ME QUEDO EN RIBADEO

Gigantes delante de la iglesia de San Roque de Ribadeo, originally uploaded by angel de olavide.

Territoriantes. Nos hemos convertido en asquerosos territoriantes. Al comprar un piso en Ribadeo uno ya pasa de la categoría de turista tontaina a la de opresor territorial. Es verdad que mientras tanto el nuevo alcalde de Ribadeo, Fernando Suárez, del BNG, te ha salvado en el último momento de ser estafado por un natural del país que pretendía venderte un piso sin la necesaria “licencia de primera ocupación”.

El caso es que a partir de ahora vamos a tener que amortizar la inversión viniendo por Ribadeo un tiempo mínimo, en cálculo aproximado, de tres o cuatro meses al año.

Pero estamos encantados. Pienso incluso en empadronarme en Ribadeo solamente para votar a Fernando en las próximas municipales. Nunca he conocido a alcalde con tanta amabilidad y con tan buena cabeza. Pienso que el BNG es un partido a medio hacer dividido entre los esencialistas de la patria gallega y aquellos que lo que quieren es crear país y ofrecer una oportunidad a su juventud. Conocer a Fernando es tan fácil como presentarse en el Ayuntamiento y pedir hablar con él. Si el asunto lo merece, la charla puede durar un buen tiempo. Él puede explicarte, sin alardeos populistas ni mensajes demagógicos que su idea es aliarse con lo mejor del pueblo para conseguir atraer a Ribadeo capitales, talentos e innovación. Que para ello cuenta con un equipo de gente joven y cohesionada y que piensa dedicar todo el tiempo del mundo a sumar a las restantes fuerzas sociales y políticas de la ciudad mediante la discusión y el pacto, sin excluir a nadie. Su tipo físico, de ciclista escalador: piernas largas, delgado y con aire de saber sufrir te da confianza. Su forma de hacer política: atendiendo a todo el mundo e implicándose en la gestión diaria es una fórmula ganadora. Si la política gallega no le arrebata para superiores empeños en la gobernación autonómica, cosa posible dada la escasez de talentos en su partido, tenemos alcalde para rato.

Pero comprenderéis que si me quedo en Ribadeo no va a ser por el alcalde. Me quedo por que en Ribadeo uno puede tener un buen vivir. Calidad de vida que se llama. Espacios idílicos para sentirte físicamente a gusto con la naturaleza. Mar, montaña. Buena dieta. Buenos equipamientos públicos: una piscina y un gimnasio municipales de lujo. Buenos amigos con los que charlar y compartir mesa y mantel. Amigos cocinillas que lo mismo te preparan un pulpo peruano-chifo-nikei que un bacalao al pilpil. Playas cercanas de extensiones atlánticas. Buen comercio: todavía puedes comprar patatas y tomates a gentes de las aldeas. Encontrar excelente pescado salvaje.

Al mismo tiempo Ribadeo tiene su propia vida cultural. Un auditorio. Banda y escuela de música. Salas de exposición. Una comunidad de sabios locales e invitados que siempre tienen algo que enseñarte. Programas culturales de todo tipo: teatro, danza, música. Y una historia local, arquitectura, vida cívica de tradición liberal.

Y la gente. Magnífica gente. Abiertos hacia la mar. Gente de frontera. Lejos de los centros de poder. Bienqueridos por la historia. Con la impronta creada por personajes míticos como el Marques de Sargadelos o el Viejo Pancho. Gentes que dedican el tiempo libre a ayudar a los demás. Gentes con tiempo para dedicarte. Gentes que saben de cosas que tú ignoras.

Algunos amigos de la parte asturiana me llamarán traidor por haber renunciado a mi herencia astur. Pero yo como la mayoría de los asturianos me reconozco en Ribadeo como uno más.

Bueno, ya sabéis. Ya tenemos casa en Ribadeo. Quedáis invitados. Ya me gustaría montar una reunión de blogueros en Ribadeo.

Posdata.
Que no se me olvide hablar de la Casa das Letras, excelente libreria imposible de ser imaginada en una ciudad como Madrid. Allí encontré primeras ediciones de novelas y libros de un ribadense por el que me preguntó Pablo: Álvaro Fernández Suárez. Me comentó Santiago, creo que se llama así el dueño de la librería, que alli tienes una mesita con recado de escribir para estudiar y tomar notas sobre el autor.