17 de junio de 2008

CAMIONEROS


Pegaso Mofletes, originalmente cargada por Pegasoqueestasenloscielos.es.


Mi infancia son recuerdos sobre la caja de un camión. La primera vez que fui consciente de lo enorme del cielo que cubre nuestras cabezas estaba en la caja del camión Chevrolet de mi padre. Creo que era en Bailén, haciendo noche para cargar a primera hora en una fábrica de ladrillos. Dormir sobre un lecho de sacos de yute y cubierto por una manta sin otro techo que las estrellas puede que no se te olvide nunca.
Tampoco se te olvidan los gestos de camaradería de los amigos camioneros. De cómo te invitaban a helados en los bares de Almendralejo. – Camarero, un “halado” para el chaval. ¿Al lado de quien? Era la contestación de mi padre, burlándose del acento del gallego. Un vecino de la colonia del Pilar, compañero de profesión y de fatigas.
Decía mi padre que lo de ser camionero se hereda. Que ya su abuelo trajinaba cargas desde la Alcarria a Madrid. Mi abuelo debía de venir de una saga de arrieros navarros. Era mas negociante que transportista. Contratista de las mulillas de las Ventas. Cazador de conejos vivos con hurón en los montes de la Alcarria que luego vendía a los capataces del monte del Pardo para repoblar la empobrecida, por la mixomatosis, cabaña de conejos a disposición de las escopetas reales.
Mi padre empezó con camiones antes de tener el carnet de conducir. Contaba con un puntillo de orgullo que era el único que se atrevía a subir un viejo camión por la cantera del pueblo.
Luego le tocó la mili en Intendencia y allí le tenías, en Guadalajara, con camiones arriba y abajo. Llegó la guerra y se fue voluntario. Le alistaron al servicio de las Brigadas Internacionales como chofer de camión y de ambulancia. El Ebro, el frente de Cataluña, el exilio, Francia.
Vuelta a España. Y otra vez con el volante del camión entre las manos. Los camiones de otros. Materiales de construcción, paquetería. Había que espabilar. Eran años difíciles. Y a mi padre le tocaba sacar adelante a padres y hermanos. Mañas de la posguerra. Estraperlo, unos ladrillos de acá, unos kilos de harina de allá. Unas gallinas compradas en aquel pueblo. Legumbres de Salamanca. Mi padre se convirtió en el suministrador de confianza de unas cuantas familias. Hasta que pudo comprarse el Chevrolet. Habló de finales de los 50.
Le gustaba a mi padre que en días de vacaciones viajase con él. También que le acompañase en el duro trajín de buscar cargas en Legazpi, de agencia en agencia. Prefería viajar al sur. Sevilla era para él su segunda patria y la vieja estación de Córdoba su mejor refugio. Siendo como era un hombre castellano la gracia y la forma de vida andaluza le conmovían. También viajaba mucho a Extremadura, a Don Benito, a Almendralejo.

El camión también servía para hacer excursiones familiares. La Boca del Asno. Cargados con todo tipo de colchonetas. Con cocinas portátiles. La caja del camión se convertía en una pensión nocturna. Nunca disfruté tanto como entonces.
No sé porqué me da por hablar de camiones. ¿Será la huelga? Mi padre dejó los camiones en los años 70. Económicamente no supo soportar la crisis de la subida de los combustibles y decidió cambiar de aires antes que arruinarse. Vendió el Pegaso, su último camión y se despidió junto con mi tío Mariano de toda una vida.
Ya nunca fue el mismo. Murió el año pasado. Por san Juan. Era un nostálgico de las carreteras y del dormir en las cabinas y en las pensiones de los pueblos. Tenía nostalgia de su vida nómada.
Por eso cuando veo a los camioneros en huelga de estos días pasados me cuesta ver en ellos el retrato que algunos les hacen de energúmenos y hasta terroristas. Yo creo que son las primeras víctimas de una crisis que amanece. Perderán los camiones, se colocarán de chóferes para empresas grandes. Abandonarán las carreteras. Serán toda su vida unos nostálgicos de su vida pasada. Por eso luchan: saben que tienen mucho que perder: un estilo de vida de ya no se lleva.
Que tengan suerte les deseo y sobre todo que no caigan en manos de desaprensivos.
Un abrazo papá. Estés donde estés. No te gustaría ver lo que está pasando.

9 comentarios:

Unknown dijo...

ole

str dijo...

