20 de abril de 2008

Después de hablar de agua, hablemos de vino


Tintilla, originalmente cargada por Marianne Perdomo.

Aguar el vino era la costumbre preferida de los mesoneros deshonestos de todas las épocas. Hoy la trampa viene embotellada y las prácticas bautismales se ejecutan en las bodegas de origen.

Hasta hace unos pocos años en España solo había dos clases de vino: el tinto y el blanco, que se subdividían a su vez en buenos y malos. Los buenos tintos se reducían a unas pocas marcas de La Rioja con nombres aristocráticos y los buenos blancos al Jerez, el famoso sherry de los ingleses, aquel del que Ben Jonson decía “ Sherry, sherry, sherry, by my troth he makes me merry” y al que Shakespeare rendía pleitesía.

Los malos eran todos los demás. Los vinos que tomaba el pueblo eran malos de solemnidad. ¿Como sino entender crímenes tales como el invento de la sangría o del calimocho?. Tienen que llegar los años 70 para que se instale en la conciencia de los consumidores la idea de que un buen vino merece la pena y resulta razonable pagar por ello un precio distinto del que tenían lo que entonces, creo que ahora también, se denominaban “vinos de mesa”. Decía algún periodista de la época que los otros, los buenos, eran vinos de mesa y mantel.

Gracias a ese cambio de mentalidad, provocado en parte por la aparición de una nueva clase media en España que de repente le dio por la gastronomía y pasaron de adorar la cocina tradicional española a valorar las recetas de Bocusse y los nuevos cocineros. ¿Cómo invitar a alguien en casa y no sacar una botella de buen rioja? Con las albóndigas de toda la vida podía ir bien un Valdepeñas pero si sacabas a la mesa un “bitoke hungarois” como no incluir en el acompañamiento un Marqués de Riscal?

Con tales novedades una tropilla de nuevos empresarios decidió abrir nuevas bodegas con las que inundar los mercados de nuevos productos. Y hasta ahorita mismo como dicen los mexicanos la ola no ha dejado de crecer cual tsunami. Si no tienes una bodega en propiedad no eres nadie. Modistos, cantantes y hasta abogados de renombre lucen en su curriculum la propiedad de unas tierras, algunos hasta les llaman “pagos”, y de unas bodegas, por cierto diseñadas por los grandes arquitectos internacionales si fuese necesario, que les convierten en los nuevos señores feudales de nuestros tiempos.

No todos lo hacen como negocio. Sienten un verdadero idilio con sus vinos y les dedican lo mejor de sus vidas. Tratan de contratar a los mejores enólogos y publicistas para conseguir que sus marcas entren en el gotha de los vinos que es una lista dictada por un tal Parker, verdadero gurú del vino que determina quien si, quien no alcanzará la gloria de forrarse con tan noble negocio.

Como la rioja y la famosa ribera del duero ya se les había quedado pequeña inventaron nuevas denominaciones de origen en todas las partes donde fuese posible cultivar la vid, que en España es prácticamente su superficie entera- hasta en Asturias, oigan-. Zonas tradicionalmente vitivinícolas- horrible palabro- como La Mancha, Cariñena, etc., decidieron no perderse el baile y modernizaron todas sus viejas instalaciones. Cuando ya no quedaron zonas en las que inventarse denominaciones procedieron a vender conceptos tan sutiles como los vinos de pago y de terroirs, especialidades varietales y toda una gama de extraordinarias creaciones verbales que han convertido el vino en un negocio poético literario y cultural.

Leer una cata de vinos es como leer poemas. Desde el género mas rústico y pastoril que nos habla de aromas campestres y florales y de tierras mojadas hasta la poesía mas hermética sobre notas animales o toques incestuosos (¿). Hasta los profesores universitarios y los filólogos han encontrado en el vino un camino docente para enseñar idiomas.

Hoy existe el turismo del vino o turismo enológico, la vinoterapia- que no consiste en beber vino hasta curarse de los males físicos o mentales como se debe usted imaginar- sino en unos fantásticos baños en vino. Y hasta Bodegas Hotel.

Hoy en día quien no entiende de vinos, quien no distingue un albariño de un verdejo, quien no valora la diferencia entre un crianza y un vino joven está condenado al ostracismo social. Es de buen tono pertenecer a dos o tres tertulias de cata y discutir en los restaurantes con los someliers, nueva y emergente profesión, sobre el vino adecuado para cada plato. Un sinvivir, una cruz para todos aquellos que hasta ahora solo sabían si el vino les gustaba o no les gustaba. Cursos largísimo de fisiología del gusto, lecturas nocturnas de libros y revistas especializadas, visitas a los templos comerciales llamados con sugestivos nombres como Lavinia, todo ello constituye el deber que los nuevos caballeros y damas deben enfrentar si quieren ser admitidos en la buena sociedad.

