CASA FUNDADA EN EL 2005.
Me dicen que si no tienes un blog no existes. No es que tenga muchas ganas de existir en este mundo sutil de los blogs pero tampoco quiero quedar como un ser extravagante.
Sede del PCE en Madrid. Año 77. En este local se recibió la noticia de la legalización en aquel famoso Sábado Santo Rojo. Estamos en 1977. Foto obtenida de la página web cartadeespaña.es
Calle Virgen de los Peligros número 4. Primera sede del Comité Central del PCE antes de la transición. A escasos metros de la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol de Madrid. Aquella dirección la conocía muy poca gente de la organización. Aunque en la web que incluye la foto de arriba se habla de Peligros 4 yo creo que era el número 8. Mas personas conocían, sin embargo, otra sede del PCE en la calle Campomanes, muy cerca del Teatro Real. En aquella sede, la de Campomanes se celebró la famosa rueda de prensa de Carrillo en la clandestinidad. Aquella rueda molestó sobremanera a la policía franquista que hizo cuestión de honor el "cazar" a tan peligroso comunista. Cosa que consiguieron pero al precio de tener que ponerle en libertad, algo que molestó mucho mas todavía a los guardianes de las esencias del régimen. Por supuesto que tener la sede en tiempos de clandestinidad en la calle Peligros constituía un motivo de broma y de guasa.
Rueda de prensa en la clandestinidad de Santiago Carrillo. Foto tomada en la web de la Cadena Ser. De izquierda a derecha creo identificar a Victor Díaz Cardiel, el gallego Santiago Álvarez, Gregorio López Raimundo, Jaime Ballesteros, el del bigote, Ramón Tamames, Pilar Brabo y Manuel Azcárate.
Yo creo que pasan pocos meses hasta que el comité central se traslada a la calle Castelló, en el numero 36. No se porque tengo en la cabeza la calle Claudio Coello y la confundo con la calle Castelló como he dicho en algún momento equivocádamente. En el cogollo central del barrio de Salamanca. Era un local que parecía un fortín. No era casual. Cada vez que había un atentado de ETA allí que tenían a la puerta a los chicos de Fuerza Nueva con sus lemas y sus gritos tradicionales en contra de los comunistas. Creo que aquel local pertenecía a un adinerado comunista y protector del partido que se llamaba Teodulfo Lagunero. Esa debía de ser la razón: la economía.
No se en que momento, posiblemente a principios de los 80, el PCE decide trasladarse al barrio de Chamberí, a la calle Santísima Trinidad. El nuevo edificio es mas grande y dispone de unos servicios mas acogedores. Aquí recibe el PCE noticia del triunfo socialista en el 82 asociado a su propia catástrofe electoral. Ya el PCE estaba tocado del ala desde finales de los 70. Las divisiones, las polémicas afloraban en el día a día y el desastre organizativo- el famoso proceso de la territorialización- pasaba factura a una organización que no había cumplido sus propias expectativas. La vida del PCE fue languideciendo y aquella sede de Santísima Trinidad- la Trini para los propios-solo se animó, triste animación, a causa del fallecimiento de Dolores Ibarruri, Pasionaria. Su muerte a finales de los 80 ocasionó una enorme convulsión popular, no solamente entre las filas del PCE. Su capilla fúnebre se montó en el gran hall de aquel edificio. Y por allí pasaron multitudes.
Cartel conmemorativo de la muerte de Dolores Ibarruri. Uno de los carteless mas difundidos de la iconografía comunista española.
La muerte de Dolores fue un acontecimiento con un contenido simbólico tremendo. El PCE se puede decir que a partir de ese momento no levantó cabeza. Solo a mediados de los 90 y como resultado del deterioro político de los gobiernos del PSOE pareció que la fórmula de la coalición Izquierda Unida podía hacer remontar esa década catastrófica. Por lo que fuese, aquello de la pinza puede ser, vaya usted a saber, no prosperó. De hecho la catástrofe electoral de los 80 y primeros 90 trajo como consecuencia la ruina economica de la organización y el naufragio entre deudas de aquella sede de Santisima Trinidad. Utilizo a propósito lo de naufragio. No se si saben que la calle Santisima Trinidad no se llama así en homenaje al misterio triangular de las divinidades cristianas. La calle está dedicada al navio Nuestra Señora de la Santísima Trinidad, una de las joyas navales mas espectaculares de la Armada Española de todos los tiempos que tuvo trágico final en la batalla de Trafalgar frente a los pérfidos ingleses.
