta más sustancioso tu programa que los que he escuchado en la tele?

Ángel de Olavide dijo...

Pues me atrevo a pensar, Cecilia, que lo ves con mejores ojos o adivinas que detrás de estas palabras no late ningún interés particular, solo el ejercicio de la ciudadanía. Y en ese concepto de la ciudadanía creo que es de donde todo nos viene o todo se nos niega. Quiero decir que si no ejercemos como ciudadanos- por supuesto mas alla que solo con el voto- dificil lo tenemos. Por mucho que la situación nos anime a retirarnos a nuestros paraisos privados, es una tentación a veces inevitable, creo que debemos hacer lo posible por lo menos para entender lo que nos ocurre.

Gracias y besos

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