Me he puesto a llorar, que cosa más bonita, me recuerda tanto a mi padre. mi padre siempre ha ido en camión, está jubilado pero contínuamente habla de sus paradas, de sus rutas, de la gente que conocía, de las cargas, de los portes, de Huelva, de Sevilla, Barna,...han sido toda su vida. mis hermanos tienen camiones también y siguen el mismo camino, viven para esto. yo no llevo camión pero me pasa como a tí. En mis vacaciones iba con mi padre, aunque no tanto como fueron mis hermanos (mis padres me tuvieron mayores y ya no llegué a hacerlo tanto como ellos) y no puedo evitar mirar todos los camiones que pasan por la carretera. Un sobrino mío espera a los 21 para sacarse el carnet. De pequeño ya lo buscábamos y estaba con la bicicleta en un puente que hay encima de la autovía viendo camiones pasar, son su vida. Mi marido trabaja en la oficina de una empresa de transportes.
Estoy indignada con lo que está pasando.
Me has puesto los pelos de punta.

Ángel de Olavide dijo...

Lo que escribí fue con el corazón. Estoy contemplando todo lo que está pasando y no salgo de mi asombro. Antes de la huelga me llamó la atención la estrategia de los voceros del gobierno llamando a la gente a aprovisionarse de gasolina y alimentos. Daba la sensación de que hubiesen calculado que la cosa iba a ser de pocos dias y que asi la gente no sufriria las consecuencias de la huelga. Pero claro se pasaron de frenada y lo que consiguieron fue amplificar exageradamente los efectos de la huelga y generar una psicosis desastrosa. Puestas las cosas en ese nivel el paso siguiente fue el de tratar de poner a la gente en contra de los camionerosllamandoles de todo menos bonitos. La cuestión del muerto les puso en bandeja el argumento. En un pais tan pacato y timorato a los transportistas les tocó hacer el papel de malos. Seguramente alguna declaración extemporanea de alguno de sus dirigentes facilitó las cosas. Cuestión de aprendizaje. En este pais donde hemos visto boicots salvajes de todo tipo de sectores laborales resulta que los transportistas son los mas peligrosos de todos. Que pena.

Un abrazo y gracias por vuestras palabras

Anónimo dijo...

gracias amigo por tu apoyo asi se habla, gracias y mil gracias

Adolfo Gasca dijo...

Joder que bonito te ha quedado. Te haces esperar pero luego merece la pena.

Un abrazo.

Enrique Fidel dijo...

Chico, me has enternecido. Vivimos una época rara, como si hubiera luna llena permanentemente y el viento soplase de continuo, trepanándonos el cerebro y haciendo que perdamos la razón. Ordenar los recuerdos y comprender el pasado en el presente es un notable ejercicio que nos hace recuperar el entendimiento. Enhorabuena.
Un abrazo, de un incondicional.
Enrique

Ángel de Olavide dijo...

Gracias Enrique, gracias Adolfo y gracias a ad, stry granduyón que por primera vez pasaís por estas páginas.

Llevo una temporada sin tiempo para escribir nada que tenga sentido y publicando cosas relacionadas con la política, que no son ni con mucho las cosas que mas me interesan.
La cuestión es que llevamos una temporada que, como dice Enrique, es "rara, como si hubiera luna llena permanentemente y el viento soplase de continuo, trepanándonos el cerebro y haciendo que perdamos la razón".
No entiendo muchas cosas, lo último la legislación europea sobre los inmigrantes ilegales- ¿como puede ser ilegal tratar de buscarse el pan de cada dia?-.
No entiendo como puede haber socialistas que voten a favor de esa ley.
Y en ese clima raro, me subleva que a los camioneros se les utilice como espantajo, como chivos expiatorios. Unos llévandoles a una huelga mal planificada que al final se ha saldado a benieficio de las grandes empresas y otros acúsandoles de romper la paz pública. Hay tantas cosas que han roto la paz pública y no hablamos apenas de ellas.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Bonito y emotivo testimonio, el que das en este artículo, querido Ángel. El mundo del transporte, sobre todo de aquel que ya es historia, desprende valores y hasta poesía, sin mengua de la dureza y del sacrificio que lo caracterizaban y aún lo siguen marcando. Gracias por habérnoslo traído a la atención precisamente en estos días en que está al centro de la noticia por muy distintos motivos.

Ángel de Olavide dijo...

Hola Pablo. Gracias por tu comentario. Me acordé viendo las escenas de la huelga de transportes de la vida de mi padre y de ahi se me fueron enlazando los recuerdos como cerezas en los dedos.

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