Decía que la ruina económica aconsejó u obligó al PCE a mudarse de barrio. En una deriva simbólica muy llamativa del aristocrático Barrio de Salamanca se pasó al mas menestral Chamberí. Y de aqui al obrero de San Blas, mas acorde, sin embargo, con las tradiciones comunistas. de Castelló a Santísima Trinidad. De Santísima Trinidad a la calle Olimpo. Bajando en categoría barrial y subiendo en la escala nominal de las calles, hasta llegar a la compañía de los dioses clásicos. Las malas lenguas dicen que en algún momento se barajó la posibilidad de mudarse a un viejo edificio de la calle Desengaño. En aquellos años de la mudanza aquel barrio céntrico de Madrid tenía los precios inmobiliarios a la baja por cuenta del deterioro ocasionado por el mundo de la droga en las espaldas de la Gran Vía.
Hubiera sido un broche irónico llamativo. De Peligros a Desengaño pasando por el misterio de la Santísima Trinidad.
Este anuncio de Campofrio ha entusiasmado a muchos españoles por su carga sentimental. No es nuevo lo de utilizar argumentos patrióticos para construir marcas privadas. Es un viejo método publicitario. De alguna manera publicidad, patriotismo y negocios son cosas que vienen siendo utilizadas desde antaño. Lo curioso es ver como esta técnica se utiliza en España de forma habitual en los últimos años.
Empresas gallegas, catalanas y andaluzas están en la lista. Aquí dejo una muestra significativa de anuncios en esta linea patriótica. Pertenecen a Gadis, una cadena de supermercados gallegos, a Damn, una empresa cervecera catalana o a Cruzcampo, una multinacional con fuerte implantación en Andalucía.
Creo que faltan unas pocas horas para que el mundo se vaya a tomar por saco. Para que vas a hacer testamento ni despedirte de nadie. Nos vamos todos al mismo sitio, incluso Rajoy. Por lo tanto solo te queda elegir a que dedicas las últimas horas de tu vida terrena. Se me ocurren algunas ideas pero no son propias del horario infantil.
Digamos que me veo obligado a elegir la mejor música para acompañar la transición al otro barrio.
Creo que Beethoven. Con alguna duda por supuesto. Y de Beethoven posiblemente me quede con el concierto para piano número 2. Lo cuelgo con tiempo para que también ustedes lo puedan disfrutar.
Anticipo, por otra parte, lo que serán mis últimas palabras: que os den. Pero antes repetiré dos enigmáticos versos de Cesar Vallejo:
"Jamás el fuego nunca jugó mejor su rol de frio muerto"
Con la técnica del timelapse el video-artista Jeff Frost recrea espacios físicos, experiencias oníricas y memorias de vida para ofrecernos una especie de paseo que reconforta recorrer de su mano
He tenido conocimiento de este video a través de un nuevo proyecto de prensa digital que dirige Manuel Cuéllar, periodista recientemente "escabechinado" en el despido colectivo de El País. El Asombrario&Co tiene una pinta extraordinaria. Síguelo si te interesa la cultura libre y la participación tal como reza el propio lema de su portada. Muy recomendable verlo a pantalla completa.
Hoy las multitudes ocupan las calles del centro de Madrid.
Una algarabía de niños de todas las edades presidiendo largos cortejos de
familias procedentes de todos los lugares del mundo recorren como sonámbulos
Preciados, Sol, Gran Vía, Carrera de San Jerónimo, Alcalá, Prado y
todas y cada una de las calles afluentes. Van disfrazados con gorritos y pelucas de un gusto rayano en la estupidez
Llenan los comercios abiertos. Se pasman en Cortylandia. Hacen
largas colas delante de los cines y de los teatros. Barren con todo el surtido
alimentario de bares y restaurantes cuyos camareros se multiplican para atender
la ola de demandantes de asilo que caen en sus establecimientos.
Mientras los tradicionales vecinos del barrio se ocultan en
sus casas, alarmados por la ocupación de sus espacios vitales. Los pobres y
mendigos parecen haber desaparecido engullidos en la ola popular. O acaso se
han fugado a parajes mas deshabitados. Algunos manteros africanos juegan el juego del ratón y el gato con la policía. El Samur se adapta al barullo utilizando motos para prestar sus servicios de primeros auxilios. La primera vez que los veo motorizados de esa forma.
Evo Morales preside el gran cartel del cine Capitol.
Estrenan una película titulada Insurgentes que debe estar dedicada al prócer andino.