Si tu te limitas a comprar vinos de 4 o 6 euros, y ya es gastar se lo aseguro, puedes ser acusado de inculto y hasta de tacaño. Hay vinos en España que se venden en bodega al estrafalario precio de 200 euros y mas. Yo les digo, háganme caso, que con ese precio no pagan el vino, están pagando ustedes los costes notariales del tal Parker y los caprichos de moda de un grupo de personajes dedicados al intangible negocio de la literatura gastronómica. No me parece mal, al fin y al cabo vivimos en la sociedad de la abundancia y el derroche tan bien descrita, hace ya tantos años, por el maestro Thornstein Veblen en su magistral Teoría de la clase ociosa.

Por cierto que tenemos que ir a comer. Yo, para terminar, les recomiendo tres vinos: Martúe, Finca la Estacada y Juan Rojo. Entre 4 y 6 euros. De La Mancha los dos primeros y de Toro el tercero. Estupendos y para quedar bien entre los que saben y entre los que no saben.

Y ¿usted que vino bebe? Queda abierta la tabernilla de los comentarios….


12 comentarios:

Anónimo dijo...

Uff, de casi todos... Pero reconozco que soy de tintos, evito por prejuicio los vinos estadounidenses, y me tiran en particular los vinos recios, la buena uva de toro (o un descubrimento en los últimos años de esas regiones que luchan por su denominación los Ribera de Arlanza).

Tema fascinante, pues como bien indicas anda entre el snobismo, el consumismo y todo el tema de las denominaciones se debate entre la exclusión de los que no la tienen y el derecho a la autodeterminación alcohólica...

Si no lo has visto aún, recomiendo poner a la mula a cabalgar o a uno de sus parientes y buscar el documental "Mondo Vino" que repasa muchos de los palos que comentas y los engarza con la globalización, homogeneización de la producción.

Un gran saludo,

Daniel

(Así en otra hablamos de importación y exportación de los mismos. Creo que lo que comentas ha sido parte de un cambio generalizado con parte positiva y partes tremendamente negativas. En fin...)

Ángel de Olavide dijo...

Hola Daniel
Ya sigo tus aventuras paternofiliales. Buenas minicrónicas sobre lactancias y otros bonitos espectáculos extractivos..
Antes de que se me olvide, aqui está un enlace con una muy buena explicación del documental mondovino
que además lleva un enlace pra descargar el documental doblado al castellano.
Si que lo ví. Por alguna razón profesional tengo cierta relación con el mundo del vino y la película fue un revulsivo para el sector. Me parece muy bien que te gusten los tintos recios, es una especialidad en la que España no tiene apenas rivales en el mundo. El gusto dominante ya sabes que se inclina por los vinos con mucha madera..que es la guerra y, esto es un secreto muy bien guardado, a veces la madera es solo recortes y cuñas de leña de viejas cubas de roble que ya apestan a vinazo. Pero el mercado se traga lo que le echen. Mondovino vino, si vale la redundancia, a poner una denuncia de fondo sobre esas prácticas. como los gurus lo saben bien solo recomiendan exquisiteces y se cuidan mucho de recomendar vinos que no cumplan estrictamente los códigos de crianza mas estrictos. Pero de ahi a valorar el roble francés nuevo , los años de la viña o el tipo de tierra de la forma que lo hacen pues hay una diferencia.
Me parece muy bien que no le des a los vinos de California pero a EEUU ya llegan vinos chilenos, argentinos y uruguayos-ojo con estos últimos, de muy buena factura a unos precios razonablemente buenos. ICEX está haciendo un esfuerzo serio para promocionar los vinos pero te diré otro pequeño secreto a voces, todas las Comunidades Autonomas están tratando de hacer promoción de sus vinos propios y con ese desperdigue de esfuerzos al final no se ven bien los resultados. Una derivada indeseada o por lo menos perversa del estado autonómico..pero bueno esa es otra discusión
Un abrazo
Angel

Adolfo Gasca dijo...

Ahora también creo que está de moda entre la gente pudiente hacerse con una cava donde por lo visto se mantiene el vino a la temperatura adecuada, yo de Estola y Berberanas no paso.

