5 de diciembre de 2007

La lectura, el informe PISA y los poetas adolescentes



IES Ramiro de Maeztu-Aulas, originally uploaded by Enrique Fidel.

Recordaba ayer Juan José Millás al recibir el honoris causa de la Universidad de Oviedo en compañía de Angel González al profesor de literatura Emilio Miró. Rememoraba como siendo él un adolescente estudiante de Preu conoció al poeta asturiano gracias a que el profesor Miró le llevó a una de las clases a leer sus poemas. Emilio Miró fue también profesor mío en el Ramiro de Maeztu. Seguro que le recuerdan mis amigos Pablo y Enrique, alumnos del instituto por aquellos años. Era, no se si ya estará retirado, un hombre pequeño de altura pero grande en la forma de interesarte por los libros y por los autores. Su inconfundible acento del sur, creo que era malagueño, y su voz cantarina los tengo registrados en mi memoria sonora.
Con que pasión recitaba o leía, como sabía transmitir emociones. Cada clase de este hombre era un estímulo para aprender, para conocer. Neruda, Lorca, el Arcipreste, Garcilaso, Cernuda desfilaban ante nuestros ojos y oídos sin solución de continuidad. Para chicos de 15, 16 o 17 años era todo un descubrimiento. Aprender a contar las sílabas de los versos, a diferenciar un romance de un soneto, a apreciar las metáforas y las distintas formas poéticas todo un milagro. La cosa daba hasta para realizar recitales colectivos en el teatro del instituto. Recitales donde participaban muchos de los alumnos presentando sus obras. Existía un contagio creativo tal que hasta los menos dotados por las musas no tenían empacho en subir al estrado para declamar sus mas tristes o alegres versos. Algunos incluso pensábamos que aquello era nuestro camino y empezábamos a recalar por los bajos del Lyon o por el Ateneo en tantas tenidas poéticas nocturnas como se convocasen. Los Esteban, Paramio y tantos otros de nuestros compañeros eran pequeñas y rutilantes estrellas adolescentes en aquellos foros llenos de esperpénticas figuras de cera.
El Ramiro de Maeztu sigue siendo hoy un centro público excelente. En aquellos años, finales de los 60, era también un centro lleno de actividad a favor del cambio. La dureza y el estilo de la educación nacional católica ya habían pasado a la historia. Incluso las clases de educación patriótica, la llamada asignatura de Formación del Espíritu Nacional, eran el fermento de nuevas formas de conocer el país críticamente. No quiero decir con esto que la educación general en España por aquellos años fuese buena. Al revés, el Ramiro era una excepción. Pero existía un espíritu de cambio ya muy latente en la sociedad que se contagiaba a todos los estamentos, al profesorado, al alumnado y no solamente en los ámbitos universitarios, también en las enseñanzas medias.
Hoy, cuarenta años después, con unos sistemas y unas dotaciones mucho menos precarias que entonces, con un marco social mas culto y preparado, parece sin embargo que los resultados de la educación española no son tan buenos como sería de desear. Especialmente en lectura. Es una pena. Pero yo me pregunto si no tendrá algo que ver la falta de pasión de nuestros enseñantes. La falta de entorno social favorable al cambio que disfrutábamos entonces. Me hago muchas preguntas. Y no tengo respuestas. Espero que alguno se anime a comentar.
ACTUALIZACIÓN 26 DICIEMBRE 2009

Ayer el profesor Miró dejó un comentario en este texto. Siendo Emilio Miró el verdadero protagonista e inspirador de mi post me parece necesario traer a portada sus comentarios. Solo me queda darle las gracias y solicitar que si alguno de los lectores conocen o tienen acceso a Juan José Millás le den aviso de las palabras de nuestro común maestro.

Gracias Emilio
Este es el comentario de Emilio Miró:
"Con emoción he leído, en "La lectura, el informe PISA y los poetas adolescentes", las palabras cariñosas, generosas, en tu recuerdo del Ramiro de Maeztu y de mis clases de Literatura. Para mi fueron unos años fundamentales en mi vida, en mi iniciación profesional y como persona adulta: si di, enseñé, algo, recibí mucho más; el interes, el entusiasmo, incluso, de aquellos jóvenes -algunos, pocos, mayores- que llegaban por la tarde a las aulas desde sus trabajos, que estudiaban, leían, y asistían -los sábados por la tarde y domingos por la mañana- a reuniones literarias, lecturas poéticas, como la recordada por Juan José Millás, de Ángel González, que acudió generosamente, como otros escritores, sin cobrar nada, pues no disponíamos de dinero alguno para esos actos. Sí teníamos el permiso y la colaboración del director de los Estudios Nocturnos, de don Antonio Magariños, al que debo y quiero recordar -y lo hago siempre- por su dedicación ejemplar y liberalidad admirable.
Hace algunos años asistí a alguna comida de antiguos alumnos del "Nocturno". No sé si eras uno de aquellos comensales.
Muy próximo a jubilarme -éste es mi último curso en la Universidad- me llega indirectamente (me lo ha facilitado un alumno de la Facultad) este testimonio tuyo de aquel islote de cultura y libertad, de amistad y tolerancia, de vida compartida (y recordáis, recuerdas, también a Rafael García Moreno, profesor de Arte y Filosofía). Y hasta llegamos a sacar una modestísima revistita (creo que un sólo número: no había para más), titulada "En castellano" (nuestro homenage a Blas de Otero, un nombre tachado en la España oficial de entonces), en donde Juan José Millás publicó algunos de sus primeros textos.
Me gustará recordarlo con él, a quien hace años, muchos años, que no veo, y a quíen tanto agradezco -como a ti, amigo conocido/desconocido- sus palabras en Oviedo.
Podría seguir y seguir, pero no debo ponerme es "estupendo" -como diría Valle-Inclán-. Gracias, muchas gracias, por este inesperado regalo que me ha llegado en estos fríos y lluviosos días, ya invernales, tan llenos de melancolía y emociones. Como ésta que ha nacido gracias a ti y a Millás. Con mi gratitud, vaya para ti, para todos los compañeros de aquel "Ramiro" un hondo y ancho abrazo."