Los judíos celebran la Janucá en la Plaza de la Villa y se
repartirán entre ellos los delicados bollos de la fiesta que conmemora la
rebelión de los macabeos.
Todo Madrid es una tienda abierta y los comercios ocupan una
detrás de otra las plazas y hasta los solares del centro de la ciudad. Todos
con el mismo género pobretón de bufandas, gorras, relojes de a peseta y
garrapiñados.
Las luces de Navidad, este año más escasas, vigilan el
desparrame popular.
Entrevista con Garret Hardin, uno de los grandes "profetas" de las teorías favorables al cambio de sistema económico mundial por razones ecológicas y civilizatorias.
La idea de que este mundo tal como está planteado no es
viable es tan vieja como la misma civilización. De siempre han existido
apóstoles y profetas a favor del cambio radical de las pautas de comportamiento
social. Los primeros cristianos. Los cátaros en la edad medieval europea. Los
utopistas en las edades modernas. Los comunistas utópicos creadores de
falansterios en la era del primer capitalismo. Los hippies de nuestra juventud.
Hay una línea del tiempo a lo largo de la historia y de las civilizaciones
partidaria de la vida sencilla y virtuosa y es muy posible que esa corriente
filosófica eterna alcance sorprendentes cotas de popularidad en nuestro tiempo.
A veces puede que venga cargada de espíritu milenarista y a veces adoptará una
simple formulación práctica y alejada de cualquier perfil combativo.
Hoy si algo podemos tener claro es que el decrecimiento
vendrá pero forzado por los acontecimientos y las circunstancias. Y que
afectará a una parte de la sociedad, la mas vulnerable: las clases pobres y
medias de las sociedades occidentales. Esas poblaciones, junto con aquellas
marginadas por la globalización en inmensas áreas del mundo- África, América
Latina y regiones asiáticas- tendrán que buscarse la vida en territorios fuera
de los mercados oficiales a través de movimientos solidarios-la vieja
solidaridad-,cooperativos, informalidad fiscal, autoconsumo, etc.
Los afortunados detentadores de renta seguirán observando
pautas de consumo cercanas a las actuales sin detrimento que en su seno se
vayan instalando corrientes filosóficas partidarias de una vida más sencilla,
de unos modos de consumo más sostenibles, etc. Los nuevos ricos, fracción
creciente del poder financiero, se comportarán como eso, como nuevos ricos, y harán
del consumo suntuario una de sus señas de identidad. Nada nuevo, por cierto. Recuperen
ustedes el gusto por los escritos de Thorstein Veblen y verán.
La idea de las tres revoluciones industriales, motivo de reflexión
que nos invitó a escribir estas líneas, no deja de ser una construcción
ideológica para facilitarnos la comprensión y la simplificación de fenómenos
muy complejos. Por ejemplo, sería oportuno destacar como la segunda y la tercera
revolución se imbrican entre ellas a través de las tecnologías robóticas. O
como las tecnologías de la información han permitido desarrollar programas de
formación y de capacitación para técnicos y trabajadores de las industrias
típicas del segundo ciclo desarrollista en países como china o India. De alguna
manera la tercera revolución ha permitido que la segunda alcance su máxima
expresión.
Son muchos los científicos que mantienen que el ciclo de
explotación de la tierra no ha tocado techo y resuelven la teoría de los
“recursos limitados” de forma radical. Apuestan porque nuestro planeta está por
descubrir en una gran parte como objeto de explotación. De forma literaria
algunos hablan de que nuestro planeta debería llamarse Mar y no Tierra. En el
mar, según los portavoces de estas teorías neodesarrollistas, tendremos la
respuesta a la precariedad energética mediante el descubrimiento de nuevos
yacimientos submarinos de petróleo y otras fuentes de energía. Que en el mar
está la respuesta a muchas preguntas nacidas de las industrias biotecnológicas,
etc. Si añadimos a esto el dogma de la teoría de la sustitución- ese fenómeno
por el cual a partir de un coste determinado existirían incentivos para el
cambio de materias primas o de tecnologías de producción y consumo- no
deberíamos tener dudas sobre lo lejano, para esas mentes, de un mundo
obsesionado por el decrecimiento. Con esa fe tecnológica resuelven de una
tacada los problemas medioambientales y las crisis sociales derivadas del mal
gobierno. Felices ellos.