Aunque tambien disfrutaba en Foz del Vino Xove, que es una especie de ribeiro de la zona ( de Xove) Angel seguro que conoces el pueblo, debía ser peleón pero como es suavecito para los calores veraniegos entraba muy bien, eso si con moderación que sino al dia siguiente te levantabas perjudicado.

La Cibeles dijo...

Lo que más valoro del vino/cava es el elemento sorpresa. Tengo preferencias, humildes, por supuesto, pero es maravilloso cuándo llega al paladar un gusto no identificado antes, y los hay para todas y cada una de las ocasiones, para l@s entendid@s y para l@s que no lo son tanto.

De cabecera, los oporto.

:-)

Ángel de Olavide dijo...

Hola Adolfo

Haces muy bien en beber vino "xoven" pero yo creo que con eso lo que haces es beber vino sin crianza en madera, de la cosecha del año y seguramente que no procede de "Xove" que dificilmente cuenta con cepas suficientes, si es que tiene alguna, como para embotellar vino. Pero bueno, con los últimos avances técnicos hasta puede que alguien importe uvas de la zona de la Ribeira Sacra o de otras zonas de Orense para hacer vino. A ver si este verano nos vemos y compartimos alguna que otra botella y aclaramos esta duda.

Hola Cibeles, muy buena idea la de los Oportos y la de dejarte sorprender...es la mejor táctica en estos momentos..

Saludos

Antonia de Oñate dijo...

Hay muchos vinos con buena relación calidad-precio, y hasta que no haya probado muchos, me niego a dejarme sangrar por una botella o copa de vino. No me importa gritar a los cuatro costados que soy una tacaña redomada: pero no pago más de 20 euros por una botella ni aunque me la envuelvan en la Guía Peñín.

Siempre he sido de tinto, pero últimamente me apetecen mucho los blancos. Soy una aburrida, y me sigue gustando muchísimo el verdejo de Rueda. Pero también me gusta mucho el Gewürztraminer. Y el Moscato d'Asti.

En tintos, me sorprendieron muy positivamente Tagonius, de Madrid, y Anastasio Salgado 2005. También un Toro, Palacio de Villachica.

Y si hay algo de lo que empiezo a estar hasta el gorro es de los sumilleres voluntarios que inundan Madrid. Últimamente parece que estamos en Sumilleres Sin Fronteras...

Un saludo para todos

Ángel de Olavide dijo...

Hola Mado.
Realmente eres muy generosa cuando eres capaz de llegar hasta los 20 euros...
Mi imagino que serán ocasiones de gran celebración.
Me apunto tus recomendaciones. Al final ya verás como entre recomendaciones de unos y de otros nos dan entrada en sumillers sin fronteras..
Un saludo

Antonia de Oñate dijo...

De generosa, nada. Es que a mi padre le ha hecho la boca un fraile, y se pirra por su Viña Tondonia de toda la vida. Reserva, por favor. Y padre no hay más que uno: he heredado su nariz, así que no hay duda...

La gansada de Sumilleres Sin Fronteras viene a cuento de un pesadísimo que hace un par de sábados estuvo a punto de arruinarme el aperitivo. Un hostelero exhibicionista de curso de cata. Vamos, un plasta de cuidado.

Un saludo

Ángel de Olavide dijo...

Hola Mado, por cierto que entro en tu blog y veo que lo tienes abandonadito, asi no se puede corresponder a tus atenciones con este blog.
Pues si que lo de tu padre tiene "narices". Ya me gustaría a mi tener una hija como tu con tantos miramientos...que envidia.

Antonia de Oñate dijo...

Pues sí, Ángel, mi no-blog fue producto de la curiosidad. Y como nació de una forma tan irreflexiva, se ha quedado en nada.

Prefiero entrar en los blogs de otras personas, como el tuyo, que comencé a visitar por afinidad de barrio.

Un saludo

Adolfo Gasca dijo...

Pues ese lio me persigue, creo que el que bebía en Cangas de Foz era de "Xove" era vino suelto que vendían en algunos restaurantes ( ahora que lo pienso los dos de la misma familia) del pueblo, pero otras veces si que he bebido Xoven también. Aunque si queme hcía un lio entre Xoven y "Xove" la parroquia y el vino que en ella producian, que como bien dices debe ser escaso.

Supongo que el Vino Xove se lo vendería algun amigo al dueño de la casa donde nos hospedabamos que tenía un pequeño imperio en la zona. Muy buena gente por cierto.

Un saludo estresado.

Ángel de Olavide dijo...

Hola Adolfo.
Desde Ribadeo lo que se me ocurre es dejar la investigacion pendiente para estos meses que vienen. A ver si este año coincidimos

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