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26 de agosto de 2007

CUENTOS DE VERANO

Esperando la apertura



Todos los días después de dejar la compra en casa Doña Pura bajaba a tomarse un café al Roma. A veces coincidía con Ramón, el de la agencia. La pregunta de todos los días. Si, doña Pura, hoy no ha habido cambio en los precios. Ya sabe usté que estas cosas no suben de día en día. Además ya le he dicho muchas veces que el precio de los pisos no se sabe hasta que se venden. Bueno, Ramón, pero dime cuanto crees que se puede sacar por el, pongamos dentro de un año. Pues mas o menos los veinte millones.

Doña Pura solo quiere saber en cuanto puede perjudicar a su única hija si vende el piso antes de morirse para dejarla sin herencia. Pero su hija no la deja disfrutar de la maldad. Ni siquiera la llama por teléfono. Todo el mundo sabe como es doña Pura. Se morirá sin vender. ¿A dónde va a ir? Cuando murió su marido pensó en ir una semana a Benidorm con su cuñada. Nunca se atrevió. ¿Y si llamaba su hija a casa entonces?

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