Algunos, más románticos o alucinados, entre los partidarios
del crecimiento eterno, llegan a contarnos historias de ciencia ficción sobre
nuevas fronteras planetarias y aventuras en los cielos que nos permitirán
seguir manteniendo el modelo depredador de la naturaleza a escala estelar.
Deben haber visto muchas películas de guerras de las galaxias pero ¿y si
tuvieran razón? Puede que nuestra generación de abueletes no lo veamos. ¿Pero
podemos afirmar lo mismo para las generaciones del próximo futuro?
El capitalismo ha avanzado siempre a costa de procesos de
innovación tales como
-innovación expansiva. Por
ejemplo el Ford T o, ahora, la economía en la nube. Se transforma todo un
tejido económico gracias a la emergencia de un nuevo sector productivo que crea
empleo y nuevos negocios. A veces estas innovaciones pueden ser disruptivas,
pueden alterar el equilibrio de sectores enteros. Por ejemplo el diseño gráfico
por ordenador supuso la desaparición de sectores enteros de la economía.
-innovación de mantenimiento. Se
trata de hacer lo de siempre pero con procesos mejorados. Por ejemplo, el
Toyota Prius. Se defienden empleos, no se crean empleos nuevos pero suponen una
forma de mantener estructuras.
-innovaciones de eficiencia. El
caso de las miniacerías. Reducen el coste de fabricación y su distribución.
Reducen los empleos pues los racionalizan pero evitan destrucción de sectores
enteros al tiempo que liberan capitales que ahora se pueden dedicar a otros
procesos innovadores.
Del equilibrio entre estos formatos de innovación surgen
procesos virtuosos o enfermizos en materia de empleo y de paz social. Y hoy los
técnicos, los economistas y los sociólogos, no se ponen de acuerdo en cómo incentivar
un proceso de innovación sobre otro. Hay seguridad, sin embargo, en que el
orden fiscal y económico actual no favorece la puesta en marcha de innovaciones
expansivas.
El capital abunda y es barato pero ya no podemos medir su
eficiencia en términos particulares. Hay que buscar objetivos de cambio social
positivo y ello es incompatible con el capitalismo que conocemos orientado en
exclusiva al beneficio particular. Hasta ahora hemos hecho frente a esta
situación mediante el control por el Estado de eso llamado el “bien común” y por la
práctica “humanística y responsable” de algunos sectores del capitalismo
comprometidos con la sociedad. Eso se ha acabado pues el Estado ha dimitido de
su vocación y las empresas se han desvinculado, debido a la crisis, del
gobierno de la política. Incluso sectores enteros del pensamiento liberal se
han adelantado a las circunstancias y han construido toda una ideología ácrata
capitalista partidaria de la destrucción del Estado o cuanto menos de su
reducción a su mínima esencia.
Todo ello nos lleva a pensar en cuales sean las estrategias
de fortalecimiento del Estado si es que acaso existen fuerzas políticas y
movimientos sociales que apuesten por esa conducta, por el control de la
globalización y por nuevas políticas fiscales que obliguen al empresariado y a los
poseedores del gran capital a plantearse una nueva ética a cambio que se le
facilitan recursos para invertir en innovaciones socialmente útiles. Este será
el terreno posible de emergencia de un nuevo pacto social. Y a escala global,
pues al final tendrá razón don Carlos Marx en aquello de que la única
revolución será mundial o no será.
Pero todo seguirá pendiente durante un largo trecho de
factores políticos de muy difícil manejo para conseguir renovar ese viejo pacto
social construido a lo largo del siglo xx y especialmente a partir de los años
30 y 40 entre el liberalismo y el socialismo. El pacto por el cual los
socialistas aceptaron el mercado y los liberales el estado del bienestar. Gracias
a ese pacto pudo construirse la democracia moderna de masas. Vivimos todavía,
formalmente, en ese pacto pero desgraciadamente hay fuerzas empeñadas en anularlo
e imponer por la fuerza un retorno a viejas fórmulas capitalistas lo que tendrá
como consecuencia también el retorno de viejas retóricas anticapitalistas. Pero
ya no serán las cosas igual. El capitalismo difícilmente tendrá una salida
dickensiana y el comunismo y el fascismo no serán aceptables para la gran
mayoría como respuesta. No digo yo que las respuestas sean mejores,
probablemente sean peores, por lo que puede que el miedo al vacío genere esos
movimientos alternativos y la búsqueda de un nuevo consenso social.
¿Saben que les digo? Que de esto del nuevo pacto social
tendremos que seguir hablando. Lo que tiene uno que inventarse para mantener el
blog….