ACTUALIZACIÓN 4 DE JUNIO DE 2017

La promoción de Antiguos Alumnos del Ramiro de Maeztu del año 1964 han tenido la gentileza de reproducir en su totalidad esta entrada del blog. Desde aquí les hago llegar mi agradecimiento.
 

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Con la pequeña salvedad de que me llamo Pablo, y no Alberto :) (cosa intrascendente, por demás), no pude yo (por irme a Italia en 1967 y ser todavía pequeño) disfrutar de las clases del profesor Miró. Yo sólo cursé dos o tres años de Preparatorio (creo se llamaba así), y sólo recuerdo del profesorado algo borrosamente al Sr. Gil y muy bien en cambio a Dª Carmen Valdovinos, por cierto tan buena profesora como elegante dama a la que seguimos tratando largos años después de trasladarnos a Italia, visitándola al venir a Madrid en su bonita casa de la calle del Conde de Romanones. Pero me voy del tema: tienes toda la razón, amigo Ángel, en que el Ramiro era una excepción, una isla, en la enseñanza de la época. Siempre he pensado que algo de buen karma de la Institución Libre de Enseñanza debió de quedar entre aquellas paredes y en aquellas aulas tan laicas, europeas y republicanas en su concepción. Recuerdo que había unas pruebas de acceso con test que eran toda una novedad pedagógica en España, y recuerdo como si acabara de verlo una especie de maletín con barritas de madera de diferentes colores y longitudes que empleaban, creo recordar, entre otras cosas para enseñarnos la teoría de los conjuntos. También tuve, aunque lamento no recordar su nombre, a un excelente y joven profesor de francés. En Italia también seguí con clases de francés, y además en un colegio de monjas francesas, y me decepcionó ver que con el buen nivel que traía del Ramiro las clases de francés en mi nuevo colegio consistían en poco más que cantar las tradicionales tonadas del país vecino...
Además, había en el Ramiro un periódico interno (tengo el título en la punta de la lengua, pero no me sale), en uno de cuyos números me hicieron una entrevista sobre mis aficiones literarias; por ahí debe de andar en algún maletero.
Bueno, perdón por la longitud y digresiones, amigo Ángel, pero es que hablar del Ramiro de aquella época me hace revivir momentos inolvidables.
Gracias y un abrazo.

Ángel de Olavide dijo...

Pablo

Se me fue el santo al cielo. No estaba en el camino de Damasco pero mi memoria debe cabalgar a veces por territorios perdidos.
Humildes disculpas.
Ojala apareciese el periódico y que lo puedieses publicar en facsimil.

Gracias por tu comentario..

Anónimo dijo...

Pues quien esté libre de despistes... Hablé del Sr. Gil y no había tal, sino Sr. Cea (se me cruzó con el nombre de uno de mis compañeros, Valentín Gil).
¿Tal vez se llamaba "Candil" el periódico de marras?
Un saludo muy cordial.

agremon dijo...

Yo no estuve en el Ramiro de Maeztu, pero ya había oído hablar de el. Y no de un tiempo, sino de toda una historia. Esta entrada vino a recordármela y añadir algún dato más.
Al tema sólo puedo aportar (con calzador y un poco extemporáneo) un '¡Feliz Navidad!'
En cuanto a PISA, creo que se le da mucha importancia porque no se la da a la educación. Bastante probable que los finlandeses en general esbocen una sonrisa y piensen en seguir trabajando para mejorar en vez de comentar su buena posición...

Ángel de Olavide dijo...

Tienes razón, Antonio.

Parece que estos informes vienen a mover las aguas cuando, en el fondo, estos temas de la educacion no somos capaces de enfocarlos debidamente en tantas ocasiones como nos es posible: como padres de alumnos, como votantes o como ciudadanos.

Enrique Fidel dijo...

