Cuando he salido del velatorio o capilla ardiente como se dice ahora, parece que es mas fino, de Marcelino Camacho me he preguntado que tipo de música le gustaría al dirigente obrero fallecido ayer.
Obviamente le debía gustar mucho la música militante. Los himnos grupales como La Internacional o La Marsellesa. Seguro que la música antifranquista de la clandestinidad. Aquellas canciones del gallo negro, gallo rojo, de santa bárbara bendita que cantábamos los rojos en la carcel o en las excursiones. Puede que Paco Ibañez, Serrat, Luis Pastor, el Victor Manuel de la época del abuelo fue picador y pocos mas de la tropa de los cantautores españoles. La música latina como el tango, el bolero serían muy de su agrado y los grupos o autores de izquierda como Quilapayún o Violeta Parra los escucharía con devoción. Como a tantos hombres y mujeres de su generación y su clase social es posible que fuese amante de la copla y de la zarzuela. La radio fue su gran compañera de los tiempos de la fábrica o de la celda con toda certeza.
Pero me he puesto a pensar que Marcelino adoraba también la música clásica, como tantos otros obreros cultos autodidactas. No creo que fuese un hombre de conciertos en el Real. Sus jerseys de punto no entonan mucho con los hábitos vestimentales de los asiduos a las salas de concierto. Tampoco me lo imagino en el Retiro de Madrid abonado a la escucha de la banda municipal. En mi imaginación le veo escuchando long plays en su viejo tocadiscos o en épocas mas modernas con sus compact disc. Mozart, Beethoven y Bach. Puede que Listz, Chopin y Mahler. Mas dificilmente Rachmaninov o todos los autores del siglo XX.Ópera: posiblemente Verdi por sus hermosas obras corales y el dramatismo épico que las anima.
Estoy con la duda y creo que me voy a quedar con ella. Últimamente me da por componer listas de música para funerales. Es un vicio como otro cualquiera y mas digno que hacer literatura con lolitas japonesas como un imnombrable locutor de televisión. Como estamos en fin de semana no me resisto a colocar un video que sirva como homenaje al hombre fallecido. No al heroe del siglo XX como algunos quieren construir. O al lider sindical. Al sencillo hombre cuyo jersey le ha acompañado hasta el mismo féretro. Que ha vivido como un trabajador, en una casa de trabajadores del barrio de Carabanchel. Al que pasó largos años en la carcel y nunca pasó factura. Al que decidió entregar su vida por unas ideas.
Seguro que Pau Casals, otro gran luchador, le gustaba. Esta versión tiene además algo de la magia que uno espera encontrar en la otra vida.
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