Una palabra, un nombre: Mirambel. Resuena en tu memoria. Lo ves en un mapa, dudando sobre la mejor ruta entre Alcañiz y Teruel. Te preguntas ¿de que me suena? Por qué no dejo de sentir escalofríos pronunciando esa palabra? No puedes sustraerte al misterio de un nombre y decides recorrer un paisaje que nunca conociste: el Maestrazgo. Otra palabra mágica. Vas por una carretera bellísima en otoño. Atraviesas pantanos de aguas verdes esmeralda y túneles donde se ve todavía la marca de la piqueta y del barreno, con goteras y te imaginas que hasta estalactitas. Árboles de todos los colores, valles y barranqueras. La carretera prosigue y en un momento pasas del Reino de Aragón al de Valencia. Lo notas por que la carretera, de buena calidad en Aragón, se llena de baches y de curvas. El paisaje cambia sutilmente: ya no ves tantos árboles, ya no hay vacas y cabras sujetas a los pequeños prados de las bajantes. Empiezas a ver terrazas de claro origen morisco y un paisaje mas duro, mas afilado y pobre. Pero de esa pobreza, de ese paisaje algo legionario, surge Mirambel. Estás otra vez en la geografía política de Aragón.
Los templarios fueron dueños de este hermoso pueblo medieval. Alguna magia debieron encontrar para establecerse allí. No creo que fuese solamente el hecho de ser buena cabeza para gobernar esa región a caballo entre el cristiano Reino de Aragón y los Reinos Moros de Valencia. Acaso su soledad. Pero puede que su nombre contenga el misterio. Pronuncias Mirambel muchas veces, de fuera para adentro. De tu cuerpo hacia tu alma. Y descubres el secreto de la melancolía. Hasta crees que tu corazón destila poesía.
Paseo por sus calles empedradas, contemplo los balcones de madera y yeso labrados de las monjas. Las calles revueltas con el campo. El peso de la niebla, de la boira, cargando sobre los muros. Miro con que cariño se han restaurado las viejas casonas. Como todo suena a autentico, al revés de lo que sientes cuando visitas villas mas afamadas como Albarracín, por ejemplo (y que me perdonen los de ese pueblo admirable por tantas cosas). Los aleros de madera, los artesonados de los soportales de la iglesia. El color añil de recuerdo moro que te conmueve en algunas casas. Tantas piedras bellas, tantas imágenes que añaden luz a la palabra, música al nombre: Mirambel, mirambel. Ya tienes el secreto.
Luego sabrás de más cosas. Que aquí rodó Ken Loach “Tierra y Libertad”. Que por aquí anduvo Baroja para escribir de las guerras carlistas.
Pero tú crees que has sido el primero en arrebatarle el secreto a la palabra:
Mirambel, mirambel, mirambel
2 comentarios:
Estás tirando mucho a Aragón últimamente o es que vas dosificando los posts / fotos? ;-)
Mas que tirar yo de Aragón es Aragón quien está tirando de mi: no hago mas que viajar por trabajo por la provincia de Teruel. Parece que estan tratando de convencerme de que existen....y ...de que pagan. Es muy interesante el potencial turistico, pero no solo turistico de Teruel. Aqui se ve como una campaña que surge de abajo a arriba consigue elevar la moral de la gente y como del llanto y la reivindicación nacen voces que apuestan por lo propio y deciden "existir". Seria digno de case study por alguna institucion.
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