Hola Angel. Me incorporo a los comentarios tímidamente. Últimamente ando con ciertos problemillas técnicos y contractuales con los encargados de vender la tecnología de internet y eso me está impidiendo estar más presente de lo que puedo. De todos modos no he podido reprimir mi participaciónn en esta evocadora entrada tuya. Siempre que aparece "El Ramiro" salta un resorte que activa inevitablemente los recuerdos. Yo entré en el colegio en el año 70, y recuerdo el extraño momento de los test de ingreso. Mucho tiempo después, ya en 8º de EGB, en 1978, pude ver furtivamente las pruebas, que aunque celósamente guardadas -escondidas, diría-, no lo estuvieron lo suiciente para la "sagacidad" de los inquietos vándalos que debíamos de ser por aquel entonces, que descubrimos los archivos y los "cotilleamos". Aquello me impresionó sobremanera, ya que descubrí que todos los que estábamos en la misma clase, la letra B, teníamos puntuaciones muy similares. Siempre se había dicho que la profesora de 1ª y 2º de EGB, que fue la que formó el grupo, era muy amiga del director, no recuerdo su nombre, y que escogió personalmente a los alumnos. Luego, afortunadamente, hubo alumnos muy buenos, buenos, malos y muy malos. Los test sólo medían aptitudes. La profesora creo recordar que se llamaba Dª.María Luisa Sánchez. Pensándolo en la distancia, no llego a comprender el objetivo de esta señora. Respecto al Sr. Cea, lo recuerdo muy bien, con su bigotillo y su aire serio y estirado. Alguien me contó que este señor había tenido un episodio algo desagradable en el pasado y que su actitud podía responder a ello. No se si me lo contasteis tú o Pablo.
En fín, que si me pongo a rebuscar en el saco de la memoria seguro que saldrían muchísimas historias.
Un saludo.

Enrique Fidel dijo...

Una corrección: Donde dice ...de lo que "puedo"..., debería decir "quisiera"....
Eso era todo.

Ángel de Olavide dijo...

Enrique
Si que te echamos de menos. sobre todo tus post. Creo que desde el de la Casa de Goya no has publicado.
Bueno, ahora llegan las fiestas y quedará menos tiempo todavía...
Un abrazo

Angel

Emilio Miró dijo...

Con emoción he leído, en "La lectura, el informe PISA y los poetas adolescentes", las palabras cariñosas, generosas, en tu recuerdo del Ramiro de Maeztu y de mis clases de Literatura. Para mi fueron unos años fundamentales en mi vida, en mi iniciación profesional y como persona adulta: si di, enseñé, algo, recibí mucho más; el interes, el entusiasmo, incluso, de aquellos jóvenes -algunos, pocos, mayores- que llegaban por la tarde a las aulas desde sus trabajos, que estudiaban, leían, y asistían -los sábados por la tarde y domingos por la mañana- a reuniones literarias, lecturas poéticas, como la recordada por Juan José Millás, de Ángel González, que acudió generosamente, como otros escritores, sin cobrar nada, pues no disponíamos de dinero alguno para esos actos. Sí teníamos el permiso y la colaboración del director de los Estudios Nocturnos, de don Antonio Magariños, al que debo y quiero recordar -y lo hago siempre- por su dedicación ejemplar y liberalidad admirable.
Hace algunos años asistí a alguna comida de antiguos alumnos del "Nocturno". No sé si eras uno de aquellos comensales.
Muy próximo a jubilarme -éste es mi último curso en la Universidad- me llega indirectamente (me lo ha facilitado un alumno de la Facultad) este testimonio tuyo de aquel islote de cultura y libertad, de amistad y tolerancia, de vida compartida (y recordáis, recuerdas, también a Rafael García Moreno, profesor de Arte y Filosofía). Y hasta llegamos a sacar una modestísima revistita (creo que un sólo número: no había para más), titulada "En castellano" (nuestro homenage a Blas de Otero, un nombre tachado en la España oficial de entonces), en donde Juan José Millás publicó algunos de sus primeros textos.
Me gustará recordarlo con él, a quien hace años, muchos años, que no veo, y a quíen tanto agradezco -como a ti, amigo conocido/desconocido- sus palabras en Oviedo.
Podría seguir y seguir, pero no debo ponerme es "estupendo" -como diría Valle-Inclán-. Gracias, muchas gracias, por este inesperado regalo que me ha llegado en estos fríos y lluviosos días, ya invernales, tan llenos de melancolía y emociones. Como ésta que ha nacido gracias a ti y a Millás. Con mi gratitud, vaya para ti, para todos los compañeros de aquel "Ramiro" un hondo y ancho abrazo.

Emilio Miró

Ángel de Olavide dijo...

Que sorpresa encontrar que Emilio Miró ha tenido la ocasión de leer esta entrada en mi blog.
Escribo desde París donde estoy pasando unos dias. El París de Vallejo, de Baudelaire, de tantos poetas y escritores.
Ahora mismo tengo una conexión algo precaria pero tengo la intención de comentar sobre su escrito con mas tranqulidad. De momento solo quiero mandar un abrazo a Don Emilio. Me ha dado mucha alegría saber que todavía está dando clases en la Universidad.

Angel

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