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Desde mi retiro sanjuanino miraba a Galicia como se ardía. Me preguntaba desde que despachos tarpeyos los modernos Nerones se inflaban de gusto ante la catástrofe.
Entre los algarrobos, las encinas, palmeras, naranjitas y limones del lado occidental del Mediterráneo trataba de imaginarme el sufrimiento de los libaneses.
Viviendo como Tarzán pensaba en los malienses, los senegaleses y otros africanos embarcados en los miserables cayucos que les llevan directos a la muerte o la salvación en forma de rescate por parte de los nuevos samaritanos de las islas canarias.
Preguntas. Parole, parole, parole. La calma, el calor y la música de viejos discos en el pickup de los sesenta milagrosamente conservado.
Otro verano más. Y la misma música de todos los veranos.
Viajes por las calas que van siendo destruidas por el cemento. Baños cuidadosos y vigilados.
Alguien busca repetir el horror de nuestro Levante en las tierras gallegas. Ese alguien sabe que las guerras lejanas atraerán clientes medrosos de viajar a nuevas tierras. También sabe que hacen falta brazos fuertes africanos para las obras que se avecinan.
Es posible que todo cuadre.
Y retornando a Madrid: Seseña, Ciempozuelos, Parla….
Quien quiera entender que entienda.
2 comentarios:
Vaya con el final del post. No me inquiete usted! Y bienvenido a la rutina, se le echaba de menos, don :)
Yo tambien he estado en Ribadeo!!!! Saludos!!!
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