10 de agosto de 2008

VERANEANTES



Puede que no sean muchos los que recuerden el montaje teatral de Veraneantes de Gorki del Teatre Lliure a finales de los 70. Tan inspirado en Chejov y tan distinto de los dramas duros y sociales de Gorki, Veraneantes era el retrato de una clase social que desaparecía, del final de etapa de unas formas de vida lánguidas y diletantes.


Algo de esa sensación de “end off the saga” como decía el marques de Leguineche en “La Escopeta Nacional” permanece en mi al ver como incluso la palabra “veraneante” prácticamente ya no significa nada. Para algunos es el símbolo de una forma de comportamiento social ciertamente caduca, de los hábitos ya desaparecidos de las viejas familias de clases medias y altas que se podían permitir el lujo de pasar los meses de verano fuera de las grandes ciudades disfrutando de la calidad de vida de las villas del Norte.


Para otros la palabra representa al personaje depredador que va por el mundo comiéndose los percebes y otras muchas delicatessen locales, ensuciando las playas, abarrotando las calles con sus coches y jodiendo con las vocinglerías de sus infantes el dulce descanso estival de los nativos.


Yo quería reivindicar un nuevo espacio para la palabra. El espacio de los que disfrutan de la naturaleza unos pocos días al año. De los que procuran informarse sobre las historias locales. De los que se sienten partícipes de los problemas de sus vecinos ocasionales.


Pero no es posible. La palabra veraneante ha cubierto su ciclo vital histórico y debe ser sustituida, a fuer de racionalidad, por las expresiones “residentes temporales” o “no permanentes”.


Viene toda esta evocación, tan nostálgicamente otoñal, aun escrita en medio de la canícula, a cuento de la celebración de la manifestación en Ribadeo de la que ya he comentado mas abajo.


Parece que ha sido un éxito según cuentan los expertos ribadenses en tales acontecimientos.


Yo he asistido portando una pancarta necesariamente ancha como para poder alojar un título tan sorprendentemente largo como “coordinadora de veraneantes y residentes temporales” – y eso que nos hemos ahorrado la coletilla “de la ría del Eo o de Ribadeo” como sugerían algunos de los convocados por tan sutil denominación.


Aquí podéis ver una colección de fotos que ha publicado mi amigo Antonio Gregorio.



Mucha gente ha asistido. Y ha sido muy celebrado el compromiso de reunir a todos los colectivos de la comarca para luchar por que la Ría de Ribadeo tenga un Plan de sostenibilidad y un buen futuro. Creo que todo el mundo ha salido de la mani convencido de que el adefesio, otro buen título teatral hoy que nos ha dado por el teatro, de la nave no se construirá.


Pero, dejarme que hoy me sienta un poco triste. Una palabra, a la que tengo tanto apego, desaparece de nuestro vocabulario . Ya nadie construirá relatos o dramas como los de Chejov o Gorki. Hacen falta nuevos talentos teatrales que inventen nuevas palabras para representar nuestro nuevo mundo.


Adiós, veraneante. Bienvenido “residente temporal”.


1 comentario:

agremon dijo...

Una palabra no muere mientras haya quien la use. Estás dispuesto a usarla y defendera? Entonces, no morirá.

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